La deuda
Por David Cufré
Para pagar
la deuda pública nacional, que es toda la deuda que reconoce el Estado, en
pesos y en moneda extranjera, con todos los acreedores –bonistas, organismos
internacionales, agencias públicas y el Banco Central–, ¿cuánto debía poner
cada argentino en términos de salario mínimo en diciembre de 2003? La respuesta
aparece en un paper oficial: 47,1 veces. Es decir, si todos los argentinos
cobraran el salario mínimo, en aquel momento hubiera hecho falta que cada uno
de ellos entregara 47,1 sueldos para pagar el total de la deuda pública. ¿Y
cuánto debe ahora? A diciembre de 2014, 10,3 veces. La deuda pública per
cápita, en veces del salario mínimo, cayó de 47,1 sueldos a 10,3; de casi
cuatro años de salarios hipotecados a algo más de diez meses. Es una de las
tantas maneras de graficar el extraordinario desendeudamiento del Estado
nacional en estos años. Tal vez es la más demostrativa de cómo incidía la deuda
pública sobre los bolsillos de los argentinos y cómo lo hace ahora. El peso que
tenía esa deuda sobre el presupuesto era tal que asfixiaba las partidas para
otros fines, como salud, educación, jubilaciones, infraestructura y salarios de
los empleados públicos. El pago de intereses resultaba cada vez más agobiante.
Aún es fresco el recuerdo de algunas medidas que tomó el gobierno de la Alianza
en 2001 para intentar evitar el default, como los recortes en educación que
propuso el fugaz ministro de Economía Ricardo López Murphy o la rebaja de
jubilaciones y sueldos estatales que aplicaron Domingo Cavallo y Patricia
Bullrich. Nada alcanzó. Cuando ese gobierno se fue, la deuda pública nacional
representaba el 149,4 por ciento del PIB: 47,1 salarios mínimos de cada
argentino en diciembre de 2003. Ahora es el 43 por ciento, 10,3 salarios
mínimos. Si a eso se suma lo que reclaman los fondos buitre y el resto de los
bonistas que no entraron a los canjes de 2005 y 2010, la deuda pública llegaría
a unos 45 puntos del PIB.
El desahogo
que produce la fabulosa caída en el nivel de deuda pública es una de las
herencias más valiosas que entregan los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina
Fernández. Aquellos que dicen que esta administración le deja al próximo
presidente una bomba a punto de estallar ocultan deliberadamente esta cuestión.
La bomba de la deuda, engendrada durante los años de neoliberalismo rancio,
explotó en diciembre de 2001 y los argentinos padecieron sus consecuencias. En
1993, la deuda pública nacional representaba 29,4 puntos del PIB. Como se dijo,
después del colapso de la convertibilidad llegó a 149,4 puntos. De 29,4 a 149,4
en ocho años. El hecho de que ahora sea de 43 puntos le da un margen muy
significativo a quien asuma el 10 de diciembre para administrar la economía. Es
un espacio construido en años de vacas gordas que le allanará el camino. La clave
es no desaprovecharlo repitiendo la experiencia de los 90, cuando se sostuvo un
modelo económico inconsistente a fuerza de endeudamiento. Eso enriqueció a
capitales concentrados y a clases sociales acomodadas, y le dio beneficios
transitorios a sectores de clase media que terminaron dándose la cabeza contra
la cacerola. El margen ganado con el desendeudamiento es una oportunidad, en
todo caso, para financiar la etapa de desarrollo productivo que resuelva
algunos de los desafíos económicos actuales, como la restricción externa
(insuficiencia de dólares). Tomar deuda para mejorar la infraestructura, el
transporte, para promover la inversión, la ciencia y la tecnología es la única
forma de garantizar su repago futuro, sin comprometer el bienestar de próximas
generaciones.
