Por Soledad Vallejos
En los últimos siete años, 261 de
las 1808 víctimas de femicidios en la Argentina fueron chicas de entre 13 y 21
años. En la mayoría de los casos, los asesinos, parejas o ex parejas, tenían
entre 17 y 21 años. ¿Familia y amigos pueden prevenir?
En Argentina, entre 2008 y 2014,
261 chicas de entre 13 y 21 años fueron asesinadas por sus parejas o ex
parejas. En la mayoría de los casos, los victimarios tenían entre 17 y 21 años.
“El de Chiara Páez es un caso de extremado salvajismo, pero esas cifras son a
nivel nacional y las fuimos leyendo especialmente en el informe anual de
femicidios porque nos llamaba la atención la cantidad. Hablamos de víctimas y
victimarios muy jóvenes”, señaló a este diario Ada Rico, responsable del
Observatorio de Femicidios Adriana Zambrano, de la asociación La Casa del
Encuentro.
De las 277 mujeres asesinadas el
año pasado, 36 fueron adolescentes. En 2008, 49 de los 208 conocidos ese año;
en 2009, 37 de los 231; en 2010, 39 de los 260; en 2011, 39 de los 282; en
2012, 32 de los 255; en 2013, 29 de los 295. “Como no hay estadísticas
oficiales, no sabemos si en realidad en esas cifras hay una evolución o no, si
aumenta o no. Sí tenemos la realidad concreta de que esas mujeres están
muertas”, detalló Rico.
En el caso de los femicidios de
adolescentes, ¿qué pasa con los entornos de esas chicas y esos chicos?
Muchas veces hay negación de los
indicadores de que se trata de una relación violenta. Recordá el caso de Serena
Rodríguez, la niña de 15 años asesinada de 49 puñaladas por su novio (Lucas
Leal Arévalos) el año pasado, en la provincia de Buenos Aires. En un principio,
la familia del agresor negaba esta realidad. Debe ser muy doloroso entender que
tu hijo puede llegar a cometer un asesinato de estas características. Estamos
hablando de casos de varones muy jóvenes, adolescentes. El entorno, al
principio, suele reaccionar con una negación total del hecho. En otros casos,
la madre o el padre termina entregándolo a la Justicia, aun cuando por la edad
son inimputables.
¿Qué intervenciones pueden
hacerse para prevenir?
–Hay que trabajar fuertemente con
información, con campañas.
–¿Y en el entorno de las chicas y
los chicos involucrados?
–La familia, el padre, la madre,
pueden notar indicadores de que hay una relación violenta. Pero ahí lo difícil
es encontrar herramientas para acercarse a la adolescente, que por serlo está
en etapa de rebeldía. Muchas veces, construye una idea de amor romántico que
todo lo entiende y perdona. Acá, en La Casa del Encuentro, el año pasado
abrimos un grupo específico para familiares y amigos de víctimas de violencia,
porque encontramos que mamás y papás detectan indicadores pero no saben cómo
llegar a las chicas para ayudarlas. Les pueden decir “dejalo” y el varón
agresor va a decir “tu familia no me quiere”, entonces, ¿cómo termina esta
mujer niña? Termina en un círculo donde, en definitiva, las palabras de la
madre o el padre le confirman lo que le dice el violento.
–Una adolescente, además, suele
tener menos herramientas que una mujer adulta para enfrentar estas situaciones.
–Muchísimas menos. Cuando el
agresor comienza a descalificarla, a culparla, a humillarla y después pide
perdón, ella le cree. Además de que la familia no tiene herramientas para poder
ayudarla, ella termina aislada en esa relación. A veces, son sus pares los que
se dan cuenta pero no tienen herramientas. También hay una cosa que Internet y
los celulares potencian: hay más posibilidades de control. Si el violento no la
controla por mensaje de texto, lo hace por Whats-App o por Facebook. Claro, la
adolescente lo tiene naturalizado como que es un cuidado, como que la quiere,
pero en realidad es el control de una relación tóxica.
svallejos@pagina12.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario