Todas las voces y músicas de la Patria Grande

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martes, 22 de octubre de 2013

Aceptar el techo de deuda es muy peligroso para Estados Unidos

Algunas leyes son demasiado peligrosas como para dejarlas en los libros. Tomemos, por ejemplo, el techo de deuda de EEUU. Es el equivalente legislativo de una bomba nuclear que dirige EEUU hacia sí mismo, mientras el resto del mundo se encuentra dentro de su radio de alcance. Lo que nunca debe utilizarse no debería existir.
Independientemente del resultado de las negociaciones de la semana pasada, la ley debe ser derogada. No se puede gobernar ordenadamente bajo una amenaza tan destructiva. El techo de deuda es muy diferente de un cierre parcial del gobierno. Aunque sea absurdo e injusto, la situación puede manejarse de alguna manera. Sin embargo, la situación si no se eleva el techo de deuda no lo es.
El embrollo sobre el techo tiene un lado oscuro y ligeramente divertido. Muchos recordarán la insistencia republicana de que “la incertidumbre” coartaba la recuperación económica. Sin embargo, es difícil imaginar políticas mejor diseñadas para crear un máximo de incertidumbre que un posible incumplimiento por parte del deudor más importante del mundo.

Cuando se le preguntó acerca de las consecuencias de un fracaso en alcanzar un acuerdo con respecto al techo, Jamie Dimon, presidente ejecutivo de JPMorgan Chase, respondió: “Usted no quiere saberlas.” Pero debemos tratar de saberlas, porque los resultados serían calamitosos.
¿Por qué es el techo de deuda demasiado peligroso para utilizarse? Esta pregunta tiene dos respuestas.
La primera es constitucional. En un artículo reciente, Neil Buchanan de la Universidad George Washington y Michael Dorf de Cornell afirman que un techo obligatorio de deuda crearía un "trilema " para el presidente: "Ignorar el techo de deuda y emitir unilateralmente nuevos bonos, usurpando así el poder de endeudamiento del Congreso; aumentar unilateralmente los impuestos, usurpando así el poder tributario del Congreso; o cortar unilateralmente el gasto, usurpando así el poder adquisitivo del Congreso." Por lo tanto, un techo de deuda obligatorio forzaría al presidente a violar su obligación de "velar por que las leyes sean fielmente ejecutadas." Los autores concluyen que el presidente debe elegir el curso "menos inconstitucional" e ignorar el techo de deuda. Pero, inevitablemente, cualquier acción que tomase el presidente crearía una crisis constitucional. Ningún Congreso responsable trataría de poner al presidente en semejante situación.
La segunda razón por la que el techo de deuda es tan peligroso es que el gobierno no podría acatarlo sin autodestruirse. En algún momento entre el 17 de octubre y el final del mes, el gobierno carecería el dinero para pagar sus cuentas. Todas las opciones serían nefastas.
Una opción muy discutida es la de dar "prioridad": el gobierno federal pagaría a los demandantes "de alta prioridad" como el gobierno chino, e incumplirles a los demandantes de "baja prioridad" como los beneficiarios de Seguro Social o Medicare. Sí, la posibilidad es así de horrible.
El Tesoro de EEUU tiene dos fuertes objeciones.
En primer lugar, la priorización no protegería la "plena fe y crédito de los Estados Unidos" - y aún sería siendo un incumplimiento. En segundo lugar, los sistemas informáticos del gobierno de EEUU no le permiten elegir entre los cerca de 100 millones de pagos que efectúa cada mes. Pero Fedwire, el sistema que se encarga de los pagos de deuda soberana, es distinto de los sistemas que efectúan pagos a los organismos gubernamentales y otros proveedores. De manera que tal vez el Tesoro de EEUU podría pagar las primeras obligaciones y luego usar el dinero restante para las segundas - una posibilidad que niega siquiera que existe - con el fin de preservar su credibilidad para negociar.
Incluso si fuera posible, lo cual dista de saberse con certeza, la política de asignación de prioridades sería desastrosa. Sin embargo, las repercusiones económicas de un incumplimiento de la deuda serían peores. Los bonos del Tesoro de EEUU son los activos seguros más importantes del mundo. Si fueran a incumplir, aun temporalmente, habría un impacto inmediato en las primas de riesgo y un impacto muy posiblemente permanente sobre su papel como refugio financiero. Se impondrían recortes en su uso como garantías. El resultado, como mi colega Gillian Tett ha señalado, sería una enorme perturbación de la liquidez del mercado y del crédito en el mundo entero. La quiebra de Lehman es una cosa; el incumplimiento de EEUU sería otra muy distinta. No es de extrañarse que la reunión de los banqueros centrales y ministros de finanzas en Washington la semana pasada para las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial mostraban tanta agitación con respecto al tema.
La alternativa menos perjudicial económicamente sería que el gobierno de EEUU dejara de pagar sus obligaciones que no están relacionadas con la deuda. De hecho, muchos en el Tea Party creen que el techo es una manera de imponer un presupuesto equilibrado, aunque fuese uno que redujese incluso los préstamos regulares a corto plazo para los hogares. Hoy en día, esto requeriría la eliminación inmediata de un déficit de alrededor de 4.2 por ciento del producto interno bruto. Un corte instantáneo de esta magnitud reduciría el PIB por mucho más que el 6 por ciento que los multiplicadores convencionales podrían sugerir. La razón es que todos los estabilizadores incorporados se verían recortados. A medida que los ingresos cayeran conjuntamente con el PIB, el gasto se reduciría automáticamente más. El PIB podría caer un 10 por ciento. Esto causaría un desastre nacional y mundial.
Por lo tanto, si el gobierno tuviera que respetar el techo de deuda, tendría que elegir entre una calamidad de la deuda y un desastre en su producción. Sin embargo, Barack Obama también tiene razón en que no puede someterse ante las personas que esgrimen esta amenaza porque sino aumentaría su incentivo para su uso repetido y así, a largo plazo, la posibilidad de que la bomba explote. Este dispositivo debe desmantelarse; pero desgraciadamente, eso no sucederá.
La administración también tiene que decidir que hará si el techo no se eleva a tiempo ahora, el próximo mes, o más adelante. La respuesta menos mala sería: sigamos pidiendo prestado. El presidente no puede afirmar que lo haría, antes del hecho. Es más, debe negarlo, ya que al saberlo reduciría el incentivo de sus oponentes para elevar el techo. Sin embargo, si sucediese lo peor, tendría que pedir prestado, invocando la necesidad de preservar el crédito del gobierno, porque sino se vería afectado de forma permanente.
Pedir prestado bajo una nube constitucional sería arriesgado. La forma más sencilla de minimizar estos riesgos sería pedir prestado a corto plazo. Después de todo, la Reserva Federal de EEUU debe asegurarse de que la tasa de interés se mantenga en cero, con el fin de preservar su política monetaria. La Cámara de Representantes podría acusar al presidente de “alta criminalidad” al asegurar que el gobierno de EEUU cumpla sus promesas, pero esa moción no pasaría en el Senado. Alguien podría impugnar las decisiones del Sr. Obama en un tribunal. Pero, ¿cómo podría un juez fallar que el presidente actuó inconstitucionalmente si el Congreso emitió instrucciones contradictorias?

Es una locura que semejante discusión sea remotamente posible. Hay que abolir el techo ahora mismo. Es una invitación a portarse mal.

Fuente:El Crnista Comercial 21de Octubre 2013

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