Las revelaciones de un organismo internacional respecto de
una explosión submarina en la zona donde desapareció el submarino Ara San Juan
–y en la fecha coincidente con su última comunicación- ha colocado en el tapete
la posibilidad cierta de un desenlace trágico, tanto para la nave como para sus
ocupantes.
Pero la información sobre este grave hecho continúa
desenvolviéndose con la misma ambigüedad e incertidumbre con la cual transitó
en estos ocho días. Como parte de ello, el ministro de Defensa afirmó haberse
enterado por un medio de información –y no por el jefe de la Armada– de la
desaparición del submarino. Por caso, el dato de una avería eléctrica reportado
horas antes de que se perdiera contacto con la nave tomó estado público muy
tardíamente.
Algunos periodistas han atribuido esta desinformación a una
impericia mediática o comunicacional. La cuestión, sin embargo, es bastante más
profunda: indagada acerca del carácter de la misión que practicaba el Ara San
Juan, la jueza interviniente en la causa ha respondido que “se trata de una
información sensible y de un secreto de Estado”, recordando su carácter de
´nave de guerra´. De esta afirmación podría deducirse que la confidencialidad
se relaciona con razones de defensa nacional. Pero la hipótesis no se condice
con la trayectoria del Ara San Juan: es que el submarino desaparecido se ha
destacado por su participación en operaciones de colaboración con la marina
norteamericana; entre ellas, los operativos Unitas, articulados para reafirmar
el dominio político y militar del imperialismo sobre el continente. El manejo
conspirativo respecto de lo ocurrido con el ARA San Juan es indisoluble de esta
función militar, incluso antagónica con la propia soberanía nacional.
Recientemente, la presión en favor de intensificar esa colaboración con las
misiones imperialistas se ha reforzado: el gobierno requirió al Senado la
autorización para la realización de operaciones militares conjuntas, con fuerte
acento en el mar. En ese cuadro, se concretó esta misión del ARA San Juan,
cuyas condiciones de conservación y mantenimiento han sido fuertemente
debatidas en estas horas. Todo indica que la vida de los 44 marinos ha sido
jugada en un tablero ajeno al de la autonomía nacional.
Los voceros oficiales están lejos de dar explicaciones
certeras al país y a los familiares de la nave. En cambio, sus medios afines no
demoraron en reclamar un rearme del Ejército argentino. Han coincidido con ese
reclamo varios opositores al gobierno, en este caso, desde posiciones
nacionalistas.
Pero el rearme de un Estado semicolonial sólo puede reforzar
los lazos con sus opresores, y el lugar de las FFAA argentinas como segundo
violín de las operaciones militares del imperialismo; y se liga con la
tentativa de incorporar a los militares a la represión interna en nombre de la
“lucha contra el narcotráfico”.
La soberanía nacional exige de la ruptura con los opresores,
o sea, de los pactos económicos y políticos que atan al país con el capital
imperialista y con sus Estados. El fracaso de los partidos de la burguesía
nacional en este plano traslada esa tarea histórica a los trabajadores y a su
propio gobierno. A esta perspectiva deben unirse los miembros de las fuerzas
armadas que quieran luchar contra el Estado y los gobiernos que los han convertido
en peones de las potencias imperialistas. Con esta comprensión política,
expresamos nuestra solidaridad con las víctimas y familiares del ARA San Juan;
reclamamos que se informe pública e integralmente sobre la misión del submarino
y sus objetivos, y que se esclarezcan todas las responsabilidades políticas en
este grave episodio.
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