Lanzamiento editorial:
Machos, Chinas y Osacos
El historiador platense Marcelo Constant recopiló fotografías y
documentos que revelan las precarias condiciones de vida y trabajo que padecían
los aborígenes del Chaco durante las zafras de caña de azúcar entre 1880 y
1920.
Alejo Luna
El indígena (…) proporciona la
mano de obra barata y fácil de manejar de que se sirve uno, cuando la necesita,
y que en la época cuando no se trabaja, no ocasiona gastos ni de casa ni de
comida; además, el consumo del indio en mercaderías durante la temporada es muy
considerable. Aquellas enormes regiones del Chaco, desiertas y calientes, no
han de tener para el agricultor e industrial, sea europeo, sea de otra estirpe,
más utilidad que la de ofrecerle en todo tiempo, y sin dificultades, brazos
baratos para sus empresas", escribió en sus Estudios Antropológicos sobre
los Chiriguanos, Chorotes, Matacos y Tobas el antropólogo del Museo de Ciencias
Naturales de La Plata Robert Lehmann-Nitsche después de recorrer en 1906 el
Ingenio La Esperanza de Jujuy.
Crueldad - En la foto, tres aborígenes aparecen reducidos con un cepo mientras los capataces posan para la cámara. |
La colección de fotos de aquella expedición
científica es una de las fuentes que
nutren el interesante trabajo que Editorial Sudestada acaba de lanzar,
Machos, chinas y osacos. Registros fotográficos del reclutamiento, condiciones
de vida y trabajo de los indígenas chaqueños en los ingenios azucareros de
Jujuy (1880-1920), una documentada crónica fotográfica de la opresión a la que
fueron sometidos esos pueblos originarios del Chaco, entre las últimas décadas
del siglo XIX y 1930. El título del volumen refiere a la denominación que
utilizaban los ingenios azucareros para referirse a los aborígenes en sus
"Libros de Indios", los registros contables en los que asentaban los
jornales y los gastos en mercadería que hacían los trabajadores durante las
zafras, lo que les aseguraba un costo mínimo en mano de obra:
"machos" o "soldados", para referirse a los hombres;
"chinas", a las mujeres; y "osacos", a los menores de 13
años.
Para el psicólogo e investigador
Marcelo Valko, autor del prólogo, el libro del historiador platense Marcelo
Constant "enriquece la investigación con nuevos datos, reflexiones e
imágenes que permiten demostrar en forma contundente la cruel explotación a la
que fueron sometidas las parcialidades wichis, tobas, chorotes y chiriguanos en
aquel período por las administraciones de Ledesma, El Tabacal y La Esperanza,
por mencionar solo a los más connotados".
Radicado desde 1977 en Jujuy,
Constant revisó los libros de contabilidad de los ingenios y, con el apoyo de
una cuidada selección de imágenes de época, logró recrear las precarias
condiciones de trabajo de un periodo de nuestra historia que reprimió cualquier
aspiración de los derechos laborales, aunque fueran mínimos, utilizando tanto
la violencia desembozada como legislaciones creadas a tal efecto, como la Ley
de Residencia. "Los antecedentes por el interés en esta temática –dice
Constant– tendría que buscarlos ante todo por mi desconcierto ante la
injusticia: ya había trabajado sobre la situación de la mano de obra en la
minería en la puna de Jujuy a fines del siglo XIX, el papel de la tienda de
raya, el endeudamiento perpetuo, etcétera. En la misma época con dos compañeros
habíamos realizado un trabajo sobre el ingenio La Esperanza, ubicado en San
Pedro de Jujuy, y años más tarde ya como investigador de la Secretaría de
Cultura de Jujuy, comencé un trabajo de recopilación de material fotográfico
desconocido en la provincia, en el Archivo General de la Nación. Los documentos
fotográficos fueron reveladores de un pasado atroz. A partir de entonces mi interés
fue creciente sobre la mano de obra indígena que ocupaba los ingenios desde su
creación en las últimas décadas del
siglo XIX y el papel del estado nacional a través de sus funcionarios y
fundamentalmente la presencia en el espacio chaqueño de las fuerzas militares,
las campañas de ocupación y el
hostigamiento a que fueron sometidos los distintos pueblos indígenas, para los
que sus tradicionales formas de subsistencia habían entrado en una fase de
total decadencia. Los mismos indígenas que habían sido reconocidos en los
inicios del proceso revolucionario de 1810, como 'nuestros hermanos' o 'hijos
primogénitos de América', a partir de 1860 eran reconocidos como enemigos a los
que había que destruir".
Para desarrollar su trabajo,
Constant recurrió a múltiples fuentes así como a los testimonios de viajeros,
exploradores, militares, funcionarios del Departamento Nacional del Trabajo y
misioneros en la región. "Para el estado nacional el indio se había
convertido en un problema con el que no se sabía qué hacer; recién en 1916 se
crea la Comisión Honoraria de Reducciones de indios, pero en la práctica fue
impotente para evitar las desdichadas condiciones de explotación del indio, a
quien se le habían arrebatado sus tierras ancestrales", explica el historiador. Así, el libro recién presentado por Sudestada
revela un mundo descarnado de sufrimiento de nuestro pasado prácticamente
desconocido en los textos escolares. «
Publicado:FM Universo 94.3 MHz. Edid Medina - Ramón Bohle
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