El Ministro de Defensa de la
Nación, Agustín Rossi, participó del ciclo “Pensar la Patria”, organizado por
la Escuela Superior de Gobierno, donde explicó la importancia de la integración
regional y de tener una visión geoestratégica
sobre los recursos naturales.
El tema de la defensa está
indisolublemente unido a la cuestión de la soberanía, pero sería un error
pensar que son conceptos equivalentes. Soberanía es un concepto mucho más
inclusivo que una política de defensa. La defensa tiene que aportar en el marco
de la construcción de la soberanía. Es importante el debate porque, después de
muchos años donde el peso de la cuestión militar fue tan fuerte, la posibilidad
de debatir una política de defensa era claramente escasa. Cuando uno hablaba de
las Fuerzas Armadas, se refería a su relación con la democracia y con los Derechos
Humanos, poco tiempo y poca energía quedaban para avanzar y analizar otros temas.
En primer lugar, hay que decir
que desde la recuperación de la democracia, la República Argentina no tiene
hipótesis de conflicto. Es decir, no es un país que desarrolle una política de
defensa porque piense que hay algún actor internacional, algún país limítrofe o
extra-continental, que lo pueda llegar a agredir. Entonces, ¿cómo es tener una
política de defensa sin hipótesis de conflicto? Esto significa tener fuerzas
armadas capacitadas, instruidas y con miembros formados para operar en
determinadas circunstancias, cuestiones y ambientes geográficos, con una
multiplicidad de sistemas de armas. Pero Argentina tiene la hipótesis de
defensa más restrictiva porque solamente las Fuerzas Armadas pueden reaccionar
ante un agresor militar, estatal y externo. Es decir, tiene que ser claramente
un agresor, tiene que ser otro país y obviamente tiene que venir de afuera
hacia adentro. En una hipótesis de conflicto, sólo podría obrar si es un
conflicto hacia adentro de su propio territorio, por eso es tan necesario el conocimiento
de toda la geografía y de todo el territorio por parte de las Fuerzas Armadas.
La defensa y la integración regional
La dimensión regional que tiene
la política argentina, también se aplica a la defensa. Tenemos acceso a dos
bloques regionales, CELAC y UNASUR. En este último, existe un Consejo de
Defensa Suramericano, donde se tomó la decisión de formar la Escuela
Suramericana de Defensa. Ésta es un instrumento a partir del cual se tiene que
construir una doctrina única para el conjunto de los países de la UNASUR. Cada
uno de los países tiene sus propias singularidades. Nosotros, por ejemplo,
tenemos una división taxativa de lo que es defensa y seguridad interior. Es
decir, la política de las Fuerzas Armadas tiene taxativamente prohibido hacer ninguna
tarea de seguridad interior, salvo de apoyo cuando las fuerzas de seguridad así
lo requieran. En este sentido, de la totalidad de los países integrantes de
UNASUR y de la CELAC, la Argentina está quizás en uno de los extremos con una
división tan tajante. En el otro extremo se encuentra Colombia, cuyo Ministerio
de Seguridad está unido con el de Defensa. A su vez, Argentina tiene fuerzas
intermedias en materia de seguridad que no todos los países tienen:
Gendarmería, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria, que nacieron de
alguna de las Fuerzas Armadas y pertenecen al Ministerio de Seguridad. México
recién ahora está conformando su propia gendarmería, después de hacer una
experiencia no beneficiosa que fue involucrar al ejército en la lucha contra el
narcotráfico.
Pero, a pesar de las diferencias
entre países, el Consejo de Defensa Suramericano continúa su desarrollo y
contribuye a la integración regional. ¿Por qué sucede eso?Porque en la región
tenemos en claro el concepto de “cooperación hacia adentro y disuasión hacia
afuera” y que eso sólo se puede lograr cuando se construye una alianza regional
fortalecida con muchísima interacción. Donde quizás uno pueda ver las mayores
debilidades de diseñar una política en soledad es en el área de la defensa,
porque el mundo afuera de América latina ha desarrollado un nivel de
equipamiento, de desarrollo científico y tecnológico que para nosotros, en
términos económicos, resulta de difícil acceso. Ahora, si imaginamos una
complementación que siga avanzando entre todos los países de América del Sur,
la cuestión es distinta.
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