En la Argentina hay
35 ríos, arroyos y lagos apropiados por terratenientes
Son empresarios locales y extranjeros que se adueñaron de
recursos hídricos que deberían ser accesibles para todos los habitantes.
Incumplen la ley y, muchas veces, recurren a la violencia. Los negocios
privados y el caso de Corrientes.
Un empresario inglés alambra un lago en Río Negro, un
millonario italiano cierra una ruta provincial y aísla a un pueblo en Chubut.
Un magnate de medios estadounidense pone una tranquera e impide el paso al río
Traful, en Neuquén. Y en San Martín de los Andes, el custodio privado de un
complejo de cabañas mata de un balazo a un joven por estar pescando con un
amigo a orillas del río Quilquihue.
Son apenas algunos ejemplos de los innumerables casos de
apropiación ilegal de recursos hídricos por parte de empresarios argentinos y
extranjeros que violan leyes provinciales y nacionales, y pasan a ser “okupas”
de escenarios naturales que deberían estar abiertos al público. Así lo pudo
comprobar Tiempo Argentino tras un relevamiento en todo el país, que permitió
detectar en ocho provincias 35 casos en los que ríos, lagos, arroyos, costas y
lagunas dejan de ser de todos para ser de algunos pocos, que no prescinden de
recurrir a la violencia para obtener y conservar sus privilegios.
El artículo Nº 2.340 del Código Civil incluye a los
mencionados recursos como “bienes públicos”, es decir, que pertenecen a los
habitantes en general, lo que significa que no está permitido que sean
comprados, vendidos, ni transferidos. Sin embargo, lo que viene sucediendo es
justo lo contrario. También el artículo 2.639 del mismo código sufre constantes
incumplimientos. Esa cláusula indica que “los propietarios limítrofes con los
ríos o con canales que sirven a la comunicación por agua, están obligados a
dejar una calle o camino público de treinta y cinco metros hasta la orilla del
río, o del canal, sin ninguna indemnización”. Es otra norma que pocos terratenientes
respetan.
En Córdoba, por ejemplo, sólo en 2009 la Dirección
Provincial de Agua y Saneamiento retiró 500 alambrados en las sierras chicas
que impedían el libre tránsito. En localidades serranas como Huerta Grande,
Villa Giardino o La Cumbre es frecuente ver espejos de agua dentro de
propiedades y hasta muros con candados que impiden el paso peatonal. En 2004,
el gobierno cordobés colocó mojones en siete lagos que delimitaron por primera
vez lo público de lo privado, pero ese plan se frenó en 2007.
En la Patagonia la situación es aun más crítica. Es la
región donde existen más casos de grandes propietarios, la mayoría de ellos
extranjeros, copando espacios públicos. Uno de los más emblemáticos es el del
inglés Joe Lewis. En 2011, la justicia rionegrina le ordenó abrir el camino
público que atraviesa su mansión y llega hasta el Lago Escondido. Lewis nunca
acató el pedido.
Por su parte, el magnate textil Luciano Benetton se apropió
de 15 kilómetros de la ruta provincial Nº 4, prohibiendo el acceso al río Chubut
y dejando al pueblo de El Maitén con una salida menos.
Otro tanto ocurre en Neuquén con la estancia La Primavera.
Allí, hace doce años que Ted Turner, dueño de la cadena CNN, mantiene a los
pobladores cautivos en sus propios campos. Uno de ellos es Miguel Lagos, que
para salir de sus tierras debía pedir permiso y sortear tranqueras con candados
y hasta un puente enrejado. Hoy, Lagos vive en Villa La Angostura. “Me tuve que
ir porque me hacían la vida imposible, pero todavía siguen viviendo familias que
para salir tienen que hacerlo de a pie y esquivando una zanja de dos metros de
profundidad que bordea el terreno”, explicó Lagos a Tiempo. También agregó que
“encadenaron el acceso a los ríos Minero y Traful y nadie puede acceder, y al
que lo intenta lo corren a los tiros”.
En Santa Cruz los poderosos también parecen tener más peso
que la propia ley. Apellidos como Pérez Companc, Benetton, Menéndez Bethy y
Braun Menéndez figuran entre los poseedores de grandes estancias que vedan el
acceso público a espejos de agua como el lago Strobel, los ríos Penitentes y
Gallegos, y las lagunas Chica, Larga y Cóndor.
