Otro escalón de la orden de tirar primero y pensar después
El oficial llegaba con su novia, también policía, en su auto
a su casa en Monte Grande. Tres jóvenes los amenazaron. El oficial entró al
garaje, buscó el arma de su novia, salió y disparó matando a un adolescente,
que tenía un revólver de juguete.
Por Horacio Cecchi
El arma utilizada por el policía y los efectos que
quedaron en el interior del Volkswagen Gol.
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La doctrina de seguridad que impulsa el gobierno nacional
subió un nuevo escalón de violencia ayer, al cobrar la vida de un adolescente
fusilado por un oficial de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). La
versión policial sostiene que el joven, de 16 años, murió cuando intentaba
robar el vehículo del oficial en el momento en que este llegaba a su casa junto
a su novia, también de la PSA, en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría.
El adolescente estaba acompañado por otros dos jóvenes que lograron huir. Junto
al cuerpo del pibe hallaron un arma de plástico con la que había amenazado al
oficial. El caso quedó inicialmente calificado como “homicidio cometido en
exceso de legítima defensa”. Mientras que se abrió otra investigación por el
asalto. La calificación está sostenida en la versión del policía, que se
esfuerza por subrayar que el adolescente utilizó la pistola de plástico
confundida con una pistola real. Lo que evita subrayar esa versión es el tiempo
transcurrido entre que la pareja fue obligada a bajar, que los tres jóvenes se
subieron al vehículo, que el policía entró al garaje, buscó el arma de su
novia, la tomó, salió del garaje y hasta que gatilló al menos ocho veces.
Cuatro balas impactaron en el joven. Igual que en el caso del homenajeado por
el presidente Mauricio Macri. El modelo Chocobar seguirá haciendo estragos.
El homenaje de Macri a Chocobar tiene graves repercusiones.
El caso tuvo lugar ayer, en Monte Grande. El oficial
subayudante de la PSA Matías Arrúa, de 25 años, llegaba a su casa sobre la calle
Mariano Acosta al 300 con su novia, de 28, también de la Policía de Seguridad
Aeroportuaria, a bordo de un Volkswagen Gol. En ese momento se acercaron tres adolescentes, uno de ellos con una
pistola, con la que los amenazaron. La pareja estaba de civil, es decir, no era
visible que fueran policías.
Fueron obligados a descender del vehículo.
Los ladrones les pidieron lo que tuvieran encima. El hombre
entregó efectos personales y las llaves del auto, al cual se subió el trío con
la idea de escapar del lugar.
Pero Arrúa aprovechó la distracción, entró en el garaje de
su casa, buscó el arma de su novia, la pistola reglamentaria marca Taurus
número 29099, calibre 9 milímetros. Salió del garaje y con la idea de impedir
el asalto, empezó a gatillar contra el auto. Los proyectiles impactaron contra
el auto que, según fuentes de la investigación, había avanzado unos metros. Uno
de los asaltantes, un chico de 16 años, recibió cuatro de los impactos y murió
en el momento. Su cuerpo quedó dentro del Gol, mientras que sus dos compañeros
lograron escapar milagrosamente.
Al lugar llegaron inmediatamente patrulleros y médicos que
comprobaron que el adolescente había fallecido. Según determinaron los médicos,
el joven presentaba cuatro heridas de arma de fuego, con orificios de entrada y
salida en la costilla dorsal izquierda, brazo izquierdo, oreja izquierda y
hombro derecho.
Los investigadores aseguraron que tanto el oficial de la PSA
como su novia, quienes se hallaban vestidos de civil y se encontraban francos
de servicio, no sufrieron heridas ni lesiones en el hecho.
Además, se determinó que el vehículo Volkswagen Gol
presentaba ocho orificios de arma de fuego, siete de ellos en la puerta del
conductor (cinco en la ventana y dos en el panel de la puerta) y uno en la
parte central del panel de la puerta del acompañante.
Los investigadores establecieron que Arrúa utilizó la
pistola de su novia ya que él debía dejar el arma provista por la fuerza de
seguridad en el momento en que abandonaba el Aeropuerto de Ezeiza donde presta
servicio, mientras que ella cuenta con una portación extendida.
Sobre el asiento del conductor, la policía secuestró una
pistola de juguete, con la cual se presume que los delincuentes amenazaron al
oficial de la PSA.
El hecho es investigado por personal de la comisaría 1ª de
Esteban Echeverría, que trabaja bajo las órdenes de la Unidad Funcional de
Instrucción 4 descentralizada de Esteban Echeverría, especializada en delitos
de violencia institucional, a cargo del fiscal Fernando Semisa. Según fuentes
de la investigación, Arrúa declaró: “Escuché que gritaban ‘matá al rati! matá
al rati’. Me asusté y tiré”. La escena, incomprobable por el momento, es la
versión clásica policial. En todo caso, difícilmente podrían haber gritado, si
los mismos asaltantes conocían su poder de fuego: en principio, nulo.
Fuentes judiciales explicaron que los investigadores
trataban de determinar ayer por la tarde “si se cometieron irregularidades por
parte de efectivos de la PSA y de la Policía Bonaerense para modificar la
escena del homicidio”. Según fuentes de la investigación, dos oficiales de la
PSA aparecieron poco después del hecho y revisaron el escenario sin formar
parte del equipo de Policía Científica ni del grupo de investigadores de la
Bonaerense y podrían haber modificado las evidencias.
El caso ocurrió 25 días después de que el presidente Macri
recibiera al policía Luis Chocobar, procesado en primera instancia por
homicidio con exceso en la legítima defensa (y luego aumentada la gravedad, al
modificar la calificación por la Cámara en “homicidio agravado con exceso en el
cumplimiento del deber), no sólo en una abierta intromisión y confrontación con
la Justicia, sino también en una convalidación de lo actuado por el policía.
Los resultados de ese homenaje se fueron revelando desde entonces (ver aparte).
Una sucesión de casos de gatillo fácil en los que las víctimas contaron tanto
entre los supuestos delincuentes como entre personas que circulaban por el
lugar.
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