La emisión al mercado del Bonar
2020, primer bono que emite el gobierno, era considerado como el primer “test”
frente a los mercados de la gestión que inició el 10 de diciembre del año
pasado. La prueba que asumía Alfonso Prat Gay con esta emisión era comprobar
qué tan dispuesto estaba el mercado a prestarle dinero al nuevo gobierno.
Y a pesar que las expectativas
eran altas, con una ampliación del monto tope para licitar de 1000 millones a
5000 millones anunciada este martes, la demanda no fue para nada la esperada y
la operación fracasó, al punto que debió declararse “desierta”
la colocación de este bono
Con esta emisión el equipo
económico apuntaba a cumplir dos objetivos: Por un lado, la emisión de un bono
en dólares (el Bonar 20) a suscribirse en pesos buscaba que empresas con
necesidad de girar utilidades se hicieran de un título en divisa. Por otro, el
canje del Bonar X por Bonar 20 buscaba estirar tres años y medio los
vencimientos de capital de ese título, el más oneroso del año entrante.
Si bien algunos especialistas
señalan que el factor fundamental para este resultado tan negativo fue el
contexto externo, con caídas en las Bolsas del mundo de hasta 4,8% en Europa y
de 1,8% en Wall Street, lo cierto es que para los inversores la propuesta no
fue atractiva. Concretamente, la exigua diferencia entre el rendimiento de un
Bonar 2017 y el Bonar 2020: apenas 0,85% (7,8% contra 7,85%) pese a la
diferencia en el plazo. Además el rendimiento era menor frente a los Lebacs que
sí mantuvieron una buena performance de demanda.
Otros analistas manifiestan que
quizás se incurrió en un exceso de confianza de Prat Gay frente a los mercados.
El ministro consideró que la nueva gestión inspira seguridad y confianza entre
los inversores.
Este fallido implica una señal
negativa que los fondos buitres tendrán en cuenta. Una colocación exitosa
hubiera permitido a Argentina demostrar capacidad de financiamiento a pesar del
cerco que hoy levanta la negociación con los holdouts.
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