Y los trenes chocaron. El concepto “como sea” se hizo carne
en el referéndum en Cataluña de la peor manera. Al momento de escribir este
artículo, los heridos llegaron a más de 800 producto de la represión perpetrada por la Guardia Civil española por
orden del Ministerio del Interior de España. A pesar de la violencia
institucional ejercida sobre los catalanes que fueron a votar y habiendo
incautado 9 mil boletas, la brutalidad con la que el gobierno de Mariano Rajoy
abordó la jornada no pudo impedir que más de 3 millones de ciudadanos acudieran
a las urnas.
La voluntad de los catalanes pudo más que la tozudez del
gobierno central de impedir lo que terminó siendo una contundente muestra de
participación ciudadana, ya que no fueron solo los partidos políticos de
Cataluña, sino que parte del proceso tuvo a bomberos, entidades sin fines de
lucro y una multiplicidad colectivos que se las arreglaron para que la consulta
se realizara a pesar del intento de bloqueo.
¿Cuáles son las salidas posibles de este conflicto que
parece estar destinado a profundizarse? Carles Puigdemont sugirió avanzar en la
declaración de la independencia al finalizar la jornada electoral. Mientras
tanto, la opción en caso del triunfo del NO era la convocatoria a elecciones
anticipadas para lograr una mayoría necesaria para que el ejecutivo negocie la
independencia. En este marco, el gobierno español tiene dos opciones,
aprovechar el tiempo de las elecciones, que podría ser el 26 de noviembre para
negociar con los independentistas o bien, algo mucho más difícil que suceda,
barajar y dar de nuevo y convocar a una consulta popular para reformar la
constitución. Esto quedó descartado una vez que se conocieron los resultados
que indican que el 90 por ciento de los votantes (unos dos millones de
personas) votaron a favor de la salida. ¿Habrá influido el brutal operativo de
las fuerzas de seguridad de España? Probablemente.
El gobierno de Mariano Rajoy pareciera no tener la más
mínima voluntad de construir puentes de diálogo con los independentistas, mucho
menos después de decir que “el referéndum fue una escenificación” y que la
represión fue “la garantía de la preservación del Estado de Derecho frente a
los que quisieron subvertirlo”. En estas condiciones, no hay diálogo posible.
Pero, ¿Por qué es tan importante Cataluña para España?
Expresa casi el 20 por ciento del PBI, incluso más que lo que representa la
comunidad de Madrid. Entonces, ante la crisis económica el gobierno central se
favorece con la recaudación de los impuestos de los 7,5 millones de habitantes
de Cataluña. Este es uno de los puntos centrales, el económico, pero también se
combina con el aspecto cultural e histórico de la lucha por la independencia.
Una declaración de independencia acompañada de desobediencia civil es una teoría
que empieza a tomar demasiada fuerza.
El punto clave de esta disputa es que los caminos se
muestran irreconciliables. Para España lo que está por delante es la
Constitución y el imperio de la ley. Para Cataluña la legitimidad de los votos
que le permitan avanzar en la secesión y el autoritarismo de Madrid son motivos
suficientes para seguir en el mismo camino. ¿Podría haberse evitado?
Absolutamente. En primer lugar impulsando un referéndum acordado tal como
sucedió en Reino Unido con Escocia en el cual, con una fuerte campaña en contra
liderada por el propio David Cameron, el resultado termino con el NO
imponiéndose. Nada de esto sucedió en España. Rajoy decidió tensar la cuerda y
poner todo el aparato del Estado para sofocar el comicio profundizando el
espíritu nacionalista de Cataluña. Lo más grave es que esta situación podría
haberse abordado de otra manera. Según sondeos, los sectores que están a favor
de la independencia son jóvenes con padres y abuelos catalanes sin problemas de
trabajo. En esa franja el apoyo oscila entre el 47 y el 51 por ciento. Sin
embargo, los sectores más humildes, y los desocupados se inclinan por el No en
casi un 60 por ciento. Seguramente, muchos estaban de acuerdo de votar, por más
de elegir el NO. Esta ecuación podría haber cambiado durante la elección al ver
la presencia del Estado solo a través de la violencia.
Entones, si Cataluña declara la independencia en los
próximos días, el Gobierno tiene un solo camino que es el de aplicar el
articulo 145 de la constitución que suspende de facto los poderes de la
autonomía, es decir, apagar el fuego con nafta.
Lo de Rajoy fue una torpeza y una absoluta muestra de
incapacidad para dimensionar la magnitud de lo que estaba en juego. En esta
encerrona, Rajoy buscará adquirir oxígeno mediante alianzas en el exterior y
dentro del sistema político español. Respecto al primer punto, la Unión Europea
manifestó que no permitirá el ingreso de Cataluña al bloque, pero también expresaron su malestar respecto
de la violencia ejercida, sin condenar al Gobierno, claro. En el terreno
interno, la situación podría empeorar. Al apoyo de Ciudadanos hay que agregar
la interna en el Partido Socialista Obrero Español que tuvo a su líder Pedro
Sánchez “defendiendo al Estado a pesar del Gobierno” y condenando a ambos
bandos, postura que no coincide con la de muchos de sus integrantes. Y por otra
parte a Podemos e Izquierda Unida pidiendo la renuncia del presidente y
planteando una reforma constitucional.
El primero de octubre quedará marcado con fuego en la
memoria de todos, ya nada será igual entre España y Cataluña. Si no se refunda
el Pacto de Moncloa y no se piensa un Estado Plurinacional que contenga las
tensiones de las autonomías, las fotos del referéndum van a repetirse y la
salida de Cataluña será tan traumática como inevitable.
Por último, es importante aclarar que esta compleja
situación no escapa a la crisis estructural que viven las potencias
occidentales y la Unión Europea en particular. La reproducción del capital
desde la lógica financiera trasnacional, eso que Raúl Zaffaroni llama
“totalitarismo financiero” está resquebrajando la institucionalidad global y,
en esta línea, los Estados Nacionales son una ficha más del dominó geopolítico
actual.
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