Peleó en el monte Dos Hermanas.
Detuvo, solo y durante horas, el avance inglés. Salvó a parte de su compañía.
Como muchos de los veteranos, vive en el olvido y la indiferencia.
Oscar Ismael Poltronieri es un
hombre simple. No sabe leer ni escribir. No tiene dinero. No tiene casa. Sin
embargo, es un Héroe. Pasó su infancia en el campo trabajando desde muy
pequeño.
Siempre supo que tenía un deber para con su Patria, por eso a la hora
de hacer el servicio militar, aún sin haber sido convocado, se presentó como
voluntario junto a sus amigos. A los 19 años fue enviado imprevistamente a la
Guerra en Malvinas. Ni siquiera pudo despedirse de su madre.

Oscar Poltronieri es el máximo
héroe civil, vivo, que tiene la Argentina. Lo certifica una medalla conformada
por una Cruz de Malta en la que brilla, ya apenas, un Escudo Nacional y la
leyenda "La Nación Argentina al heroico valor en combate" Sólo doce
condecoraciones de ese tipo fueron entregadas luego de la guerra de Malvinas.
Poltronieri es el único soldado que la recibió pero ya ni siquiera la luce. La
guarda, junto a muchas otras medallas, en una vieja y oxidada lata
—En un momento pensé en
venderlas. A todas. No sabía cuánto me podían dar. Pero yo necesitaba la plata.
Después no lo hice. Antes preferí pasar la vergüenza de ir a pedir por los
trenes. Pero dejé porque me decían: "Andá a pedirle a Galtieri...".
Uno de los máximos héroes no
militares de la guerra de Malvinas vive hoy en la pobreza más extrema. Su casa,
la número siete, se tambalea sobre una calle de tierra.
Poltronieri era un soldado
analfabeto cuando fue a combatir a Malvinas. A los doce años ordeñaba vacas de
madrugada muchas veces "en pata" (como gusta decirle) y alguna
frazada que se tiraba por la espalda para menguar las escarchas.
Oscar Poltronieri: “Dije que se fueran porque ellos tenían hijos”
En una entrevista, el único
argentino condecorado con la "Cruz de Plata" contó sus vivencias
durante y después de la guerra.
Suena la “Marcha de las
Malvinas”. Es el celular de Oscar Poltronieri, el único argentino en vida en
recibir la máxima condecoración militar argentina “La Cruz La Nación Argentina
al Heroico Valor en Combate”. El hombre de Mercedes, Buenos Aires, pasó por San
Luis hace pocos meses y se juntó con los integrantes de la Asociación Todos
Juntos Por Malvinas.
La Ley 22.607 de 1982 destacó su
hazaña y heroísmo durante la Batalla del cerro de Dos Hermanas cuando
pertenecía al “Regimiento de Infantería Mecanizado número 6” del Ejército
Argentino, en la categoría de clase 62. Poltronieri estuvo en combate en el
Monte Dos Hermanas, donde él solo cubrió la retirada de sus compañeros con su
ametralladora MAG.
—¿Lo convocan de distintos lados
después de la guerra?

—Recién estoy recorriendo mi país
después de 30 años. Me han llamado de Bahía Blanca, Río Negro, Santa Rosa (La
Pampa), General Pico, Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia. San Luis es muy
lindo, no sabía que había tantas cosas hermosas. En Argentina tenemos cosas
preciosas y no las sabemos valorar.
—¿Qué lugares visitó?
—¡Ahhh! Conocí el Cabildo. Sentí
algo muy grosso cuando entré.
—¿Cuál es su función en el Hospital del Ejército? ¿Dicen que está poco
tiempo?
—La verdad que sí, porque los
pocos días que tengo que estar, no estoy. Me voy a diferentes lugares. El año
pasado viajé a Malvinas a filmar el documental “El héroe del Monte Dos
Hermanas”.
—¿Qué sintió al volver?
—Todos tenemos algo acá en el
pecho que nos incita a regresar y a la vuelta sentís paz. Llorás todo. Si
vuelvo otra vez, lo haré tranquilo, porque ya descargué las lágrimas y
regresaría relajado.
—¿Cómo fue la batalla en el cerro Dos Hermanas?
—Cuando se armó el tiroteo, me
quedé en el cerro Dos Hermanas y les dije al sargento y al subteniente que se
fueran. Ellos tenían hijos y yo no. Me insultaron. De ahí me fui al “Monte
London” y combatimos con los de Infantería Marina hasta que llegamos a Puerto
Argentino. El tiroteo comenzó a las 6 de la mañana y eran las 15 y todavía la
seguíamos en “Monte London”. Llegamos a Puerto Argentino y veo que la bandera
estaba colgada en el mástil y nos pusimos a llorar de bronca. No sabíamos que
se habían rendido a las 10. Había falta de comunicación, no contábamos con un
aparato similar. Nadie nos dijo “la guerra terminó, muchachos, no peleen más”.
Así perdimos muchos compañeros.
—¿Cómo fueron esos momentos en el que sólo tenía la metralleta?
—Lo que pasa es que lo tenía que
hacer. Alguien se tenía que quedar porque si no, nos mataban de atrás. Alguien
se tenía que jugar: se moría o vivía. Gracias a Dios no tengo ni una herida ni
nada. Pude volver y me entregaron la Cruz al Heroico Valor En Combate a través
de los ingleses porque si los extranjeros no ratificaban todo lo que hice, los
militares argentinos no me daban el reconocimiento. Mandaron un video en donde
estaba un “San Puta” (una compañía de soldados). Pero estaba yo solo. Corría de
un lado para el otro y les sacudía con la ametralladora.
—¿Cómo fue la vuelta?
—Nos trajeron escondidos hasta
Campo de Mayo. Éramos otra cosa, esperábamos que la gente nos recibiera. En el
cuartel de Sargento Cabral nos tuvieron ocultos un día y en vez de sacarnos
temprano, a las 17 nos mandaron a Mercedes en colectivo. En la entrada a los
pueblitos lo único que había era un grupito de chicos de entre 12 y 15 años.
—¿Qué te generó la Cruz de Plata?
—Después de 31 años me di cuenta
de todo lo que hice. Fui a pelear por mi patria. La guerra no fue algo
importante. Lo único que me dejó fue la amistad. A mi enemigo Mark Curtis lo
conocí en Francia dos años después de la guerra. Fue el primer inglés herido,
él perdió una pierna.
FM Universo 94.3 MHz.