"NO SE SABÍA QUÉ HACER CON
ÉL"
Era hijo de militantes políticos.
Fue torturado delante de su madre porque ésta se negó a firmar la escritura de
su casa. Estaba condenado porque "había visto demasiado". Ni los
sicarios de la ESMA se atrevían a cumplir la condena. Está desaparecido.
Por Lila Pastoriza

Pedido de hábeas corpus
presentado por el padre de Pablo en 1977 y rechazado por la Justicia. Derecha:
certificado escolar.
Agosto del '77, Escuela de
Mecánica de la Armada. En el ultimo piso del edificio donde funcionaba el
Casino de Oficiales --"capuchita"--, uno de los guardias con mas
tiempo en ese sitio trae a un prisionero "nuevo", le descubre la
cabeza y comenta a otro: "mirá a lo que nos dedicamos ahora... 14 años
tiene". Están frente a mi cucheta y sólo logro atisbar la mitad inferior
de un cuerpito dentro de un holgadísimo pantalón rosado. Creí que era una
chica. Pero no, era Pablo. Lo instalaron al lado mío y colocaron sobre sus ojos
un "tabique" blanco (de los que tenían los que serían liberados). Al
rato nomás, y aprovechando la "guardia buena", ya me había contado su
historia, o al menos, la de los últimos tiempos.
Todo lo que él relató, a veces en
detalle, lo fui corroborando luego, muchos años después, cuando supe que no
había aparecido y comencé a rastrear, en los testimonios de sobrevivientes, su
paso por los campos. Entonces descubrí que su historia había sido mucho más
terrible y dolorosa que lo que sus palabras evocaban. Mucho más irresistible.
Quizá por eso la contaba así.
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