El
desendeudamiento de los últimos años es una política de Estado que se refleja
en cuatro pasos:
*En primer
lugar, disminuyeron las obligaciones en relación al tamaño de la economía. La
deuda pública nacional era equivalente a 138 por ciento del PIB en diciembre de
2003 y bajó a 43 por ciento en diciembre de 2014. Una maniobra mediática
habitual para distorsionar la realidad y generar confusión es presentar los
datos en términos nominales. Eso no tiene sentido y no se lo hace en ningún país
del mundo. Lo importante es medir la deuda en relación a distintos parámetros,
como el tamaño del PIB, el volumen de reservas del Banco Central o las
exportaciones. Como se indica al comienzo de este párrafo y como se verá más
abajo, en todos los casos el descenso de la deuda de 2003 a la fecha es
categórico. Si una familia debía 1000 pesos en 2001 y ahora debe 10.000, en
términos nominales parece estar mucho peor, pero si sus ingresos eran de 2000
pesos en 2001 y ahora son de 50.000, la realidad es que está mucho más
desahogada. La deuda representaba el 50 por ciento de sus ingresos en un caso y
el 20 en otro. Aunque esto sea evidente, la repetición de artículos donde se
comparan volúmenes nominales de deuda motiva la aclaración.
*En segundo
lugar, bajó la deuda con acreedores privados. De aquellos 138 puntos de deuda
sobre el PIB de diciembre de 2003, 105 puntos correspondían a compromisos con
ese sector. En diciembre de 2014, sobre 43 puntos de deuda, las obligaciones
con privados equivalían a 10,9 puntos del PIB. Esto es clave porque la deuda
con privados es la que genera más riesgos de caer en default, la que puede ser
más difícil de refinanciar. En la actualidad, el Estado le debe 10,2 puntos del
PIB a agencias del sector público como la Anses, y otros 16,2 puntos del PIB al
Banco Central. Es decir, el 61 por ciento de la deuda pública es con el propio
Estado y el BCRA, mientras que los pasivos con privados representan solo el 26
por ciento del total. El 13 por ciento restante, 5,7 puntos del PIB, es deuda
con organismos multilaterales y bilaterales. En diciembre de 2003, el 76 por
ciento de la deuda era con privados.
*En tercer
lugar, cayó la deuda en moneda extranjera. Como ya se explicó, en diciembre de
2003 la deuda pública nacional representaba 138 puntos del PIB, de los cuales
105 puntos eran con privados. De esta última cifra, 75,4 puntos del PIB eran
pasivos en moneda extranjera y 29,5 puntos en moneda nacional. En diciembre de
2014, de 43 puntos del PIB de deuda pública total, 10,9 puntos eran con
privados. Y de esto último, solo 8,9 puntos del PIB eran pasivos en moneda
extranjera y 2,0 puntos en moneda nacional. Para que quede más claro, de 75,4
por ciento del PIB que se les debía a los privados en moneda extranjera en
diciembre de 2003 se pasó a 8,9 por ciento en diciembre de 2014. Otra vez, es
más sencillo pagar deuda en pesos que en dólares y éste es otro factor esencial
del desendeudamiento.
*Por
último, mejoró la madurez de la deuda. En 2003, la vida promedio de los pasivos
que debía afrontar el Estado nacional era de 6,9 años. En 2014 se pasó a 8,1
años.
Otros
indicadores sobre la evolución de la deuda muestran cómo ha caído su peso
relativo. En 2001, la deuda pública era equivalente a 577,1 por ciento de las
reservas internacionales del Banco Central. A marzo de 2015 esa relación bajó a
230,9 por ciento. El pago de intereses externos del sector público representaba
en 2001 2,9 veces el total de exportaciones, mientras que en marzo pasado era
solo 0,7 veces. Los servicios de la deuda, capital e intereses, en moneda
extranjera significaron este año 1,4 punto del PIB. En 2016 será apenas el 0,4
por ciento. Para 2017 se proyecta otra vez 1,4 punto y para 2018, 0,3. La deuda
no será problema para el próximo gobierno, un hecho inédito desde la
recuperación democrática. Es un activo que se logró en base a políticas
heterodoxas, repudiadas por el pensamiento neoliberal. Es una enseñanza para no
olvidar.
Fuente:Pagina 12
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