Fuente: Revista Viva, Clarín.
Los cuerpos fueron arrojados entre 1975 y 1979 al pozo que
tiene 40 metros de profundidad (el equivalente a un edificio de 12 pisos).

El
pozo permaneció totalmente sellado durante décadas hasta que los vecinos de
Tafí Viejo y de la ciudad de San Miguel de Tucumán contaron sobre los
movimientos extraños, los camiones unimog, los bultos, las armas, que habían
visto. Los testimonios llevaron a inspeccionar un predio perteneciente Antonio
Vargas. El 13 de febrero de 2002, por una denuncia del dirigente Enrique
Romero, se abrió el expediente judicial número 400140. En 2006, a 20 metros de
profundidad, se produjeron los primeros hallazgos de restos óseos, que fueron
encontrados aplastados entre sí, baleados, con signos de torturas, quemados, y
luego tapados por una masa de objetos y desechos equivalentes al cargamento de
160 camiones. Entre los 107 identificados hay obreros de los ingenios,
estudiantes, docentes, delegados ferroviarios, militantes del Partido
Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo y de
Montoneros y de la JP, según entidades de Derechos Humanos. En julio de 2016,
el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que se encarga en Buenos
Aires de identificar los restos que extraen los peritos en Tucumán, confirmó el
hallazgo de Luis Eduardo Falú, secuestrado en septiembre de 1976, hermano del
guitarrista y compositor Juan Falú.
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