Carta crítica de pedagogos al ministro de Educación,
Alejandro Finocchiaro
Investigadoras, investigadores y profesionales de la educación
y áreas relacionadas elaboraron un documento crítico de la “transformación
educativa” que pretende implementar el ministerio de Educación. Cuestionan la
falta de debate, el desconocimiento de la realidad educativa y los términos que
definen a los docentes como "animadores culturales" y a los
estudiantes como "usuarios".
Un grupo autoconvocado de investigadoras, investigadores y
profesionales de la educación de más de 15 instituciones académicas, entre
ellas el Conicet, realizó un extenso documento de análisis crítico acerca del
proyecto Escuelas del Futuro que impulsa el ministerio de Educación de la
Nación.
El Gobierno ha presentado el programa como una “propuesta
educativa pedagógica innovadora” para los niveles primario y secundario de todo
el país, como “un puente a la construcción del futuro”, capaz de proveer “una
verdadera educación de vanguardia”, “otorgando a los estudiantes oportunidades
para adquirir nuevos conocimientos como la programación y la robótica para
cumplir sus sueños y proyectos”.
Sin embargo, el grupo de profesionales de la educación
autoconvocado exigió un “análisis exhaustivo y abarcativo por parte de los
diferentes agentes educativos”. “El proyecto no ha sido debatido con un amplio
abanico de expertos, así como tampoco con aquellos que forman parte del sistema
educativo. Esa situación nos convoca a analizar a fondo de qué se trata este
proyecto”, advirtieron.
El documento, que ya está en manos del ministro de
Educación, Alejandro Finnochiaro, lleva como título “Diez argumentos que
cuestionan el proyecto nacional Escuelas del Futuro como pretensión de
transformación educativa” y hace un repaso sobre lo que los investigadores
consideraron como los puntos más flojos de la propuesta gubernamental.
http://www.ipehcs.conicet.gob.ar/wp-content/uploads/2017/11/Documento.pdf
Entre las principales críticas, se apunta a que la “Escuela
del Futuro” prescinde de un “diagnóstico integral de la situación educativa
actual, sus principales falencias, tensiones y capacidades”. Según los
investigadores, se limita “principalmente a la incorporación masiva, acrítica y
desarticulada de tecnología”. Y a la “laguna de datos y análisis que habrían
permitido justificar la dirección del cambio propuesto, se le añade la falta de
discriminación entre la educación de gestión pública y privada, así como del
reconocimiento de necesidades, recursos y problemas jurisdiccionales”.
En el segundo punto, consideran que se “sobrevalora la
función de la tecnología digital en la educación”. “No podemos plantear que las
tecnologías por sí mismas promueven posibles cambios en las sociedades
contemporáneas, sino que debemos considerarlas en el conjunto del uso, la
distribución y las legitimaciones sociales que las acompañan; de los nuevos
relatos del mundo y del yo que contribuyen a construir, así como de las diferenciaciones
que profundizan o generan”, apuntan.
También critican la intención de “desdibujar los roles de
docentes y estudiantes”. La figura docente, dicen los investigadores, se licua
en la de “animadores del conocimiento”, mientras los estudiantes son
identificados como “usuarios” o como personajes de mundos ficcionales (“héroes”
y “superhéroes”) y oníricos (“sueños). “Esto se inscribe en la tendencia a la
marketinización de la educación”, advierten.
El documento cuestiona la falta de contemplación de los
“perjuicios del sobreuso de la tecnología digital para el desarrollo saludable
e integral de los estudiantes” y apunta que el programa “concibe la enseñanza
de modo que limita el abordaje de las complejidades del conocimiento y su
construcción en la escuela”.
En ese sentido, continúa el documento, se “prescinde del
carácter corporizado, situado y diverso del aprendizaje y la enseñanza”. “Dado
que hoy día muchos niños y adolescentes pasan largas horas con diversos
multimedios digitales en sus hogares, es importante brindar en el ámbito
educativo oportunidades diferentes vinculadas a la experiencia encarnada ―es
decir, que viene de tener un cuerpo―, situada ―es decir, que ocurre en un
determinado contexto histórico y socio-cultural― y diversa ―es decir que
atienda a los variados contextos pluriculturales y plurilingüísticos de nuestro
país―”, apuntan los investigadores.
Las crítica también se centra en la “banalización y
confusión” del proyecto gubernamental “al formular los campos y orígenes de los
conocimientos”. Dice el documento: “La oposición entre áreas ‘tradicionales’ y
‘emergentes’ del saber no contempla el interjuego dinámico que conecta la
producción, comunicación, preservación y transformación del conocimiento”.
Para los investigadores el proyecto “carece de perspectiva
histórica y promueve una visión de progreso acrítica” y “formula una propuesta
educativa respondiendo a criterios propios de la mercadotecnia”.
Por último, advierten que la Escuela del Futuro “elige
productos de marcas definidas sobre los que se asientan la propuesta y las
guías didácticas”. Todos los “ejes de implementación” requieren Windows, pese
al importante desarrollo de sistemas operativos sofisticados y robustos de
acceso libre, apunta el documento. Además, el hecho que los “ejes de
implementación” consistan en “kits comerciales específicos coloca a las
comunidades educativas en situación de dependencia de los proveedores y
canaliza la formación docente en estas áreas en el uso de recursos determinados
y limitados”.
Patricia Sadovsky, Doctora en Educación, profesora e
investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional, explicó a Página/12 que el
colectivo cree que "hay que ir hacia un cambio, pero claramente no es
éste". "Hay afirmaciones contundentes sin respaldo de
investigaciones, y que surgen de los enunciados de la OCDE, con lo que se
desconoce gravemente la producción local de conocimiento"
“Es importante enfatizar que todos tenemos preocupación por
el desarrollo de la escuela, sobre todo de la secundaria, pero no nos basamos
sólo en las evaluaciones Aprender, que es lo único que toma el Gobierno. La
escuela tiene una diversidad enorme, no se puede hablar de una escuela",
añadió.
Sadovsky señaló que el proyecto del Gobierno es "sólo
un enunciado, sin especificar el cómo, con una sobrevaloración de la
tecnología, un abordaje muy flojo y una pretensión fundacional, iniciática,
como si acá no hubiese experiencias ricas de las cuales extraer ejemplos".
"Hace mucho tiempo planteamos una revisión la manera en que se distribuye
el conocimiento en la escuela. Pero ese debate es con los docentes, con los
trabajadores, con los recursos reales de la educación", advirtió.
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