enero 12, 2018 by Mundo de Millonarios
La mayoría de personas son adictas al sueldo. Hemos sido
formados para conseguir un “trabajo seguro” y esperar “la quincena” o el “fin
de mes”. La realidad es que esa fórmula es perdedora.
Preste atención a esto: los ingresos lineales son de
pobre. En la propuesta de los ingresos
lineales usted gana de acuerdo al tiempo que trabaja. ¿Quiere ganar más? Tiene
que trabajar más. ¿No le alcanza? Haga
horas extras o venda sus descansos. Trabaje los feriados. Como ve, el esquema
de los ingresos lineales está diseñado para que la persona sea esclava del
dinero. Porque básicamente lo que hacemos en este esquema es vender nuestro
tiempo.
Los millonarios no venden su tiempo, crean sistemas que
trabajan por ellos. Para lograrlo ponen en marcha ideas que se convierten en
proyectos y luego en sistemas que son verdaderas máquinas de hacer dinero. Los
millonarios hacen negocios, de ese modo ganan dinero todo el tiempo, incluso
mientras duermen. Es el dinero trabajando para ellos, no ellos trabajando para
el dinero.
Todo esto usted lo debe saber porque usted quiere formar
hijos que financieramente sean libres. Usted no quiere hijos asalariados, sino
hijos ganadores. Conforme se ha detallado en cantidad de textos, la escuela
–tal y como la conocemos– surgió en la etapa industrial como una respuesta al
crecimiento de la época. La escuela fue diseñada para ofrecer mano de obra a
las fábricas. Es más, mire el parecido
que hay entre los colegios y las antiguas fábricas de producción:
Y así, los parecidos entre la escuela y la fábrica son
bastantes. Inconscientemente preparamos
a nuestros niños para un mundo calmado, controlado, y en el que priman los
horarios, los jefes y la rutina. El mundo real hace años que no es así: los
empresarios no tenemos horarios, no tenemos jefes, asumimos riesgos y
proponemos la libertad más que las rutinas.
La gente no se da cuenta que buscar un empleo cuesta lo
mismo que buscar un negocio: el problema es que nos educan para el empleo. Señores, el dinero no tiene horarios. Para
ganar no hay días buenos o días malos. De ahí que debemos sacarnos el chip de
tener ingresos lineales.
Para cerrar, permita que le cuente una pequeña historia
familiar que ilustra otro modo en el que, indirectamente, sembramos la
mentalidad de los lineales en nuestros niños.
Mi tío Baltazar Lafuente es profesor de matemáticas. Es un
gran profesional y una excelente persona. Tiene dos niños, uno de 12 y otro de
8 años. Baltazar Lafuente es un buen padre, pero carece de la vena empresarial,
así que, en materia de emprendimiento, él mismo cree que no es un buen
referente. Y aunque sabe de números, sabe poco de dinero.
El tema que quiero que usted observe es el siguiente: Cada
vez que mi tío cobra, mis primos reciben su propina. Es la misma frecuencia. A
fin de mes el papá está con toda la expectativa para recibir su pago, y por
esos mismos días sus hijos también están con la misma expectativa para recibir
su propina. Los niños ya saben la fecha en la que el papá cobra. Ellos también
esperan el “fin de mes”.
Desde pequeños están creciendo con esa mentalidad lineal. El
papá tiene un solo ingreso, los niños solo reciben una propina. Hacen las
compras juntos, en familia, pero a los niños no les enseñan a comprar. Apenas
les dicen “que ahorren. Que ahorrar es bueno”, pero en la práctica eso es letra
muerta.
Los hijos de mi tío están creciendo con un mensaje
inconsciente: el de los ingresos lineales. Crece, trabaja y espera tu pago. A
tal fecha, dinero fijo. Y de ahí se
derivan una serie de mensajes subyacentes: crecemos con la mentalidad del
sueldo. Dependemos de un solo ingreso y empezamos a limitarnos.
Nos volvemos creativos para acomodar nuestro nivel de vida a
nuestros ingresos. Empezamos a razonar del siguiente modo: “Hay que buscar
cosas baratas”, “guarda las cosas viejas por si acaso”, “que el hermanito menor
use lo que no le queda al mayor”, y empezamos a bombardear a nuestros hijos con
expresiones de pobreza: No me alcanza. No tenemos. Ya más adelante lo
compramos.
Señores, la pobreza nace así. Y se afirma justo así,
inconscientemente.
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