“Nunca, nunca, van a decir: 'la vimos llorar a Pepa'. Yo
lloraba cuando salía a la calle. Cuando iba en los colectivos, me sentaba a
fumar y lloraba. Cuando iba a los ministerios decía: No hay que mostrarles el
dolor que una tiene. Ni bien salía, lloraba como una desgraciada todo el
camino. Delante de ellos, no, jamás”
El 13 de octubre de 1976 su hija María Lourdes -de 29 años-
fue secuestrada junto con su marido en Constitución. Pepa fue una de las
catorce mujeres que se reunieron el sábado 30 de abril de 1977 a las cuatro y
media de la tarde en la Plaza de Mayo para reclamar por sus hijos
desaparecidos. Falleció a los 94 años y sus restos son velados en el Salón
Presidente Perón de la Legislatura porteña.
“Nunca, nunca, van a decir: 'la vimos llorar a Pepa'. Yo
lloraba cuando salía a la calle. Cuando iba en los colectivos, me sentaba a
fumar y lloraba. Cuando iba a los ministerios decía: No hay que mostrarles el
dolor que una tiene. Ni bien salía, lloraba como una desgraciada todo el
camino. Delante de ellos, no, jamás”, comentó Pepa alguna vez en un
reportaje.“Nunca, nunca, van a decir: 'la vimos llorar a Pepa'. Yo lloraba
cuando salía a la calle. Cuando iba en los colectivos, me sentaba a fumar y
lloraba. Cuando iba a los ministerios decía: No hay que mostrarles el dolor que
una tiene. Ni bien salía, lloraba como una desgraciada todo el camino. Delante
de ellos, no, jamás”, comentó Pepa alguna vez en un reportaje.
Fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y
estuvo en la primera ronda para reclamar por la aparición de su hija María
Lourdes Noia, detenida-desaparecida el 13 de octubre de 1976. Desde entonces
fue amiga inseparable de Mirta Baraballe y Nora Cortíñas, compañeras de Línea
Fundadora.
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