Día de duelo para la comunidad moqoit
Sucedió un 9 de septiembre de
1933 donde un grupo de aborígenes de la etnia mocoví fueron masacrados en la
localidad de El Zapallar hoy Gral. José de San Martín, es por eso que hoy 9 de
septiembre en la provincia es día de duelo provincial, a raíz de un proyecto
presentado en el año 2014 por los diputados Rubén Omar Guillón y Orlando
Charole.
"La historia de El Zapallar
registra un hecho lamentable y repudiable que no ha sido abordado
profundamente. Por momentos condenado al silencio, o a la distorsión. El
violento proceso colonizador en el interior del Chaco, obligó a los pueblos
aborígenes a modificar sus modos de vida, hábitos y costumbres; provocando
cambios sociales, ecológicos y culturales que modificaron irreversiblemente la
historia de los primeros habitantes de esta región, a la vez, que se
desarrollaron movimientos de resistencia de características peculiares.
La muerte andaba de cacería pero quería sangre
aborigen. En el mes de julio de 1924 se había consumado la Masacre de Napalpí.
La comunidad aborigen estaba agitada: mientras buscaba seguridad para sus
familias, deambulaba por los montes y esteros ante la necesidad de muñirse de
alimentos. En malones se movían de un lugar a otro.
La noticia de ese entonces daba
la primicia: "En el Zapallar, en 1933, cerca de setenta habitantes de las
etnias toba y mocoví fueron acribillados por la policía de territorios, por
haber cometido la osadía de peticionar alimentos y ropa, ante una hambruna
generalizada".
En Historias Chaqueñas
-publicación del Diario Norte de septiembre del 2004-, bajo el título de
"LA MASACRE INDIGENA DE EL ZAPALLAR", y con la autoría del Profesor
Eduardo Barreto, se refiere a este hecho como una masacre de aborígenes,
especialmente en el subtítulo "El miedo como motor de la violencia"
que textualmente se transcribe: "? El movimiento milenarista se organizó a
través de un culto que incluía danzas y canciones. Estas actividades y el robo
de algunos animales a los colonos provocaron una ola de pánico en la población
blanca, que solicitó colaboración a la policía. La comunidad indígena se puso
en movimiento en septiembre de 1933 hacia El Zapallar para solicitar alimentos
ante las adversidades climáticas y la hambruna creciente. Delante de las
columnas marchaban los niños, luego las mujeres, más atrás los ancianos y
finalmente los hombres.
Rápidamente cundió el pánico
entre los habitantes de la localidad mencionada, ante lo cual las autoridades
locales pidieron refuerzos a Resistencia. Los aborígenes se detuvieron en la
entrada del poblado a la espera de los resultados de las negociaciones que
llevaban adelante los chamanes.
La policía abrió fuego contra las
tribus indefensas, que no se movieron, tal como lo establecían los códigos
milenaristas que contemplaban actitudes pacíficas.
Nunca se supo el número exacto de
muertos. El diario La Voz del Chaco hablaba de solo dos personas. La comisión
investigadora de la Cámara de Diputados de la Nación sostiene que fueron
decenas. Nuevamente las fosas comunes sirvieron, al igual que en Napalpí, para
depositar a los muertos ?".
"La matanza de El Zapallar
es el resultado del miedo que sintió la población blanca ante una posible
agresión más que por una agresión concreta. La violencia empleada contra las
poblaciones indígenas fue una constante, y actuó como potencia económica para
permitir crear las condiciones de dominio del capital industrial y del proceso
de delimitación del terreno donde operarían los nuevos dueños de las
tierras?".
En otra publicación, llamada
"GUAYCURU, TIERRA REBELDE", de Jorge L. Ubertalli, en la página 82 y
bajo el título "Otro momento de dolor -1993- en El Zapallar (hoy Gral. San
Martín), Chaco" se narra un hecho policial que guardaría similitud con el
descripto precedentemente: "?El día 06 de septiembre llegaron noticias al
pueblo de que un grupo de indígenas mocoví quería procurarse alimentos a
cualquier costa, decía el diario La Prensa del 07 de septiembre de 1933.
