En México, el terremoto más potente del país en un siglo
sacudió la costa oeste en la madrugada del viernes, derribando edificios en los
estados empobrecidos de Chiapas y Oaxaca, y provocando advertencias de tsunami
en toda la costa del Pacífico. El terremoto, de magnitud 8,1, se produjo a una
profundidad de sólo 69 kilómetros, lo cual lo hace particularmente peligroso.
Hubo informes iniciales de al menos 15 muertes, pero se espera que la cifra
aumente drásticamente después de que el Servicio Geológico de Estados Unidos
advirtiera sobre una importante cantidad de muertos y dijera que es probable
que el desastre natural se extienda. El sismo activó los sensores de tsunami en
el océano Pacífico, pero el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, declaró
más tarde que las olas no eran tan altas como se temía y que era poco probable
que hubiera grandes daños causados por tsunamis. El terremoto fue tan poderoso
que sacudió edificios, rompió ventanas y dejó sin electricidad varias partes de
Ciudad de México, a más de 720 kilómetros de distancia.
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