Todas las voces y músicas de la Patria Grande

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sábado, 23 de noviembre de 2013

Carlos Villada Dirigente del PC Jujeño - FM Universo94.3Mhz. Ctes. Capital-Rep. Argentina

CARLOS VILLADA

LA MEMORIA DE LA VIDA

María Eugenia Villada, hija de un dirigente del PC jujeño habla de la trayectoria y la militancia de su padre, uno de los casos emblemáticos de los desaparecidos comunistas

A Carlos Villada lo secuestraron de su casa del Barrio Ciudad de Nieva, en San Salvador de Jujuy el 24 de noviembre de 1976. Era un miércoles y en esa provincia del norte de nuestro país se vivían las tremendas situaciones del terror que la dictadura desparramó por todo el territorio nacional.
Villada era el responsable sindical del Partido Comunista de Jujuy, tenía 45 años. Trabajaba en el Instituto de la Vivienda de la provincia y era delegado gremial en la Asociación Jujeña de Empleados y Obreros Públicos (Ajeop).
María Eugenia es su hija y a sus 16 años fue testigo del secuestro de su padre, en un operativo conjunto de las fuerzas policiales y del Ejército. Todo ocurrió en la misma casa donde, días atrás, recibió a Nuestra Propuesta.
Allí, junto al piano que le regalara su padre, y al que hace años casi no le puede sacar una nota, la hija de Villada habla sobre su padre. Con orgullo y admiración. Con el reclamo de justicia y verdad, que María Eugenia lleva por la vida como una marca indeleble.
Carlos Villada con su hija María Eugenia
Cuenta que a su padre le apasionaba la música clásica, que a pesar de su gran militancia y de sus múltiples compromisos políticos, siempre tenía espacio para su familia. "Una vez por semana salíamos todos juntos", recuerda María Eugenia, quien tiene una hermana menor, que vive en el exterior.
VILLADA, VIDA Y MILITANCIA

Carlos Villada integraba la dirección del PC jujeño, cuyo secretario era Vicente Cosentini, también desaparecido. Los relatos de los compañeros, básicamente en el recuerdo de Ignacio Martínez, fallecido hace pocos meses, hablan acerca de los últimos días de Villada.
"Andáte vos, yo me quedo a buscar a los compañeros desaparecidos", le dijo Cosentini a Ignacio Martínez, a mediados de ese 1976.
Cuando se llevan a Villada, su mujer Guillermina Castro recorrió las dependencias oficiales de la provincia y en todos lados la respuesta era la misma: la negativa, la espera por horas y los primeros pasos de un calvario que duraría años. A Cosentini, contador público, docente y personalidad reconocida en el ámbito jujeño, lo secuestran el 15 de diciembre, en una cita donde supuestamente le iban a brindar datos sobre el paradero de Villada.
También se había producido el allanamiento del local partidario y la detención de Martínez, que ya venía siendo perseguido desde la etapa de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina, la tristemente célebre creación de José López Rega). En ese período se produjeron muchas de las más de cien desapariciones de militantes populares de una provincia, que contaba con un obispo, monseñor José Miguel Medina, que participaba de las sesiones de tortura, obteniendo "confesiones" de muchos detenidos.
María Eugenia cuenta que su padre terminó el colegio secundario en 1948. Fue parte de la primera promoción de la Escuela de Minas. Luego de eso realizó el servicio militar obligatorio y se radicó en Buenos Aires, donde estudió arquitectura durante dos años e ingeniería durante cinco.
Trabajó en el Ministerio de Marina, como administrativo y comenzó su actividad política en el Partido Socialista, primera etapa de una militancia que culminaría en el PC.
Es en ese momento que se enferma la madre de Villada, hecho que motiva que se la traslade a Buenos Aires, donde al cabo de pocos meses fallece. Ahí Villada retorna a Jujuy, para ingresar en el Instituto de la Vivienda.
Años después, en 1974, Villada pasaría unos meses en la Unión Soviética. Los años siguientes los pasaría en Jujuy. Hasta ese 24 de noviembre de 1976, en que su nombre se suma al de otros miles de hombres y mujeres, a quienes la vida les arrancaron con la pretendida intención de sembrar la muerte. Pero algo les debe haber fallado, porque hoy hay treinta mil Villadas convertidos en nuevos brotes de lucha y de esperanzas, con sus horizontes puestos en otro país y en otro mundo, que son necesarios y posibles.

Fuente:María Eugenia Villada



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