TODO VENÍA PERFECTO PARA JUAN
CARLOS Y MAURICIO, PEEERO…
Esta semana, la presidenta
Cristina, al anunciar la incorporación de más de un millón de personas a los
servicios de aguas y desagües cloacales en La Matanza, y reivindicando el rol
del Estado en el tema sanitario, recordó la megaestafa que intentaron hacer
Mauricio Macri y el por entonces Intendente de Morón, Juan Carlos Rousselot.
“Para los que no tienen memoria:
Hace mucho tiempo y no tanto, allá por la década de los noventa había un
Municipio: Morón y adentro de Morón estaban Hurlingham e Ituzaingó. No sé si se
acuerdan de algún intendente que finalmente creo que terminó procesado, preso por la estafa de las
cloacas; también quisiera recordarles quién era la empresa y el empresario que
tenía que hacer las cloacas en Ituzaingó y en Hurlingham y en todo Morón, para
que nadie se olvide”, dijo.Quienes hacemos El Diario, convencidos que los
pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla, decidió hacer
una edición especial de esa historia negra que involucró millones de dólares,
episodios de violencia, aprietes varios y hasta un homicidio impune: la del
escribano que supervisó el contrato, Elvio Cigarroa, asesinado por un sicario.La
historiaHay que decirlo: no parecía una empresa difícil. De un lado: Mauricio
Macri, de promisorios 29 años, representaba a una de las más poderosas empresas
de la Patria Contratista: Sideco. Del otro, Juan Carlos Rousselot uno de los
políticos más relevantes de ese momento, intendente y principal operador de
quien figuraba primero en las encuestas preelectorales, Carlos Saúl Menem.El
plan también aparecía como sencillo y conveniente, muy conveniente para las
partes. Sideco construiría la red cloacal en un distrito que carecía de ese
vital servicio y Rousselot, además de cumplir con los vecinos, anudaba una
potente relación con el Grupo Macri que incluía la promesa de apoyo económico
para el siguiente paso que preveía el intendente: la gobernación de la
provincia de Buenos Aires.Ese 30 de diciembre de 1988, mientras el gobierno de
Raúl Alfonsín se caía a pedazos corroído por una inflación que en pocos meses
más sería hiperinflación, los aprietes del FMI, de la Sociedad Rural, los
cortes de energía y el acoso de los grandes medios, Macri y Rousselot, el
neoliberalismo en su quintaesencia, firmaban sonrientes el Plan Cloacal
Morón.La obra orillaba los 400 millones de dólares y, financiación mediante,
alcanzaría la friolera de 1000 millones. Y era solo el comienzo. Con esos
fondos el Grupo Macri construiría una planta de tratamiento de líquidos
cloacales e industriales con capacidad para servir también a los municipios de
Tres de Febrero, San Martín, General Sarmiento, Tigre, San Fernando y San
Isidro.La chancha y los veinteTodo parecía perfecto, peeerooo… algo falló.
Macri y Rousselot se sentían tan superpoderosos que olvidaron, o les importó
poco, respetar las leyes que rigen las transacciones entre el sector público y
el privado. Sesenta días después, el 1 de marzo de 1989, el contrato era
rescindido.¿Las razones? Varias: falta de aprobación del Concejo Deliberante,
costo de la obra y tarifas excesivamente altas, inusitada celeridad en el
proceso de contratación, ausencia de concurso de ofertas (Mauricio Macri era el
único oferente admitido) y el compromiso de cubrir con fondos municipales
durante 22 años hasta el 20% de lo que pudieran adeudarle a la empresa los
propietarios morosos.El destino de Rousselot era inevitable: terminó destituido
primero y preso después y Mauricio saltó el mostrador, y ahora del lado de la
política, se apresta a presentar la batalla más importante de su vida: en
octubre de este año será candidato a presidente de la Nación.
“Para los que no tienen memoria:
Hace mucho tiempo y no tanto, allá por la década de los noventa había un
Municipio: Morón y adentro de Morón estaban Hurlingham e Ituzaingó. No sé si se
acuerdan de algún intendente que finalmente creo que terminó procesado, preso por la estafa de las
cloacas; también quisiera recordarles quién era la empresa y el empresario que
tenía que hacer las cloacas en Ituzaingó y en Hurlingham y en todo Morón, para
que nadie se olvide”, dijo.
Quienes hacemos El diario,
convencidos que los pueblos que olvidan su historia, están condenados a
repetirla, decidió hacer una edición especial de esa historia negra que
involucró millones de dólares, episodios de violencia, aprietes varios y hasta
un homicidio impune: la del escribano que supervisó el contrato, Elvio
Cigarroa, asesinado por un sicario.
La historia
Hay que decirlo: no parecía una
empresa difícil. De un lado: Mauricio Macri, de promisorios 29 años,
representaba a una de las más poderosas empresas de la Patria Contratista:
Sideco. Del otro, Juan Carlos Rousselot uno de los políticos más relevantes de
ese momento, intendente y principal operador de quien figuraba primero en las
encuestas preelectorales, Carlos Saúl Menem.
El plan también aparecía como
sencillo y conveniente, muy conveniente para las partes. Sideco construiría la
red cloacal en un distrito que carecía de ese vital servicio y Rousselot,
además de cumplir con los vecinos, anudaba una potente relación con el Grupo
Macri que incluía la promesa de apoyo económico para el siguiente paso que
preveía el intendente: la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Ese 30 de diciembre de 1988,
mientras el gobierno de Raúl Alfonsín se caía a pedazos corroído por una
inflación que en pocos meses más sería hiperinflación, los aprietes del FMI, de
la Sociedad Rural, los cortes de energía y el acoso de los grandes medios,
Macri y Rousselot, el neoliberalismo en su quintaesencia, firmaban sonrientes
el Plan Cloacal Morón.
La obra orillaba los 400 millones
de dólares y, financiación mediante, alcanzaría la friolera de 1000 millones. Y
era solo el comienzo. Con esos fondos el Grupo Macri construiría una planta de
tratamiento de líquidos cloacales e industriales con capacidad para servir
también a los municipios de Tres de Febrero, San Martín, General Sarmiento,
Tigre, San Fernando y San Isidro.
La chancha y los veinte
Todo parecía perfecto, peeerooo…
algo falló. Macri y Rousselot se sentían tan superpoderosos que olvidaron, o
les importó poco, respetar las leyes que rigen las transacciones entre el
sector público y el privado. Sesenta días después, el 1 de marzo de 1989, el
contrato era rescindido.
¿Las razones? Varias: falta de
aprobación del Concejo Deliberante, costo de la obra y tarifas excesivamente
altas, inusitada celeridad en el proceso de contratación, ausencia de concurso
de ofertas (Mauricio Macri era el único oferente admitido) y el compromiso de
cubrir con fondos municipales durante 22 años hasta el 20% de lo que pudieran
adeudarle a la empresa los propietarios morosos.El destino de Rousselot era
inevitable: terminó destituido primero y preso después y Mauricio saltó el
mostrador, y ahora del lado de la política, se apresta a presentar la batalla
más importante de su vida: en octubre de este año será candidato a presidente
de la Nación.
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