Amy Goodman y
Denis Moynihan
En ningún
sitio se ha sentido tan claramente el impacto inmediato y potencialmente
devastador del hecho de que Trump se haya hecho con la presidencia de Estados
Unidos como en la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático que se viene
desarrollando aquí en Marrakech, Marruecos. Hace cuatro años, Donald Trump
publicó en Twitter: "El concepto de calentamiento global fue creado por y
para los chinos a fin de que la producción industrial estadounidense dejara de
ser competitiva”. Así abordaba el tema Donald Trump, la estrella de los
realities, el líder del movimiento “birther” que intentó deslegitimar al
presidente Barack Obama acusándolo de haber nacido en Kenia. Ahora, en el año
2016, que según pronostica la Organización Meteorológica Mundial será el año
más caluroso que se haya registrado en la historia, Trump, el negador del
cambio climático, se prepara para asumir la presidencia de Estados Unidos.
Un año después
de que los países del mundo alcanzaran el histórico, aunque limitado, Acuerdo
de París sobre cambio climático, esta reunión en Marruecos se prestaba a ser la
“COP de la acción". Iba a ser el momento en que la comunidad internacional
se pondría manos a la obra en forma colectiva para implementar un complejo
conjunto de estrategias tendientes a "descarbonizar" la economía
mundial, a romper con nuestra adicción a los combustibles fósiles, con la
esperanza de hacerlo a tiempo para limitar el aumento de la temperatura
promedio del planeta en 1,5º Celsius o, en su defecto, detener el aumento en 2º
Celsius. La cooperación de Estados Unidos o, lo que es más importante aún, su
liderazgo, resulta esencial para combatir una alteración catastrófica del
clima. Aún así, el pasado mes de mayo, durante la Conferencia de la Cuenca
Petrolera de Williston en Bismarck, Dakota del Norte, Trump declaró: “Vamos a
anular el Acuerdo de París sobre cambio climático”.
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