Gonzalo Carbajal afirma que los
medios populares son los únicos que pueden ocupar un lugar para que el pueblo
sea sujeto de su propio relato.
Por Gonzalo Carbajal *
No dudó Iván y apuntó a esos
tipos de uniforme que estaban deteniendo a otros pibes como él. Con su celular
los grabó, los fotografió y dejó pruebas hasta de la patente del móvil que
usaban esos prefectos que olvidaron a quién tienen que cuidar.
Foto ilustrativa |
No dudó en decirles a los mismos
agentes que los habían torturado unos días antes que él era quien los había
escrachado en la televisión, para que dejaran tranquilos a los otros. Semanas
antes los habían arrastrado al borde del Riachuelo para enseñarles lo cerca que
andan de la muerte, ¡cómo si ellos pudieran tener alguna duda! Les pegaron, les
clavaron cuchillos en el cuerpo y gatillaron sobre sus cabezas con las armas
que el pueblo les paga.
No dudaron los uniformados. Iván
no podía tener una linda campera, tenía que ser robada. Y esa segunda visita
era porque en lugar de arrugar y callarse la boca, este joven los había
denunciado.
No dudan Iván y sus compañeros de
La Garganta Poderosa en usar las armas que la sociedad puso en sus manos. Les
dio cámaras, les enseñó a usarlas, les dio acceso a computadoras y aprendieron
a editar. Les dio la posibilidad de formarse y de que existan medios populares
y ellos tomaron los micrófonos.
No duda Silvana Giudici al ir
contra los talleres de comunicación popular que se pudieron realizar en todo el
país merced al financiamiento de los FOMECA. Es que les duele que la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual haya puesto la vara tan alta y la
comunicación popular tenga no solo legalidad sino también financiamiento.
No fue un acto de heroísmo el de
Iván, fue en defensa propia. La forma que el pueblo tiene que defenderse de la
violencia institucional es luchar hasta poder mostrarla, “cambiar las lógicas
del poder que son también las lógicas de la comunicación hegemónica”, explica
Marita Mata.
Les dijo el Indio Solari “Siempre
hubo torturas, en algunas épocas menos y en otras más”. Macri asumió
prometiendo cerrar la grieta. La grieta está a la vista porque ahora podemos
verla y hablar de ella, también estaba antes pero no se veía. Eran tiempos en
que no se hablaba de la violencia institucional, cuando las fuerzas de
seguridad iban armadas a las marchas, cuando los agentes torturaban y apretaban
pero no iban presos.
Cerrar la grieta es un eufemismo.
Con la complicidad de los empresarios mediáticos planeaban dejar de mostrarla y
cuando fuera inevitable usarían los mecanismos de desplazamiento del sentido
que usaron toda la vida: la sentencia previa y el estigma. Los medios populares
son los únicos que pueden ocupar ese lugar para que el pueblo sea sujeto de su
propio relato. No les dio para eliminar los fondos de fomento a la comunicación
popular hasta ahora, pero no hay dudas de que vendrán por ellos. Sin dudas ahí
hay una batalla que nos debe encontrar organizados.
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACION - 20 de octubre
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