Todas las voces y músicas de la Patria Grande

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lunes, 22 de junio de 2015

HASTA SIEMPRE COMPAÑERA ELSA SÁNCHEZ DE OESTERHELD

Elsa Sánchez de Oesterheld fue una mujer que nos enseñó mucho: a sobrevivir, a luchar y a volver a sonreír. Nadie puede saber cómo se sintió el desgarro que le produjo el terrorismo de Estado al llevarse a sus cuatro hijas, a su compañero, a sus yernos y sus futuros nietos. Nadie. Nadie puede saber cómo siguió andando la vida con fortaleza, ejemplo, templanza y militancia. Nadie sabe cómo esa mujer, pequeña de tamaño, fue tan grande contra todo lo que le hicieron los verdugos. Le arrancaron casi todo y no pudieron matarla. Elsa sobrevivió a todo eso, pisando imposibles, luchando siempre por justicia. Elsa siguió siendo la abuela de Martín y Fernando, mientras continuó la búsqueda de sus otros nietos.
Elsa fue una Abuela de Plaza de Mayo, una abuela del pueblo. Compañera de Héctor Germán Oesterheld, madre de Marina, Diana, Estela y Beatriz, suegra de Raúl Araldi, Alberto Seindlis y Raúl Mortola, abuela de Fernando y Martín. También abuela buscadora de sus otros nietos, quienes debieron nacer en cautiverio mientras sus madres y padres estaban detenidos-desaparecidos. Los pactos de silencio y las mentiras de los genocidas impidieron que Elsa conociera a esos nietos, a quienes seguiremos buscando hasta que conozcan su identidad.
 
Algo que tal vez también sea difícil de creer es que Elsa sonreía: a pesar de todo, había vuelto a sonreír. Ella misma nos dijo alguna vez que los tiempos políticos actuales le habían devuelto la alegría. Por todo, por mucho, esa sonrisa de Elsa valía doble. Y no sólo hablaba de esa alegría: la demostraba en la sonrisa y los ojos entrecerrados. Así buscaba a sus nietos: con convicción y alegría, para recibirlos con la verdad y una sonrisa.
 
Ninguna despedida alcanza para aliviar el dolor ni para poner todas las palabras justas como para Elsa ahora. Duele mucho despedir a una abuela, y más cuando no llegó a conocer a los nietos que buscaba. Duele decirle hasta siempre, porque en la despedida se va la abuela, la militante, la madre, la compañera. Hoy se va Elsa y haber estado tan cerca de ese compañero que inventó en El Eternauta tiempos y viajes que parecían imposibles, tal vez la lleven a los tiempos y los viajes justos, donde todo sea como lo soñó. Porque es justo que haya un tiempo después para Elsa: el de lo posible, el del reencuentro. No sabemos cómo se llega, pero esperamos que esté ahí, con sus hijas, su compañero y los 30.000.
¡Hasta siempre compañera Elsa, hasta todas las victorias!

H.I.J.O.S. Capital

Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio

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