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viernes, 1 de enero de 2016

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Ropa interior amarilla, vueltas a la manzana, monigotes y viudas, tradiciones de fin de año en Ecuador

En Guayaquil se diseñan monigotes gigantes que representan a personajes de películas, series o cómics. Son exhibidos en la calle 6 de marzo y admirados por turistas nacionales y extranjeros. Fotos: Archivo Andes
Por Dayana Vinueza
Quito, 30 dic (Andes).- Usar ropa interior amarilla para llamar a la fortuna, dar una vuelta a la manzana cargados de maletas para conseguir viajes, comer doce uvas con cada una de las campanadas del reloj y que cada una de ellas represente un deseo para el año nuevo… estas son algunas de las cábalas que los ecuatorianos realizan la noche del 31 de diciembre para que en el nuevo año se les cumplan sus deseos.
Otras cábalas que se realizan en las últimas horas del año son por ejemplo poner dinero en los zapatos para que este no falte en el año venidero mientras que para llamar el amor se recomienda utilizar ropa interior roja en lugar de amarilla o poner un anillo en una copa de champaña para atraer el matrimonio.
En cientos de locales se vende en estas fechas ropa interior amarilla para que atraiga la fortuna.
Pero una de las principales cábalas de los ecuatorianos consiste en saltar el año viejo o monigote (un muñeco que representa el final del año) mientras este se quema a la medianoche. Si el año fue muy malo también se lo golpea con un palo o se lo patea para que el nuevo año sea mejor.
Muchas personas saltan el monigote mientras se quema y algunos también queman en el fuego algunos de los sueños que tienen para el futuro o también las cosas malas que no quieren que se repitan.
Los monigotes, una tradición que no muere
La realización del año viejo o monigote es una de las principales tradiciones de los ecuatorianos. Cada familia diseña un muñeco que representa lo mejor o lo peor del año y que  será quemado al terminar el 31 de diciembre.
Estos monigotes han tenido una evolución considerable en los últimos años, se pasó del modelo clásico que era hecho con ropa vieja, aserrín y papel periódico a modelos en los que hoy en día se utiliza madera, cartón, clavos, pintura e incluso luces de neón.
Los artesanos cobran entre 50 centavos y un dólar a la gente que quiere tomarse una foto con sus creaciones. 
La calle 6 de marzo y otras vías del suburbio oeste de Guayaquil se convierten en un sitio turístico visitado por nacionales y extranjeros que desean tomarse fotos junto a los gigantescos muñecos o simplemente admirar su belleza y elegantes acabados.
Crear el monigote es todo un ritual en el que se reúnen amigos, vecinos o familias enteras. La elaboración comienza incluso a principios del año, pues toma bastante tiempo armar piezas que sobrepasan los 6 metros de altura, además hay otras familias que se dedican a la venta de estas creaciones, cuyos precios oscilan entre los 20 y 500 dólares, según el tamaño.
Hay otros que se inscriben en concursos, pues solo su elaboración puede requerir cerca de 1.000 dólares. Los experimentados creadores de estos colosos los pintan a mano alzada con brocha gorda, con pinceles o con aerógrafos y diseñan réplicas exactas de famosos personajes de cómics, películas y series.
Algunos todavía conservan la tradición de hacer monigotes que representan a personajes que han marcado lo mejor y lo peor del año: políticos, artistas, figuras públicas, entre otros. También hay algunos que apuestan por las sátiras políticas y crean muñecos que representen los acontecimientos principales de la actualidad nacional o internacional. Sin embargo, la mayoría de comerciantes realizan muñecos de forma masiva con personajes de la cultura popular, como actores, superhéroes o dibujos animados.
En el 2013 los hinchas del Aucas representaron su regreso a la Serie A del fútbol ecuatoriano.
En Quito todavía perdura el Concurso de Años Viejos en la calle Amazonas, al norte de la ciudad, en la que participan instituciones públicas o privadas con mensajes hacia la comunidad como el cuidado a la naturaleza, la importancia de la familia o campañas en contra de la violencia, etc.
Incluso ahora existen los Minigotes, creación de dos diseñadores quiteños Cristina Pozo y Paúl Méndez, que se venden en las principales cadenas de Supermercados. Hay dos líneas: en la tradicional, hay tres viejos de personajes típicos que resaltan la sátira ecuatoriana, el mini Mashi (que representa al presidente Rafael Correa), el mini loco (que representa al expresidente Abdalá Bucaram) y el mini tri (que representa a la selección de fútbol); y en la de los buenos augurios hay monigotes que atraen el amor (rojo), la suerte (verde) y la fortuna (amarillo).
A la medianoche los ecuatorianos queman los monigotes para despedir el año. 
Estos divertidos muñecos que miden apenas 18 centímetros tienen la intención de poder ser enviados a los ecuatorianos que están en el exterior para que celebren con la quema del año viejo, además pueden ser quemados en oficinas o dentro de casa ya que están rellenos de bagazo de caña de azúcar, material de segura combustión y amigable con el medio ambiente.
Los gigantes de Guayaquil en cambio se queman a partir del 6 de enero, de manera controlada por los Bomberos para no causar ningún tipo de incendio o daño a la ciudad.
Las viudas le bailan al año viejo
Junto a los monigotes hay también las respectivas viudas que lo despiden de una manera inusual: bailando. Se trata de hombres que en la noche del 31 de diciembre se disfrazan de jocosas mujeres que recogen una caridad en sus carteras para su pobre “viejito”.
Es común que estas “damas” se junten en las esquinas de los principales barrios de la ciudad para pedir una limosna a los ocupantes de los carros que transitan por la ciudad. Ellas usan ropa muy provocativa y bailan sensualmente sobre los vehículos, también se suben a los transportes urbanos.

El 31 de diciembre los hombres se disfrazan de viudas sexys que despiden al año viejo bailando. 
En esta loca tradición participan grupos de amigos que se disfrazan todos los años. Generalmente sus amigas, novias o esposas les prestan sus vestidos, carteras y zapatos y les ayudan a maquillarse para lucir más guapas.
La gente también aprovecha para disfrazarse con pelucas, máscaras y otras indumentarias para caminar por las calles de la ciudad u despedir el año de forma divertida.
La cena es después de la medianoche
Después de la quema del monigote viene la cena de fin de año. Las familias ecuatorianas, especialmente las que viven en Quito, Guayaquii y Cuenca (las ciudades más grandes del país) se han adaptado a las costumbres contemporáneas, por lo que generalmente celebran con pavo o una pierna de cerdo al horno, aunque sin duda le ponen su toque nacional con los acompañados, entre los que priman las papas gratinadas o el arroz moro de lentejas, grano que simboliza la abundancia.
En otras ciudades de la sierra se come cuy, fritada o pollo, mientras que en la costa también es clásico cenar algún tipo de mariscos como camarones, pescado y cangrejos. Lo importante es que se comparte un momento especial en familia. Lo que casi nunca falta son las uvas para pedir los deseos a medianoche, mismas que se consiguen en cualquier esquina de barrio por el precio de un dólar.

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