Mercy Ssekide, del distrito de Mabende, en Uganda, trabaja
con su esposo en el terreno familiar. Crédito: FAO.
Por Sally Nyakanyanga
IPS, 5 de febrero, 2017.- El debate en torno al cambio
climático ha ignorado la forma en que el fenómeno afecta de forma diferente a
hombres y mujeres, concentrándose en subrayar la extrema variabilidad del clima
y el hecho de que es impredecible, así como la disminución de la productividad
agrícola.
Las mujeres representan 56 por ciento de los agricultores
ugandeses y son responsables de más de 70 por ciento de la producción agrícola,
así como de la seguridad alimentaria y nutricional en los hogares, según la Red
de Mujeres de Uganda (Wougnet). Sin embargo, solo son propietarias de 16 por
ciento de las tierras cultivables de este país.
Stella Tereka, enlace sobre género y cambio climático de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO), explicó que las prácticas culturales discriminatorias, que tienden a
favorecer a los hombres, limitan el control de las mujeres sobre los recursos
productivos clave, lo que exacerba su vulnerabilidad al cambio climático.“El
trabajo intensivo recae sobre las mujeres, en especial las tareas no
remuneradas del cuidado, lo que hace que no tengan tiempo para practicar lo que
aprenden, el conocimiento y las capacidades obtenidas en grupo en sus
actividades agrícolas”, explicó Tereka a IPS.Por su parte, Winnie Masiko,
negociadora de género y cambio climático que representa a Uganda en la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC),
criticó la falta de pautas claras para incorporar la dimensión de género en los
proyectos de cambio climático.
La Política de Tierras ugandesa, de 2013, garantiza a las
mujeres el mismo derecho que a los hombres de ser propietarias o copropietarias
de la tierra, pero eso no siempre se refleja en el terreno.
Masiko subrayó la necesidad de iniciativas concentradas en
atender los desequilibrios estructurales para achicar la brecha de género,
comprender las distintas necesidades de hombres y mujeres y allanar el camino
para una efectiva adaptación al cambio climático.
Edidah Ampaire, coordinadora del proyecto Acción Política
para la Adaptación al Cambio Climático, dijo que las contribuciones y los
derechos de las mujeres están extremadamente restringidos, en especial en zonas
rurales, y que el gobierno hace muy poco para atender los desequilibrios.
“La desigualdad de género está generalizada en las
comunidades agrícolas y deja a las mujeres en desventaja”, precisó Ampaire.
Tereka subrayó que la promoción de la igualdad de género
está en el centro de los programas de la FAO y que la agencia realiza esfuerzos
deliberados para garantizar la inclusión femenina en todos sus programas.
“Es fundamental que las mujeres ganen poder y formen parte
de la toma de decisiones en todos los niveles, a fin de que podamos ver su
contribución efectiva al desarrollo de sus familias y sus naciones”, explicó
Tereka.
A través de la metodología de Escuelas de Campo para
Agricultores (ECA), “conocidas como escuelas sin muros”, la FAO permite que
hombres y mujeres con un objetivo común reciban capacitación, compartan ideas,
aprendan entre sí mediante la observación y la experimentación en su propio
contexto.
En promedio, las ECA cuentan con 60 por ciento de mujeres.
Proscovia Nakibuye, quien cría ganado en el distrito ugandés
de Nakasongola, dijo que las ECA le enseñaron estrategias efectivas para hacer
frente al cambio climático. “No enseñaron buenas prácticas para mantener el
ganado y plantar pasturas”, relató.
“Las ECA ofrecen un espacio para aprender en grupo de forma
práctica, mejorar la capacidad de realizar análisis críticos e incentivar el
proceso de decisión de las poblaciones locales”, explicó Tereka.
“Las actividades se basan en el campo e incluyen la
experimentación para resolver problemas, al reflejar un contexto local
específico”, añadió.
“Los participantes aprenden a mejorar sus habilidades
agrarias mediante experimentación, observación, análisis y aplicación en su
propio terreno, lo que contribuye a una mejor producción y sustento. El proceso
de las ECA mejora el empoderamiento individual, doméstico y comunitario, así
como la cohesión social”, precisó.
De hecho, Nakibuye y su esposo observan grandes cambios
tanto en su hogar como en las actividades agrícolas.
“Antes, mis hijos no iban a la escuela, pero ahora gracias a
la mayor venta de leche, les puedo pagar una educación decente”, aseguró.
La FAO también utilizó los Sistemas de Aprendizaje Acción de
Género, una herramienta comunitaria que permite a hombres y mujeres planear el
futuro que quieren y actuar contra las barreras, incluidas las normas sociales
que inhiben la igualdad de género y la justicia.
Por su parte, Mercy Ssekide, una agricultora del distrito de
Mubende que se unió a la ECA de Balyejjusa, observó: “Si no colaboras con tu
propia familia, los cultivos no prosperan, por eso impulsé a mi esposo a unirse
a las ECA, para que trabajemos como equipo”.
“Nos capacitan y nos impulsan a trabajar duro para manejar
el cambio climático y para cubrir nuestras necesidades. Fuera de temporada,
cultivamos tomates y ganamos dinero porque la población local y los
comerciantes nos compran a nosotros”, indicó el marido de Mercy.
Así, la familia logró diversificar sus actividades y aventurarse
en la avicultura, la cría de cabras y de cerdos y mantener una huerta. Y ahora,
los Ssekide deciden en conjunto el uso de los ingresos y pueden pagar la
educación terciaria de sus hijos.
La FAO, con fondos aportados por la Unión Europea, implementa
el Proyecto Global de Cambio Climático en los distritos centrales ganaderos de
Luwero, Nakasangola, Nakaseke, Mubende, Sembabule y Kiboga.
Teniendo en cuenta la falta de tiempo y el peso de las
tareas que recaen sobre las mujeres, la FAO procura que las actividades de sus
proyectos fomenten la participación femenina, en particular ajustando el
horario de reuniones y de la capacitación para que ellas puedan participar y
beneficiarse de las capacidades y del conocimiento sobre agricultura
climáticamente inteligente.
Tereka cree que con un clima cada vez más impredecible, es
fundamental el desarrollo de capacidades relacionadas con la agricultura
climáticamente inteligente.
Incluso, urgió al gobierno ugandés a renovar el sistema de
extensión agrícola para ofrecer una mejor respuesta de género para que los
agricultores, y en especial las mujeres, usen de forma correcta los insumos
distribuidos por el Estado en el marco de la Operación Creación de Riqueza.
La metodología de las ECA se implementa actualmente en 90
países, con cuatro millones de agricultores en el mundo que lograron mejorar
sus capacidades y se ajustaron bien a los efectos del cambio climático.
Traducido por Verónica Firme Fuente: Inter Press Service: http://www.ipsnoticias.net/2017/01/escuelas-de-campo-ayudan-a-mujeres-contra-el-cambio-climatico/
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