Y ese mismo día, algunos paisanos
se acercaron allí a pedir de comer. Los recibió un tal comisario Peralta quien,
al serle solicitado los alimentos, respondió que sí, que ya se los alcanzaría.
Pero, como siempre, la "autoridad" mintió. En vez de alimentos,
solicitó tropas a Resistencia, que distaba 100 kilómetros del lugar. Y así, un
camión repleto de policías se interpuso al día siguiente entre los paisanos y el
pueblo de El Zapallar.
Divididos en tres grandes grupos
marchaban delante las mujeres, los niños, a continuación los viejos y a cierta
distancia un tercer grupo constituido por adultos, queriendo significar así que
iban con carácter de paz y a pedir socorro. Nada de esto sirvió. Hubo
conminaciones a no pasar, burlas y manoseos de mujeres por parte de los
uniformados. Un sargento molestó a una paisana y su marido no pudo contener la
ira, golpeando al suboficial. Ese marcó el inicio de una descarga que terminó
con la vida de 4 aborígenes e hirió a muchos otros.
Varios fueron detenidos, entre
ellos, 22 mujeres. Algunas, en su afán de escapar, se lanzaron con sus niños al
río, y la corriente arrastró a varias criaturas. De esta manera, solo a 200
metros del pueblo y sobre el Riacho de Oro, los mocovies conocieron una vez más
el sabor de la derrota y la muerte que, sin más, oscureció las ansias de pan y
justicia?."
Por último, en el libro
"Historia de los aborígenes" Qompi (tobas) contadas por sus ancianos,
de Orlando Sánchez, se relata el hecho, confirmando la muerte de dos aborígenes
mocoví que habían venido en malón en la zona de El Zapallar, donde estaba el
anciano Natoxochi, quien era médico natural, por excelencia . Ocurrido el
suceso policial y entablándose un diálogo entre el cacique mocoví Miguel Durán
y el comisario de la zona han acordado la permanencia pacífica de la tribu
mocoví hasta tanto reciba la curación de los enfermos. En la parte pertinente
-página 372- se expone: "Luego el comisario se encargó de pedir la
solidaridad para ellos, y fue a pedir a don Alberto Burlli, quien entregó
bolsas de harina, galletas, azúcar, yerba, pues ese hombre era muy bueno. Y los
mocovíes, después de mejorar los enfermos de entre ellos, regresaron a sus
respectivas regiones y nunca más volvieron a ver a Natoxochi?.".Más que
oportuno es parte del contenido de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, que ordenó al Estados Provincial y al Estado Nacional a asistir a
las comunidades aborígenes del Chaco adoptando las medidas necesarias
"para modificar las actuales condiciones de vida", ya que las
poblaciones en cuestión se encuentran en una "situación de exterminio
silencioso, progresivo, sistemático e inexorable".Para una cabal
comprensión del tópico es necesario precisar el contenido y alcance de la
palara: Genocidio: palabra usada para significar "crimen sin nombre",
entendido como delito tendencioso y premeditado, que se cumple con el propósito
de destruir parcial o totalmente a un grupo humano determinado. Es además, un
delito continúo que puede exteriorizarse en forma individual o masiva. De
hecho, esta masacre de El Zapallar, formó parte del conjunto de hechos salvajes
que significaron el asesinato de integrantes de comunidades aborígenes.
Confrontando los textos históricos publicados
y mencionados precedentemente podemos extraer las siguientes conclusiones:
Que efectivamente el 09 de septiembre de 1933
acaeció en la localidad de El Zapallar, un hecho policial que tuvo como
resultado la muerte, en principio, de dos miembros de la comunidad indígena de
la etnia mocoví.
Que de todos los relatos, se deduce que por
parte de la autoridad policial existió el reconocimiento expreso de la
determinación de poner límites a la actitud de los "foráneos" para lo
cual, se requirió el envió el refuerzo de agentes de policía provenientes de la
ciudad de Resistencia.
Que es unánime el reconocimiento del hecho de
la actitud pacífica de los aborígenes que se instalaron en la zona, que ante la
represión policial en ningún momento atinaron a repeler o contestar la actitud
de la autoridad.
Que el objetivo que los guiaba era totalmente
pacífico; solo pretendían alimentos y/o curación por parte de un famoso médico
natural instalado en la zona, más allá de las versiones de ataque por la
hambruna que los asediaba.
