Amy Goodman y Denis Moynihan
El presunto intento del presidente Donald Trump de socavar
la investigación del FBI sobre su ex asesor de seguridad nacional, el teniente
general Michael Flynn, y su posterior despido del director del FBI, James
Comey, ha inspirado un sin fin de especulaciones en los medios de comunicación
hegemónicos sobre la posibilidad de que sea sometido a juicio político. Sin
duda, las pruebas presentadas por el periódico The New York Times, junto con
todo lo ocurrido durante los primeros meses de gobierno de Trump, amerita una
investigación independiente.
Tal vez, como en el escándalo de Watergate de 1974, que
forzó al presidente Richard Nixon a renunciar caído en desgracia para evitar el
proceso de juicio político y destitución, el encubrimiento del delito termine
siendo mayor que el delito mismo. ¿Pero qué pasaría si a Donald Trump se le
hiciera rendir cuentas por sus verdaderos delitos, como matar civiles en
ataques con aviones no tripulados, causarles sufrimiento o la muerte a los
refugiados al negarles asilo y conducir el planeta hacia una catástrofe
climática? ¿Qué sucedería si Donald Trump mantuviera sus promesas de campaña,
tan indignantes como incendiarias, que, de ser implementadas, en su mayoría
constituirían crímenes? Lamentablemente, el poder presidencial excesivo, y a
menudo letal, ahora se considera algo normal.
A los pocos días de asumir el cargo, el presidente Trump,
durante una cena con su yerno Jared Kushner y otros asesores, aprobó un
operativo militar del equipo especial SEAL 6 de la Marina estadounidense en
Yemen. El ataque le costó la vida al integrante de los SEAL “Ryan” Owens, así
como la pérdida de un helicóptero estadounidense. ¿Pero qué se supo de las
bajas civiles? Pese a las declaraciones del gobierno de Trump de que la
ofensiva recopiló amplios datos para inteligencia, han surgido informes de al
menos 30 muertes de civiles; entre ellos, varios niños. Según Reuters, autoridades
militares de Estados Unidos dijeron: “Trump aprobó su primera operación
encubierta de antiterrorismo sin suficiente información de inteligencia, apoyo
terrestre ni preparativos de respaldo adecuados”. Esto fue solamente un
operativo militar en Yemen entre miles, en una devastadora guerra civil
exacerbada por el armamento y apoyo de Estados Unidos a Arabia Saudí, que está
arrasando Yemen. Trump visitará Arabia Saudí esta semana, el primer país
extranjero al que irá como presidente. Donald Trump es el comandante en Jefe, y
su orden casual en medio de esa cena condujo a la muerte violenta de decenas de
personas inocentes. ¿Acaso no se trata de un crimen?
A mediados de abril, el ejército estadounidense lanzó una
bomba sobre un presunto objetivo del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por
su sigla en inglés) en Afganistán, que estos días no atrae la atención de los
medios, a pesar de que la guerra más larga en la historia de Estados Unidos ha
llegado a su 17º año, con promesas de Trump de extenderla y enviar miles de
tropas terrestres más al terreno. Pero esta no era una bomba común. Trump dejó
caer sobre territorio afgano lo que el Pentágono ha calificado como “la madre
de todas las bombas” (MOAB, por su sigla en inglés). La bomba GBU-43/B es la
mayor bomba no nuclear del mundo. Se encuentra en el arsenal estadounidense
desde principios de la guerra en Irak, pero nunca se había usado hasta que el
comandante en jefe Donald J. Trump asumió el cargo.
El Dr. “Hakim” es un médico que ha hecho trabajo humanitario
en Afganistán durante más de una década. Hakim trabaja en Voluntarios por la
Paz en Afganistán, un grupo interétnico de jóvenes afganos dedicados a crear
alternativas no violentas a la guerra. Recientemente dio su opinión sobre el
primer despliegue de la MOAB en una entrevista con Democracy Now!. En
declaraciones desde Kabul, se mantuvo de espaldas a la cámara por temor a
sufrir represalias si era identificado:
“Creo que es un insulto llamarla ‘La Madre de Todas las
Bombas’. Esta mañana, cuando estaba hablando con un integrante de Voluntarios
por la Paz en Afganistán, Ali, él dijo: ‘¿Alguna madre le haría eso a la Madre
Tierra? ¿O se lo haría a algún niño?’ El efecto es lo que el ejército
estadounidense o lo que los ejércitos de todo el mundo quieren infligirles a
los ciudadanos comunes; es decir, miedo, pánico, hambre, ira”.
Los medios de comunicación hegemónicos han asumido un tono
más opositor desde que Donald Trump asumió el cargo, sin embargo, vuelven a
alinearse cuando Trump se involucra en acciones militares. Entonces, los medios
declaran, que Trump está actuando como un “presidente”.
El mismo artículo del periódico The New York Times que
sostenía que Trump interfirió en la investigación sobre las relaciones entre
Flynn y Rusia contenía otra sorprendente revelación. El medio informó que
“según uno de sus asesores, el señor Comey debería considerar encarcelar a los
periodistas por publicar información clasificada”. La libertad de prensa es la
base de nuestra sociedad democrática. Trump también se ha comprometido a
ampliar las leyes de difamación para que sea más fácil perseguir a quienes lo
critican.
Rod Rosenstein, vicefiscal general, acaba de nombrar al ex
director del FBI Robert Mueller como asesor especial para supervisar la
investigación en curso de la presunta influencia rusa en las elecciones
estadounidenses de 2016. Mueller debería evaluar los hechos enérgicamente y
hacer públicas sus conclusiones. Pero la investigación completa de los crímenes
de Donald Trump debería ir mucho más lejos.
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