A través de una serie de
testimonios, la Justicia Federal de Corrientes pudo reconstruir parte de lo que
fueron los últimos días en que se vio con vida a la chaqueña Dora Noriega, una
de las víctimas de la Masacre de Margarita Belén perpetrada el 13 de diciembre
de 1976.
Dora Noriega fue secuestrada y torturada en el Regimiento de Infantería N°9 de Corrientes.
Foto: Comisión Provincial por la Memoria
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Fue en un requerimiento de
instrucción fiscal que provocó el reciente procesamiento con prisión preventiva
de doce exintegrantes de fuerzas de seguridad por su responsabilidad en
crímenes de lesa humanidad cometidos en Corrientes durante la última dictadura.El
juez a cargo del Juzgado Federal N°1 de Corrientes, Carlos Soto Dávila, sostuvo
que en los 102 casos bajo investigación las víctimas no sólo fueron privadas
ilegalmente de sus libertades personales, sino que también fueron objeto de
vejaciones y apremios ilegales al ser mantenidas en detención clandestinamente
para extraerles declaraciones bajo esas condiciones.Los testimonios
recolectados permitieron reconstruir el destino de algunas de las víctimas,
como es el caso de la chaqueña Dora Beatriz Noriega, detenida entre los meses
de octubre y noviembre de 1976, alojada y torturada en el centro de detención
que funcionó en el Regimiento de Infantería 9 “Coronel Pagola”. Aproximadamente,
el 12 de diciembre de ese año fue trasladada y asesinada en el operativo
conjunto del Ejército Argentino y la policía de Chaco conocido como “Masacre de
Margarita Belén”.“Entre otros pude reconocer interiormente a las siguientes
personas: (…) Dora Noriga o Noriega, a quien conocí en una asamblea de
delegados estudiantiles de la Facultad
de Arquitectura”, declaró Carlos Achar Carlomagno. “Dorita se encontraba
embarazada y muy débil; después supe que a causa de las torturas el bebé había
muerto y como no se lo sacaron se le pudrió adentro, ella también figura como
desaparecida”, comentó.Por su parte, Lilian Ruth Losada, al ser preguntada
respecto de si tuvo oportunidad de reconocer alguna otra persona que estuviera
detenida en el Regimiento N°9 respondió que si. “Vi a una persona que ya
conocía en el baño. Puede decirnos quien era: Dora Noriega”, contó. ¿En que
circunstancia la vio y como la vio a ella?, se le preguntó. “Nosotros cuando
queríamos ir al baño llamábamos al soldado y el soldado venía a buscarnos, a
veces nos decía que espere un momento, yo supongo que no podían ir dos personas
juntas al baño, y un día coincidimos, tal vez haya sido un error el encuentro,
nosotras vivimos casi 3 años juntas siendo estudiantes, y, ella estaba muy mal,
muy lastimada, muy débil, hablamos pocas palabras, me dijo ‘mirá lo que me
hicieron…’”, dijo.
Por su parte, José Pedro Almirón,
contó parte de la charla que tuvo con el compañero de militancia de Nora, el
“Mono” Vargas, quien también había sido secuestrado por las fuerzas armadas.
“Le digo ‘Mono que pasó, que te pasó’. Me dice: “Si, me agarraron, me pegaron
mucho, me torturaron, me van a matar”, me dice. “No, Mono, que te van a matar,
yo estoy vivo acá’, le digo, que pasó, me dice ‘la detuvieron a mi novia también,
le detuvieron a mi novia, a la Dorita Noriega”.
La historia de Nora
Según recuerda el sitio de la
Comisión Provincial por la Memoria del Chaco, Dora Noriega nació en General San
Martín, el 13 de noviembre de 1952. Concurrió a la Escuela Primaria N° 44 de
esa localidad. Cuando cursaba 3° grado comenzó a vender pastelitos, flanes y
alfajores que preparaba su madre para ayudar a la situación económica humilde
de la familia. Para su formación secundaria asistió al Bachillerato “Esteban
Echeverría”, también de San Martín, de donde egresó con el título de Bachiller
Biológico.
En 1972 fue a vivir a la ciudad de Corrientes
con un grupo de amigas de la secundaria, y con algunas de ellas compartió una
pensión por un tiempo. Si bien se inscribió en otras carreras, finalmente
comenzó a estudiar Bioquímica en la Universidad Nacional del Nordeste. Visitaba
a sus padres en General San Martín.
En el año 1974 decidió mudarse a un
departamento situado en la zona céntrica de la ciudad de Corrientes. En esa época, Dora comenzó a militar en la
Juventud Universitaria Peronista, y luego en Montoneros.
En ese tiempo debieron abandonar el
departamento, que días después fue allanado. Para mediados de dicho año, Dora
estaba en pareja con un compañero de militancia, el “Mono” Vargas. En este
período, Dora avanzó en su compromiso con la organización, pese a la situación
difícil del país.
En septiembre de 1976 volvió a Corrientes,
luego de visitar a su madre, y desde entonces no tuvo más contacto con su
familia. Una versión indica que por esta época ella estaba recientemente
embarazada. Posiblemente haya vivido en la clandestinidad en distintos lugares
durante ese tiempo: Misiones, Resistencia, Córdoba. Desde esta última provincia
envió a su madre una postal.
Fue secuestrada por fuerzas pertenecientes al
Ejército Argentino entre octubre y noviembre de 1976. Estuvo
detenida-desaparecida en dependencias del Regimiento 9 de Infantería “Coronel
Pagola” en la ciudad capital de Corrientes. Allí la mantuvieron hasta los
primeros días del mes de diciembre de dicho año. En este lugar fue vista por
varias personas. Su antigua compañera de departamento, también detenida allí,
la vio en el baño de ese lugar; se cruzaron en un momento y Dora le dijo:
“Siempre juntas”.
Una detenida en el Regimiento relata en su
testimonio judicial que conoció a Dora en el cautiverio. Destaca que a pesar de
estar muy golpeada, cuando le preguntó a Dora cómo estaba ella respondió con
fuerza que se encontraba bien. Esta compañera de detención cuenta que una
noche, entre el 10 y 13 de diciembre de 1976, Dora fue sacada del Regimiento
bajo las órdenes del oficial de Inteligencia Horacio Losito para un supuesto
traslado. Desde esa noche no se supo más de ella.
El domicilio de sus padres sufrió varios
allanamientos por parte del personal de la Gendarmería, incluso después de la
desaparición de Dora; en ellos se llevaron todas las fotos y cartas de ella y
de su hermano mayor. Dora y su compañero el “Mono” Vargas permanecen
desaparecidos.
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