Oscar Nieddu, ex presidente del Club de Pesca y Tiro
Fontinalis, de Río Turbio, relató que “prácticamente ya no se puede pescar en
ningún lado de la provincia porque los que dicen quién pasa y quién no son los
guardias privados”. Tener el carné habilitante al día ya no alcanza. “Hay
muchos lugares que son públicos, pero como hay cotos de caza y pesca privados,
tenés que pagar para entrar –sostuvo Nieddu–. Y en otros, directamente no pasás
ya que sólo está permitida la entrada a turistas extranjeros a los que le
cobran hasta dos mil dólares por día.”
En igual sentido se expresó Ángel González, titular de la
Asociación Ríos Libres, entidad que brega por el derecho a acceder sin
restricciones a las costas de los cursos de agua. A su hijo de 30 años,
Cristian González, lo mataron de un balazo en el cuello el 30 de agosto de
2006, mientras pescaba con un amigo en el río neuquino Quilquihue, cerca del
lago Lolog. Le disparó Horacio Calderón, custodio de un complejo de cabañas,
que fue condenado a 13 años y medio de prisión. Gaspar Schroh, dueño de la
cabaña que facilitó el arma, recibió dos años y medio en suspenso. Hoy está en
libertad.
En diálogo con este diario, Ángel González describió la
gravedad de una problemática que se repite en varios puntos de la Patagonia.
“Los privados no sólo se adueñan de los lagos y los ríos sino que también de la
vida de nuestro hijo por defender su negocio. La mayoría trabajan con turismo
internacional y le ofrecen el servicio completo de pesca, caza o recreación. El
cabañero no dejaba que la gente acampe ni pesque para garantizarles
exclusividad a sus clientes”, afirmó González.
Pero no sólo en el sur estas apropiaciones son moneda corriente.
También es muy frecuente en la zona del delta del Paraná, donde se asienta uno
de los humedales más importantes del planeta. Allí, la modalidad es diferente
pero los casos también se cuentan de a decenas.
El arroyo La Cruz, entre la localidad entrerriana de
Victoria y la santafesina de Rosario, fue cerrado por un empresario ganadero,
cortando por la mitad un enorme sistema de humedales con un endicamiento de dos
metros de altura. Cerca de allí, otro productor agropecuario clausuró un arroyo
navegable para poder llegar hasta su casa en 4x4.
Elba Stancich, coordinadora del Taller Ecologista Rosario,
aseguró que “se construyen terraplenes removiendo el suelo para la construcción
de un canal y a través de un sistema de bombas se regula el agua. Esto significa
cerrar arroyos, tapar lagunas y cerrar el paso a la gente que estaba
acostumbrada a ir a pescar a lugares de costa que hoy están interrumpidos”.
En el sur de Entre Ríos la historia se replica. Allí, Pedro
Pou, ex presidente del Banco Central durante el menemismo, levantó un
megaterraplén del mismo largo que la autopista Buenos Aires-La Plata, para
evitar que las crecidas del río Gualeguaychú y Paraná inunden sus propiedades.
Otro tanto sucede en Corrientes, provincia paradigmática en cuanto a la privatización
del capital acuífero (ver aparte).
La treintena de casos que Tiempo pudo contabilizar en el
mapa argentino dan cuenta del accionar de empresarios nacionales y extranjeros
que se adueñan de recursos naturales públicos para garantizar sus negocios. Sin
dudas, hay muchos más. Y esto sucede a cuatro meses de la reglamentación de la
Ley de Tierras, que busca poner fin a este tipo de especulación de los privados
y a la complicidad de los estados municipales y provinciales. <
El caso del vice de Clarín
Mucho se habla de las millones de hectáreas que están en
manos extranjeras, pero poco se dice de la batalla silenciosa que se está
librando por el acceso a un recurso vital y cada vez más escaso como es el
agua.
La provincia de Corrientes es emblemática en este sentido.
Desde hace dos años, el magnate húngaro George Soros viene regando 4200
hectáreas de cultivos de arroz con aguas del río Paraná, aprovechando permisos
precarios hechos a la medida de sus intereses.
En los Esteros del Iberá hace 25 años desembarcó la
millonaria francesa Madame Beaux, que en 2010 construyó una represa para regar
1000 hectáreas de arroz, pero nunca presentó el estudio de impacto ambiental
correspondiente. Por el uso de las aguas públicas, Beaux pagó menos de seis
pesos por cada hectárea sembrada.
