Publicada: sábado, 21 de octubre de 2017 17:30
Un nuevo ejercicio militar en la amazonia da luz sobre el
resurgimiento de la presencia estadounidense en Latinoamérica.
El ejército estadounidense acentuará su presencia militar en
la Amazonia latinoamericana. Bajo la iniciativa Amazon Log 2017 del gobierno
golpista de Michel Temer en Brasil, la Operación ‘América Unida’ juntará a los
ejércitos de Estados Unidos, Brasil, Perú y Colombia del 6 al 13 de noviembre
del 2017 en la ciudad tri-fronteriza de Tabatinga. Este ejercicio es una señal de un sustancial incremento de
militarización extranjera en la región.
La iniciativa es liderada por el Comando de Logística del
Ejército Brasileño y está inspirada en el ejercicio logístico militar realizado
por la Organización del Tratado Atlántico del Norte (OTAN) en Hungría en 2015,
que tuvo un despliegue de aproximadamente 1700 militares. Para esta versión
latinoamericana, los objetivos, según la página oficial del Ejército Brasileño,
son crear una base logística multinacional temporal para realizar operaciones
de control de migración ilegal, asistencia humanitaria, operaciones de paz,
acciones contra narcotráfico y cuidados ambientales.
Sin embargo, como lo señaló el diario brasileño Gauchazh,
enseñar a un ejército extranjero a combatir en territorio nacional debería ser
considerado “alta traición”. Aunque para el Ministerio de Defensa brasileño
esto no es traición sino una oportunidad que permitirá unir a los ejércitos de
ambos países.
El problema de este ejercicio es la magnitud y apertura que
se ha dado a los Estados Unidos en ingresar a la selva latinoamericana. Por lo
que uno de los riesgos es que la base ‘temporal’ se convierta en permanente
como sucedió en Hungría, tras los ejercicios de la OTAN. Aunque las autoridades
brasileñas lo niegan.
Este interés de los Estados Unidos en la región debe ser
medido con la historia del imperio del norte. El altruismo, cuidado a la
naturaleza o lucha contra el narcotráfico estandartes para su presencia en la
región hacen eco a inserciones en otras partes del mundo, especialmente Medio
Oriente, y la realidad es que ahí estos no son ni fueron sus objetivos. Detrás
de toda acción militar norteamericana siempre se encuentra el fin de apoderarse
de recursos para lograr sus intereses nacionales.
En el caso de América Latina, la abundancia de recursos
naturales da razón a la presencia norteamericana. Según el Banco Mundial, la
región cumple un rol global en la problemática del cambio climático ya que
posee “las reservas de agua dulce más grandes del mundo”.
Una noticia ‘agridulce’ para los latinoamericanos ya que
para varios analistas, inclusive el ex candidato presidencial demócrata Bernie
Sanders, “las guerras del futuro serán por el agua”. Entre los diez países con
mayores reservas se encuentran Brasil (1ro), Colombia (6to) y Perú (8vo),
coincidentemente los tres involucrados en la Operación ‘América Unida’.
En la Oficina de Evaluación Neta (Office of Net Assesment)
del Departamento de Defensa cuyo objetivo es analizar el futuro del ejército y
sus amenazas. Andrew Marshall, ex director (1973-20015) comisionó en 2004 un
reporte confidencial a Peter Schwartz, consejero de la CIA y ex Director de
Planificación del grupo Royal Dutch/Shell; y Doug Randall, del Global Business
Network.
En las conclusiones finales, los autores argumentan que el
cambio climático y la escasez de agua son una amenaza a la seguridad nacional
de Estados Unidos y razones para futuras conflictos militares. Trece años más
tarde de dicho reporte, Estados Unidos se prepara para asentar una base más en
orilla del Amazonas.
Pero el agua no es el único interés de este país en la
región. Telma Luzzani, periodista argentina, explica en su libro ‘Territorios
Vigilados’, que “en el Amazonas se encuentra el 95% de las reservas de niobio,
fundamental para el acero de las naves espaciales y de los misiles
intercontinentales, y el 96% de las reservas de titanio y tungsteno, utilizados
en la industria aeronáutica espacial y militar, además de ser rica en petróleo,
gas, uranio, oro y diamantes”.
Es por esto que el próximo ejercicio militar es solo una
pieza más dentro de un patrón creciente de militarización y amenazas
regionales. Solo en lo que va del 2017 se han realizado otros dos ejercicios
militares en el Pacífico y el Caribe: Teamwork South con Chile y Tradewinds
frente a las costas de Venezuela con 18 países y más de 2500 militares.
La libertad de estas acciones militares demuestra un
resurgimiento de la presencia estadounidense en la región, la cual se había
reducido durante los distintos mandados de gobernantes progresistas
neodesarrollistas en la América Latina. Aunque el asentamiento de bases en
América Latina y el Caribe ha pasado por diferentes etapas desde la posguerra
es a finales del siglo XX que toma su rumbo actual.
En 1999, como parte del acuerdo Torrijos-Carter, la base
militar Howard en Panamá que albergaba al Comando del Sur, rama del ejército
encargada en operaciones para la región, se desmanteló. Esto llevó al que
Departamento de Defensa de Estados Unidos replantee su estrategia de defensa y
política exterior. Bajo el estandarte del Plan Colombia, la ‘Guerra contra la
Droga’ y operaciones humanitarias, se aplicó dos modelos de bases militares en
Latinoamérica.
