Columna 09 DE JUNIO DE 2017
Amy Goodman y Denis Moynihan
Esta semana, la expertocracia ha
puesto el foco de atención en la comparecencia del exdirector del FBI James
Comey, quien fue despedido del cargo por Trump el mes pasado, ante el Comité de
Inteligencia del Senado. En los medios se considera que no ha habido testimonio
de tamaña importancia desde el escándalo Watergate. La expectativa, que no ha
sido declarada explícitamente pero sí insinuada, es que Comey de comienzo a un
largo y caluroso verano de revelaciones perjudiciales que conducirán a la
renuncia o destitución del presidente Donald Trump. Gran parte de las
principales figuras de las cadenas de noticias, muchas de las cuales fueron
difamadas personalmente por Trump en algún momento desde que lanzó su campaña
para la presidencia el 16 de junio de 2015, quedarán satisfechas si su trabajo
contribuye a que Trump deje su cargo, voluntariamente o no. Comey se ha
convertido en una especie de caballero blanco, cabalgando para salvar a la
república con sus numerosos memorandos y sus refinadas habilidades retóricas.
Por asociación, el propio FBI se
ha convertido en el favorito de los opositores de Trump. Pero esta fuerza
policial federal, poderosa y hermética, esta agencia de espionaje interno,
tiene una larga, oscura y, a menudo, violenta historia de represión de la
disidencia en Estados Unidos. Sería una lástima tener a Comey testificando bajo
juramento y no hacerle preguntas importantes acerca de la mala conducta
profesional del FBI, tanto histórica como actual.
Los senadores podrían considerar
hacerle al señor Comey, por ejemplo, algunas de estas cuatro preguntas:
Número uno. ¿Cuál es el alcance
de la vigilancia de periodistas que realiza el FBI?
Las grandilocuentes arremetidas
de Donald Trump contra la prensa son, al menos, realizadas abiertamente. Por lo
general se dan en el contexto de sus actos políticos o a través de Twitter. Sus
ataques son viles y deben ser cuestionados para que dejen de suceder. Pero el
FBI, en cambio, detenta un enorme poder para vigilar y censurar periodistas
mediante la emisión de las Cartas de Seguridad Nacional (NSL, por su sigla en
inglés). La Fundación Frontera Electrónica calificó a las Cartas de Seguridad
Nacional como “uno de los poderes más aterradores e invasivos” de la Ley
Patriota estadounidense. El periodista ganador del Premio Pulitzer James Risen
escribió en el periódico The New York Times: “Durante [el gobierno de] Obama,
el Departamento de Justicia y el FBI han espiado a periodistas”. Risen sabe de
lo que habla: fue uno de los perseguidos. Ahora le preocupa que Trump tenga los
mismos poderes. Trump, presuntamente, le habría sugerido a Comey que los
periodistas que filtraran información debían ser encarcelados.
Número dos. ¿Por qué el FBI
calificó de posibles terroristas a los pacíficos protectores del agua de la
tribu Sioux de Standing Rock, en Dakota del Norte? ¿Y por qué hubo una
infiltración similar del FBI en los movimientos Occupy Wall Street y Black
Lives Matter (en español: Las vidas afroestadounidenses importan y Ocupa Wall
Street)?
Una de las protestas públicas más
importantes en décadas ocurrió a lo largo de un tramo solitario de una
carretera que atraviesa el territorio sioux de Standing Rock, que fue
confiscado por el gobierno estadounidense violando tratados firmados en el pasado.
En febrero, el periódico The Guardian informó que “varios oficiales de las
fuerzas especiales conjuntas contra el terrorismo del FBI [JTTF, por su sigla
en inglés] intentaron contactar a por lo menos tres personas vinculadas al
movimiento de ‘protectores del agua’ de Standing Rock”. El informe agregó que
“los tres contactos se hicieron pocas semanas después de la asunción de Trump”,
mientras Comey estaba a cargo del FBI. Información filtrada posteriormente
publicada por el medio The Intercept reveló que la empresa paramilitar privada
TigerSwan había sido contratada para infiltrarse y perjudicar al movimiento
contra el oleoducto, etiquetando a los activistas pacíficos de “insurgentes”.
Comey y el FBI deben responder por esta actividad que constituye una violación
de la de la Primera Enmienda y por otras intrusiones similares en los
movimientos Black Lives Matter y Occupy Wall Street.
Pregunta número tres. En cuanto
al programa de contrainteligencia del FBI que reprimió ilegalmente a los
disidentes en las décadas de 1950, 1960 y 1970, el COINTELPRO, ¿cuántas de las
personas que fueron blanco del programa y siguen encarceladas, como el
activista del Movimiento Indígena Estadounidense Leonard Peltier y los
numerosos ex miembros de las Panteras Negras, fueron encarceladas como
consecuencia de la mala conducta profesional del FBI?
El FBI realizó una sofisticada
campaña contra la disidencia en Estados Unidos bajo la dirección corrupta de J.
Edgar Hoover. Activistas por la paz, dirigentes sindicales y grupos radicales
como Panteras Negras, Young Lords y el Movimiento Indígena Estadounidense
fueron blanco de arresto y encarcelamiento bajo pretextos falsos, infiltrados y
afectados por informantes contratados y, en casos como el del líder de las
Panteras Negras en Chicago, Fred Hampton, asesinato. Muchas víctimas del
COINTELPRO siguen languideciendo en la cárcel. El FBI ha pasado décadas negando
sus acciones criminales en los casos al tiempo que obstruye las solicitudes de
documentos en virtud de la Ley de Libertad de Información y se opone
activamente a los pedidos de libertad condicional o indultos. James Comey
debería responder por las continuas injusticias producidas durante el pasado
criminal del FBI.
Pregunta número cuatro. Por
último, habría que preguntarle a Comey cómo cree que sería nuestro país
actualmente si el FBI no hubiera perseguido a Martin Luther King Jr. con su
incesante campaña de vigilancia, intimidación y acoso, que muy probablemente
contribuyó al clima de odio que condujo a su asesinato.
Es posible que el capítulo más
oscuro de la historia del FBI sea su campaña para desestimar y perjudicar la
obra de Martin Luther King Jr. Hoover llamó a King “el mentiroso más
tristemente celébre del país” y trató de convencer a King de suicidarse. Comey
tiene más información que la mayoría de la población sobre la campaña activa
del FBI contra la disidencia en Estados Unidos y debería revelar todo lo que
sabe.
La audiencia de comparecencia de
James Comey en el Senado y, sin duda, las numerosas futuras audiencias del
Congreso y de la investigación especial del exdirector del FBI Robert Mueller,
estarán centradas en Trump y sus asesores. Pero el FBI tiene una larga historia
de hermetismo y opresión que nunca debe ser olvidada por quienes luchan por la
justicia y la democracia.
© 2017 Amy Goodman
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