Cerca de allí, el norteamericano Douglas Tompkins tiene más
de 200 mil hectáreas. Y si bien Tompkins asegura que no tiene interés en hacer
uso comercial de la zona, hay quienes alertan acerca de la ubicación
estratégica de sus campos: están sobre el acuífero Guaraní, una de las reservas
de agua dulce más codiciadas del mundo.
En 2010, Tiempo Argentino reveló que, también en suelo
correntino, José Antonio Aranda, vicepresidente del Grupo Clarín, planeaba
adueñarse del arroyo Ayuí para construir una represa en sociedad con Soros. Una
vez más, el objetivo era usufructuar un recurso público para garantizar un
negocio privado. El proyecto, que pretende inundar 8000 hectáreas y eliminar
130 kilómetros de bosques en galería, ya fue desautorizado por la Secretaría de
Medio Ambiente de la Nación y frenado por la Corte Suprema de Justicia.
Recursos hídricos
QUÉ DICE LA LEY
Según indica el artículo 2.340 del Código Civil argentino,
están comprendidos entre los bienes públicos “los ríos, sus cauces, y toda otra
agua que tenga o adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general”,
como “los lagos navegables y sus lechos”.
Extranjerización
Magnates
Soros, Benetton, Lewis y Turner se encuentran entre los
varios millonarios extranjeros que usufructúan recursos hídricos públicos en la
Argentina.
El maíz azul, sus
propiedades nutricionales y sus antioxidantes
El maíz es la base de la alimentación en México; de entre las
numerosas variedades de este grano el más nutritivo y el que más compuestos
antioxidantes tiene es el maíz azul. Esta misma variedad contiene un nivel de
fibra mucho más alto que la mayoría de los cereales, mientras que sus
carbohidratos son de fácil digestión.
Recordemos, que en México se hace mención principalmente a
tres variedades de maíz: el blanco, que se cultiva para el consumo humano por
su alto contenido nutricional; el amarillo, destinado principalmente al
procesamiento industrial y a la alimentación de los animales; y el maíz azul,
que se utiliza principalmente para la elaboración de tortillas, atoles y
pinoles.
El maíz azul se caracteriza por sus mazorcas alargadas, con
granos cristalinos de coloración azul púrpura. Las condiciones necesarias para
su cultivo se encuentran en Chihuahua, principalmente en la Sierra Tarahumara,
pero también se cultivan, en menor medida, en algunas otras regiones del país
como Veracruz, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.
Su color se debe a las antocianinas, un pigmento hidrosoluble
y natural que se encuentra también en el arándano, la frambueza, la cereza, la
col lombarda y las ciruelas.Es precisamente el maíz azul el que menos se
cultiva, y el que menos se consume; sin embargo sus características
nutricionales deberían hacernos pensar en consumirlo más.
De inicio, contiene una menor cantidad de almidón, y su
índice glucémico es inferior al del maíz blanco, por lo que es más amigable
para la dieta de las personas que viven con diabetes, una enfermedad que afecta
a buena parte de la población mexicana.
Por otro lado, el maíz azul tiene un balance adecuado de
aminoácidos esenciales, como la fenilalanina, la leucina y la histiadina,
mismos que nuestro organismo no puede producir por si mismo, por lo que debe
adquirirlos a través de la ingesta directa, de este modo, la proteína que
aporta el maíz azul es de buena calidad.
A sus propiedades, podemos añadir que el maíz azul es una
excelente fuente de ácidos grasos, así como de vitamina A, vitamina E, fósforo
y calcio, entre otras vitaminas y minerales.
Recientemente, ha llamado la atención la alta presencia de
antioxidantes en esta variedad de maíz, mismos que tienen eficacia
anticancerígena, antineurodegenerativa y antiinflamatoria. Estos antioxidantes,
también ayudan a mejorar la agudeza visual nocturna y a reducir las
enfermedades coronarias. Lamentablemente,
el maíz azul es un cultivo escaso en México, ya que sólo el 7% de la superficie
de siembra se dedica a esta variedad, y dado que no es del gusto del
consumidor, que está por tradición y crianza apegado al maíz blanco, es aún más
barato, lo que repercute en un bajo interés de los agricultores por cultivarlo.
Con todo lo anterior, nuestra tarea es reconsiderar al maíz
azul como un excelente alimento desde el punto de vista nutricional, probarlo y
darle la oportunidad de enriquecer nuestra dieta y desde luego, fomentar su
consumo en nuestras familias.
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