La primera, Main Operating Base (MOB), una base militar con
infraestructura y acuerdos aprobados por los gobiernos: Guantamo en Cuba, Soto
Cano en Honduras y varias en Puerto Rico. A pesar de que estas siguen activas,
el modelo fue desechado por que genera rechazo
por parte de los habitantes nacionales y un costo elevado en
infraestructura y logística.
Es por esto que se aplicó un segundo modelo llamado Foward
Operating Locations (FOL) o Bases de Operaciones de Avanzada, que se
caracterizan por mantener poco personal militar pero la capacidad de “escalar” su
presencia si fuera necesario. Las cuatro reconocidas y oficiales en la región,
iniciaron sus actividades en 1999 y son: Aruba, Curazao, El Salvador, y Manta
(que no renovó el contrato en 2009).
Como lo explica Robert Kaplan, ex asesor del Pentágono (2009-2011),
“a menudo, el papel clave en la gestión de un FOL es desempeñado por un
contratista privado. Él alquila las instalaciones en la base del ejército del
país anfitrión, y luego cobra una tarifa a los pilotos de la Fuerza Aérea de
los Estados Unidos que transitan por la base. Oficialmente es un negocio
privado, lo que le gusta al país anfitrión porque puede afirmar que no está
realmente trabajando con el ejército estadounidense. Por supuesto, nadie,
incluidos los medios locales, cree esto. Pero el mismo hecho de que una
relación con las fuerzas armadas de los Estados Unidos sea indirecta en lugar
de directa facilita las tensiones”.
Pero el nombre nuevo tampoco convenció a los locales,
quienes comenzaron a sospechar y rechazar estas intervenciones en territorio.
Por lo que la denominación FOL cambió a Cooperative Security Location (CLS),
Puesto de Seguridad Cooperativa. Sin embargo, son lo mismo y en la región las
bases siguen aumentando.
En la actualidad y ante la falta de cifras oficiales se
conocen 75 bases aproximadamente, algunas son MOBs, FOL/CLS, y otras llevan
nombres como Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) en el caso
peruano. Los países que encabezan la lista Panamá (12), Puerto Rico (12),
Colombia (9) y Perú (8).
Bases militares de EE.UU. y la OTAN en Latinoamérica y el
Caribe.
A su vez, Colombia suscribió un acuerdo de cooperación en
2016 con la OTAN para el intercambio de información, estrategias y protocolos
del ejército colombiano con los miembros de esta organización, entre los que se
encuentra los Estados Unidos. Mauricio Macri, presidente argentino, anunció que
volverá a permitir la instalación de bases militares permanentes en Argentina,
una en la triple frontera con Paraguay y Brasil y otra en Tierra del Fuego en Ushuaia.
En Brasil, el gobierno de Temer incrementó un 36% al presupuesto militar, meses
después de aprobarse el PEC 55 que congeló el presupuesto de salud y educación
pública durante 20 años.
Estas acciones legitiman la presencia militar extranjera una
vez a niveles gubernamentales. Además con estos nuevos enfoques en Defensa, se
afianzará las alianzas militares con Estados Unidos, algo que abrirá la puerta
para una nueva fase de adoctrinamiento en las fuerzas armadas latinoamericanas,
donde Brasil cumple un rol crítico.
Según Héctor Luis Saint Pierre, coordinador de Seguridad
Internacional, Defensa y Estrategia de la Asociación Brasileña de Relaciones
Internacionales, "hay un respeto en Sudamérica por la escuela militar
brasileña. Entonces, Brasil es un socio estratégico para la formación
doctrinaria de los militares del continente. Si Estados Unidos tiene buena
relación con la armada brasileña, es más fácil difundir su mensaje entre los
militares de la región”.
Un escalofriante recuerdo que remonta al funcionamiento de
la Escuela de las Américas, institución de adoctrinamiento militar e ideológico
de los Estados Unidos, encargada de formar a escuadrones de tortura y muerte en
toda Latinoamérica durante los años 70, 80 y 90. Volver a modelos de defensa de
corte colonial solo representa un retroceso y peligro para el proceso de
integración regional y la paz.
Inclusive iniciativas como el Consejo de Defensa
Suramericano (CDS), creado por UNASUR en 2008 para encargarse en implementar
políticas en materia de cooperación militar, acciones humanitarias y
operaciones de paz, industria y tecnología de la defensa; será observador
oficial de la Operación América Unida. “De ese modo, se legitiman los espacios
en los que participa el Pentágono y se diluyen los espacios propios de la
región sudamericana”, comenta Raúl Zibechi, periodista uruguayo.
Con la presencia estadounidense socavando las soberanías
nacionales, apoyados por el retorno de líderes de ‘derecha’ y la
deslegitimación sistémica de los proyectos progresistas de la región, la idea de Latinoamérica unida sin
imposiciones imperialistas se convierte nuevamente en un sueño. De forma
alarmante la región se sigue llenando de bases estratégicas de los Estados
Unidos para controlar recursos, personas y operaciones militares, y entonces
¿si eso no es colonialismo qué es?
Por: Martín Pastor
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