AZUCENA VILLAFLOR Y UNA LUCHA QUE
TERMINO EN SECUESTRO
La Fundadora de las Madres
Por Susana Viau
Para Azucena Villaflor de De
Vincenti la peregrinación comenzó en los primeros días de diciembre, cuando
empezó a inquietarse porque no tenía noticias de uno de sus cuatro hijos,
Norberto, ni de su nuera Raquel Mangin. Cuenta Enrique Arrosagaray –autor del
libro Biografía de Azucena Villaflor–, que, intuyendo algo terrible, ella
reconstruyó los pasos de su hijo, localizó la inmobiliaria y dio por fin con la
casa de la calle Agüero, de Villa Dominico, que la pareja había alquilado. Fue
la propietaria la que le dijo que los jóvenes habían sido secuestrados el 30 de
noviembre, que a Norberto lo habían sacado malherido.
Era 1976. Seis meses después, el
30 de abril del ’77, Azucena convocó a la primera ronda en la Plaza de Mayo. La
voz se corrió entre el puñado de mujeres que se habían conocido en las colas
que desde las cinco de la mañana se formaban a las puertas del Ministerio del
Interior. Eran las mismas que volvían a encontrarse en la capilla Stella Maris,
de Retiro, donde era dueño y señor un hombre relativamente joven, de cara
afilada y buenos modales que las escuchaba de pie, sin ofrecerles siquiera un
asiento. Ese individuo sinuoso se hacía llamar “monseñor” Emilio Grasselli y
era apenas el secretario de Adolfo Tortolo, el ultramontano vicario castrense. A
Azucena Villaflor algo le sonaba a falso en la estudiada piedad del sacerdote.
La corazonada no le falló. Dicen sus compañeras de la plaza que ella era una
mujer valiente y se definía peronista. En su caso, la filiación política
resultaba casi una fatalidad.
Había nacido el 7 de abril de
1924; su madre, Emma Nitz, tenía poco más de 15 años; su padre era Florentino
Villaflor, trabajador de una lanera. Azucena tenía una historia típica: al
terminar la escuela primaria, su padre le hizo saber que hasta allí llegaban
sus posibilidades y de ahí en más debía ganarse la vida. Entró a trabajar a los
16 como telefonista de Siam, la fábrica de electrodomésticos que se había
convertido en estrella del proyecto de sustitución de importaciones. En Siam
conoció a Pedro De Vincenti, delegado de la Unión Obrera Metalúrgica. La
actividad sindical no era ajena a los Villaflor. Por el contrario, además de la
relación estrecha que la unía a Magdalena, la única hermana mujer de
Florentino, todos o casi todos en Avellaneda conocían a su tío Aníbal
Villaflor. El hombre, se enorgullecían sus parientes, había participado del 17
de Octubre. Es más, el abogado Mario Landaburu recuerda que “Don Aníbal” solía
mencionar su militancia laborista y la creación del CUS, el Comité de Unidad Sindical
de la provincia de Buenos Aires, al que le atribuía un rol principalísimo en el
movimiento. Don Aníbal alcanzaría a ser, con el tiempo, delegado interventor
del municipio de Avellaneda.
Azucena, entre tanto, cuidaba de
su casa y de sus hijos. Las conversaciones de las tardes en la casa de la calle
Crámer 117, de Sarandí, sin embargo no dejaban de mencionar la militancia de
sus primos, Raimundo y Rolando Villaflor, hijos de Don Aníbal, y del otro, José
Osvaldo Villaflor, dirigente gráfico, militantes todos de la CGT de los
Argentinos. Se mencionaba como una hazaña –en todo caso, se le parecía– que a
mediados de los ’50, con 22 o 23 años, Raimundo había sido elegido secretario
general de la comisión interna de Tamet, una de las más grandes metalúrgicas de
la época. Rodolfo Walsh hizo de Rolando y Raimundo Villaflor –quienes junto a
José Osvaldo formaron parte del Peronismo de Base y de las Fuerzas Armadas
Peronistas– los protagonistas de ¿Quién mató a Rosendo?, el libro que señaló a
Augusto Timoteo Vandor, el poderoso secretario general de la UOM, como
responsable del tiroteo en la pizzería Real, frente a la Plaza Mitre, en pleno
centro de Avellaneda. Era casi un sino, entonces, que alguno de los hijos de
Azucena se sumara a la militancia peronista.
La búsqueda desesperada de
Azucena terminó con su secuestro, el 10 de diciembre de 1977. Fue llevada a la
ESMA, igual que su primo Raimundo y que la hermana y el cuñado de éste,
Josefina –“la Negrita” Villaflor– y José Luis Hazan. Ni Néstor, ni Raimundo, ni
Josefina, ni Hazan volvieron a aparecer. Los restos de Azucena Villaflor,
fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, fueron identificados a mediados de
este año por el Equipo Argentino de Antropología Forense, junto a los de otras
dos pioneras, Esther Careaga y María Eugenia Bianco.
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