Por Miguel Pérez Pichel
En un discurso ante los participantes del Seminario “El derecho humano
al agua”, que se clausura hoy en el Vaticano, el Papa Francisco defendió que
“el derecho al agua es determinante para la sobrevivencia de las personas y
decide el futuro de la humanidad”.
El Santo Padre pidió garantizar ese
derecho de forma efectiva en los ordenamientos jurídicos de los Estados y se
reconoció dolorido cuando observa cómo en algunos países no se da prioridad a
esta materia.
“Es doloroso cuando en la
legislación de un país o de un grupo de países no se considera al agua como un
derecho humano. Más doloroso aún cuando se quita lo que estaba escrito y se
niega este derecho humano”, dijo.
Para el Obispo de Roma, el derecho
al agua es fundamental para la paz. “Yo me pregunto si en medio de esta
‘tercera guerra mundial a pedacitos’ que estamos viviendo, no estamos en camino
hacia la gran guerra mundial por el agua”.
Para ejemplificar la dimensión del
problema del acceso al agua, se remitió a cifras de las Naciones Unidas: “cada
día mil niños mueren a causa de enfermedades relacionadas con el agua; millones
de personas consumen agua contaminada”.
“Estos datos son muy graves; se
debe frenar e invertir esta situación. No es tarde, pero es urgente tomar
conciencia de la necesidad del agua y de su valor esencial para el bien de la
humanidad”, indicó.
En definitiva, lo que pidió
Francisco es situar el derecho al acceso al agua en el lugar que le
corresponde. “En este compromiso de dar al agua el puesto que le corresponde,
hace falta una cultura del cuidado y, además, fomentar una cultura del
encuentro en la que se unan en una causa común todas las fuerzas necesarias de
científicos y empresarios, gobernantes y políticos”, dijo.
“El respeto del agua –continuó– es
condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Si acatamos este
derecho como fundamental, estaremos poniendo las bases para proteger los demás
derechos. Pero si nos saltamos este derecho básico, ¿cómo vamos a ser capaces de
velar y luchar por los demás?”.
Según dijo en su intervención en el
acto de clausura del Seminario organizado por la Pontificia Academia de las
Ciencias, la falta de acceso al agua potable “hace que nuestra casa común sufra
tanta miseria y clame por soluciones efectivas, realmente capaces de superar
los egoísmos que impiden la realización de este derecho vital para todos los
seres humanos”.
Por ello, el Santo Padre defendió
que la cuestión del agua es fundamental y urgente. Es fundamental “porque donde
hay agua hay vida, y entonces puede surgir y avanzar la sociedad”.
Además, es una cuestión urgente,
“porque nuestra casa común necesita protección y, además, asumir que no toda
agua es vida: solo el agua segura y de calidad”. El Papa se remitió al libro del
Génesis para recordar que “el agua está en el comienzo de todas las cosas”.
“Es necesario otorgar al agua la
centralidad que merece en el marco de las políticas públicas. Nuestro derecho
al agua es también un deber con el agua”, indicó.
“Del derecho que tenemos a ella se
desprende una obligación que va unida y no puede separarse. Es ineludible
anunciar este derecho humano esencial y defenderlo, pero también actuar de
forma concreta, asegurando un compromiso político y jurídico con el agua”.
Francisco hizo un llamado los
Estados para asumir su responsabilidad en el acceso de sus ciudadanos al agua,
y pidió a los responsables políticos establecer procedimientos concretos para
hacer efectivo este derecho.
“Cada Estado está llamado a
concretar, también con instrumentos jurídicos, todo lo indicado por las
Resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde
2010 sobre el derecho humano al agua potable y el saneamiento. Por otra parte,
cada actor no estatal tiene que cumplir sus responsabilidades hacia este
derecho”.
El Pontífice valoró la importancia
de la educación: “es prioritario también educar a las próximas generaciones
sobre la gravedad de esta realidad. La formación de la conciencia es una tarea
ardua; precisa convicción y entrega”.
El Papa Francisco concluyó con la
petición de que todos los actores implicados en garantizar el derecho al agua
unan sus fuerzas para hacerlo efectivo.
“Es preciso unir todas nuestras
voces en una misma causa; ya no serán voces individuales o aisladas, sino el
grito del hermano que clama a través nuestro, es el grito de la tierra que pide
el respeto y el compartir responsablemente de un bien, que es de todos. En esta
cultura del encuentro, es imprescindible la acción de cada Estado como garante
del acceso universal al agua segura y de calidad”, finalizó.
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