La desesperación aumenta en aldeas cercanas el epicentro que
quedaron totalmente aisladas; hay escasez de comida y medicamentos; la lluvia
complica a los socorristas; llega ayuda internacional.
KATMANDÚ.- Calles destruidas, falta de helicópteros, escasez
de comida y medicamentos y una lluvia incesante eran las condiciones adversas
que enfrentaban ayer los socorristas que continuaban con las tareas de rescate
en ciudades y aldeas de Nepal, donde la cifra de muertos tras el terremoto de
magnitud 7,8 en el Himalaya trepó a 4138.
La desesperación aumentaba ayer entre los habitantes de
aldeas y pequeños pueblos cercanos al epicentro del sismo mientras enterraban a
sus muertos y esperaban la llegada de la ayuda internacional, que comenzaba a
acumularse en el atestado aeropuerto de Katmandú.
Fuera de la capital, muchas de las aldeas severamente
dañadas por el terremoto eran apenas un agujero negro rodeado por
deslizamientos de tierra que las hacían inaccesibles incluso para las fuerzas
armadas.
Las autoridades del país comenzaron a lanzar ayer desde el
aire lonas, comida seca y medicina sobre los pueblos de montaña ante la
imposibilidad de hacer aterrizar los helicópteros disponibles. Al momento del
sismo, Nepal sólo tenía operativos 12 helicópteros, a los que luego se sumaron
otros seis enviados por la India.
Algunas de esas naves fueron destinadas al rescate de
escaladores atrapados en el monte Everest después de la sucesión de varias
avalanchas.
Cerca del 90% de los efectivos de las fuerzas armadas, que
ascienden a 90.000, fueron movilizados para paliar las consecuencias del
desastre. La mayoría de esa fuerza se concentró en Katmandú.
El gobierno gradualmente tomaba dimensión de la tragedia
ocurrida en otros lugares aislados, razón por la cual demoraba la evaluación de
control de daños y víctimas.
En el pasado, el gobierno de Nepal hizo algún intento de
consolidar miles de pequeños pueblos que se encuentran en los riscos de las montañas,
algunos de ellos a más de un día de caminata desde la ruta más cercana.
Pero aunque el sistema de caminos se expandió con celeridad,
los intentos de atraer pobladores de las montañas a las ciudades y pueblos
donde podrían recibir los servicios del gobierno fracasaron por la falta de
recursos de los pobladores. El resultado es una población tan aislada del
gobierno central que la mayoría no tiene tarjetas de ciudadanía nepalesa.
"Todas estas personas son prácticamente
invisibles", dijo Jeffrey Shannon, director de los programas Mercy Corps
en Nepal.
En la tarde de ayer, Parbati Dhakal y sus vecinos de
Saurpani caminaron dos horas por un sendero de montaña mientras cargaban 11
cuerpos atados a cañas de bambú. Se detuvieron en la orilla del río, donde
enterraron a sus muertos.
Uno de los habitantes del pueblo señaló a los muertos y los
identificó, uno por uno: "Padre enterrado; madre acaba enterrada; hermana
acaba enterrado".
Los residentes de Saurpani, mientras se abrían camino hasta
las orillas del río Daraudi con los cuerpos de sus familiares, describieron un
paisaje de destrucción. En esa aldea había 1300 casas, pero uno de sus
habitantes, Shankar Thapa, dijo: "Todas las casas se derrumbaron".
Los aldeanos dijeron que la suerte parecía determinar quién
vivía y quién moría. Nar Bahadur Nepali, un agricultor de 37 años, dijo que la
mayoría de las estructuras de su aldea habían colapsado, incluyendo su casa.
"No hay nadie ayudando a la gente en los pueblos. La
gente está muriendo donde está", dijo A. B. Gurung, un soldado nepalés que
esperaba en el distrito de Dhading un helicóptero indio que había llegado a
Darkha, su pueblo.
Los enfermos y heridos yacían a la intemperie en la capital,
sin posibilidad de encontrar camas en hospitales de una Katmandú devastada. En
las afueras del Colegio Médico, los cirujanos establecieron un centro en una
tienda de campaña.En Katmandú y sus alrededores las familias exhaustas
tendieron colchones en las calles y levantaron tiendas de campaña para
protegerse de la lluvia. La gente hacía filas para conseguir agua entregada por
camiones, mientras que los pocos comercios que permanecían abiertos ya no
tenían nada que vender.
En este contexto, gobiernos, organismos humanitarios y
celebridades intensificaron ayer su esfuerzo para recaudar fondos en ayuda de
los sobrevivientes. Según el Servicio de Seguimiento Financiero de la ONU, ya
se han recibido 5,7 millones de dólares en fondos, que no incluyen otros 10
millones que aportará Estados Unidos. El Banco de Desarrollo Asiático, en
tanto, informó que destinará hasta 200 millones de dólares para los esfuerzos
de recuperación del país.
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