Silvia Barrera, una de las pocas mujeres que actuaron en la
guerra de Malvinas, aseguró que el proceso de reconocimiento del grupo, que
cobró fuerza el año pasado con la condecoración del Ministerio de Defensa de la Nación, es dificultoso por
tratarse de “civiles, voluntarias y mujeres”.
Barrera, quien se desempeña hoy en al área de ceremonial y
protocolo de Hospital Militar, era instrumentadora quirúrgica allí mismo
cuando, en junio de 1982, fue convocada como voluntaria junto a Norma Navarro,
Marta Lemme, Cecilia Richieri, Susana Mazza y María Angélica Sendes, para
trabajar en el hospital militar de Puerto Argentino durante el conflicto del
Atlántico Sur.
Y a pesar de los 20 días pasados en el teatro de
operaciones, durante los cuales, en las condiciones más difíciles, atendieron a
348 combatientes en el buque hospital que las llevaba a originariamente a
Malvinas, Barrera siente que aún hoy no concluyó ese viaje iniciado hace 31
años.
“Nosotras salimos dispuestas a bajar en las islas, a
trabajar allá. Pero cuando llegamos había tanto bombardeo que nos dieron la
orden de que nos quedemos a trabajar en el buque, a 500 metros de la costa.
Nunca pudimos desembarcar, y necesitamos hacerlo para cerrar esta historia”,
contó en una entrevista con Télam.
Cuando se desató la guerra de Malvinas, Barrera tenía 22
años, estaba recién recibida de instrumentadora quirúrgica y de novio con un
médico militar. El mismo 2 de abril se anotó como voluntaria y el destino quiso
que a ella la convocaran, mientras que a él nunca le dieron la esperada orden
de partir.
El primer reconocimiento del Estado Nacional a las veteranas de
Malvinas llegó el año pasado, cuando el ministro de Defensa Arturo Puricelli
homenajeó a las 16 mujeres que participaron del conflicto, y entregó una
distinción especial a Barrera, Lemme y Maza
“Nos peleamos en ese
mismo momento, porque él no quería que yo fuera. Había mucha resistencia en las
fuerzas a nuestra participación porque aún no había mujeres militares”, contó.
Barrera asegura que “jamás” se arrepintió de esa decisión,
aun cuando como eran civiles no tenían preparación militar. "¡Con decirte
que mi padre me enseñó esa misma noche a atarme los borceguíes!”, recordó.
Ya en las islas, tuvieron poco tiempo para resignarse a no
poder bajar porque el trabajo en el barco era frenético. A Silvia la asignaron
a terapia intensiva, “pero hacíamos de todo, éramos instrumentadoras pero
también enfermeras y camilleras”.
“Los heridos llegaban por aire, si se podía burlar el
bloqueo, o en gomones; y los subíamos a cubierta como podíamos, luchando contra
el oleaje. La instrumentación en esas condiciones también era difícil, porque a
veces teníamos una inclinación de 45 grados”, contó.
Y todo bajo el ruido ensordecedor de los bombardeos y los
vuelos rasantes, confiando que el enemigo respetara la protección que se le
debe a un barco hospital como el Irízar.
“Nos respetaron siempre excepto el último día. Como el buque
estaba parado en la bahía, muy cerca de tierra, los ingleses lo usaron como
escudo para desembarcar en la playa. Así que el barco estuvo en el medio del
tiroteo y nosotros que estábamos trabajando no sabíamos nada, nos enteramos
después”, relató.
Silvia recuerda esos días como de "incertidumbre de no
saber qué pasaría al minuto siguiente” y también el “shock” que les produjo la
noticia de la rendición porque "pensábamos que íbamos ganando".
A Silvia le tocó padecer –como a la mayoría de los veteranos-,
tanto las secuelas de la guerra, como aquellas derivadas de la
“desmalvinización” en la que se sumió el país por casi 20 años.
“Hay una imposibilidad de reconocimiento por ser civiles,
voluntarias, por ser mujeres, porque somos de sanidad y porque estamos
trabajando aún dentro de las fuerzas. Por ejemplo, yo tardé 29 años para
desfilar en mi hospital junto a los veteranos de guerra”, dijo y agregó:
"Si los que combatieron son prácticamente desconocidos, ¡imaginate lo que
ocurre con nosotras!”.
El primer reconocimiento del Estado Nacional a las veteranas
de Malvinas llegó el año pasado, cuando el por entonces ministro de Defensa.
Arturo Puricelli, homenajeó a las 16 mujeres que participaron del conflicto, y
entregó una distinción especial a Barrera, Lemme y Maza.
“De acuerdo a lo que nos dijeron, después de Juana Azurduy,
nosotras somos las mujeres más condecoradas”, concluyó.
Publicado:FM Universo 94.3Mhz. Ramon A. Bohle-Edid A. Medina
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