Que en cuanto a este exceso o abuso de las
autoridades del orden local no se ha podido localizar documentaciones o
testimonios que indiquen que el hecho fue debidamente enjuiciado y sancionado a
los responsables.
Que en cuanto al lugar probable de la comisión
de esta masacre, se puede deducir por testimonios brindados que el mismo se
habría registrado en cercanías del sector donde hoy día se halla localizado el
inmueble de la sociedad rural y de la escuela 363, precisamente donde está
ubicado el frondoso árbol de tataré, que hasta el día de la fecha se halla
enclavado entre las Avenidas Pioneros y Bicentenario de la Patria. De allí la
referencia de que algunos aborígenes pretendiendo escapar con sus niños,
intentaban cruzar el Río de Oro ubicado a unos trescientos metros
aproximadamente del lugar mencionado.
Como aporte al esclarecimiento de
este hecho, y de acuerdo a tareas investigativas llevadas cabo personalmente
por el autor, se pudo acceder a libros de defunción del Registro Civil de esta
ciudad, en los cuales se pudo identificar que en el acta Nº 17 del folio Nº 24
del año 1933, en El Zapallar, Departamento de Tobas, Territorio Nacional del
Chaco, República Argentina, a los nueve días del mes de septiembre de mil
novecientos treinta y tres, ante el Juez de Paz y Encargado suplente del
Registro Civil, Don Santiago Omar Saquer, se deja constancia de la recepción de
una nota suscripta por Francisco Larrey, comisario inspector de la Policía de
este Territorio, en la que comunica el fallecimiento de dos indígenas del sexo
masculino, de treinta y dos, y cuarenta años más o menos, respectivamente,
denominándoselos con N.N. por no haber sido posible establecer hasta la fecha
el verdadero nombre.
Por lo que se puede sostener que
oficialmente, en el mes de septiembre de 1933, las autoridades locales proceden
a dejar constancia de la muerte de dos indígenas como N.N. Por lo que a esa
fecha, se puede afirmar que serían los primeros muertos conocidos como N.N. en
El Zapallar, aunque con posterioridad se logró identificar que los indígenas
asesinados tenían como nombres "JUAN SANTOS" y "CARLOS",
respectivamente.
A partir de junio de 1931, ocupó el cargo de
gobernador del Territorio Nacional del Chaco, Juan Samuel MAC LEAN, que por su
estrecha vinculación con los aborígenes le apodaron "El cacique
Blanco", afirmaba, con firme convicción que?.."La civilización no ha hecho
nada por el pueblo indígena. Al contrario, lo explota y lo corrompe
convirtiéndolo en elemento peligroso?."
Tener presente lo sucedido en
esta Masacre contribuirá, sin ninguna dudas, a tomar conciencia, del espíritu
rebelde y estado anímico que vivenciaba el indígena en esos tiempos:
desplazamiento territorial y apoderamiento de sus tierras por parte de los
pobladores "blancos", explotación de la mano de obra aborigen,
discriminación racial, enfermedad y hambrunas letales, persecución, y muerte,
en su mayoría a nivel de matanzas.Muchos dirán: ¿porque remover viejos sucesos,
prácticamente condenados al olvido y al silencio" ¿Para qué desenterrar
situaciones conflictivas generando crisis y enfrentamientos" Este hecho
ocurrido en El Zapallar, sin juzgamiento ni castigo a los responsables
intelectuales y materiales, es una herida abierta, cual llaga que demanda el
reconocimiento y la reparación por parte del Estado. Nuestra conciencia
colectiva nos obliga, nuestro pasado histórico nos exige.A los 81 años del
hecho conocido y publicado como "Masacre de El Zapallar" nos
interpela, y nos demanda, como comunidad, un hecho de reconocimiento y de
reparación. Que cada uno haga lo que tenga que hacer, y que el Estado sea capaz
de pedir perdón por este salvaje genocidio y reivindicar al pueblo aborigen
favoreciendo el bienestar y calidad de vida de nuestros pueblos originarios:
memoria, verdad y justicia".
Fuente :Chaco Día por Día 09/09/2016
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