Durante esta semana se viralizó un
video que mostraba a varios policías de la cuidad corriendo y acosando a un
menor en San Telmo. Una maestra que vio las imágenes reconoció en él a Lucas,
su alumno de un parador para chicos vulnerables.
Un oficial de la Policía de la
ciudad de Buenos Aires corrió con un arma en la mano a un chico de entre 11
años, en el barrio porteño de San Telmo, luego de ser acusado de patear una
persiana de un local donde fue echado sin una razón, solo por presunción de
delito.
El episodio ocurrió en el cruce de
la avenida San Juan y Perú, luego de que el chico pateó una persiana de un
local tras ser echado por la empleada del comercio al presumir que intentó
robar una gorra. Luego del golpe, el agente lo retó porque casi rompe un
vidrio. El chico salió corriendo y detrás el policía con un arma en la mano. El
joven estaba desarmado.
Un testigo del acoso filmó a los
policías e intentó frenar su accionar. Gracias a la viralización del video, la
psicóloga Rocío Gil, que daba un taller de cine en el hogar donde vive el
chico, lo reconoció y puso a circular una carta en la que pone nombre propio al
joven, Lucas, a quien “conoce bastante y quiere mucho”. Lo describe como “un
muchachito excepcional muy atento a las necesidades de sus pares y de sus profes
también”.
La carta de la maestra
Por Rocío Gil
Yo conozco a ese joven y lo
aprecio. Lo conozco bastante y lo aprecio mucho. Hace algunos meses estuve con
él por última vez, pero tan presente lo tengo que con solo escuchar su voz
sabría que se trata de él.
Lucas es sumamente inquieto e
inteligente. Dibuja muy bien, conservo sus garabatos en mi cuaderno de trabajo.
Es muy creativo y un gran compañero.
Lo recuerdo en las clases estando
muy atento a las necesidades de sus pares y de los profes también. Es fanático
de Huracán, pasión que compartía con su hermano. Hermano a quien mató la
policía metropolitana, dolor inconmensurable que desde entonces acompaña a
Lucas y a su familia.
Conozco a su tía quien lucha
diariamente en la búsqueda de justicia, milita con sus vecinos buscando un
mundo menos cruel para todos los pibes.
Conozco a otro de sus primos, con
quién tienen un vínculo entrañable. Un muchacho excepcional quien, sin duda,
debe tener el corazón estrujado ante este video viralizado.
Reconozco los gritos de Lucas y
pienso en el dolor de su brazo mientras el policía lo lastima. Tiene un cuerpo
delgado y disfrutaba mucho andar en skate. Era habitual verlo llegar con algún
golpe sucedido tras algún salto exagerado. No sé si seguirá andando en skate.
En esa época en que Lucas andaba en
skate, yo pensaba que quizás ese pasatiempo y esos golpes fueran una marca que
le volvía tangible los moretones del alma. Imaginaba yo, cuando él me mostraba
algún machucón, que tal vez eran esas las inscripciones físicas que él mismo se
generaba ante los daños eternos que el sistema le provocaba. Lucas andaba en
skate y se golpeaba, pero también se divertía. No sé si lo seguirá haciendo.
Sabe más de historia argentina que
muchos otros. Se aburría en las clases del colegio aunque su memoria
privilegiada le permitía registrar datos que otros jóvenes jamás conservarían.
Su experiencia de vida le permitía cuestionar y criticar ciertos procesos con
una altura que sorprendería a cualquier adulto.
Lucas es un muchachito excepcional.
Tal vez, una historia familiar compleja le puso el camino más sinuoso que a
otros. Sin duda, este Estado ausente y ciego vulnera sus derechos de manera
cotidiana. Un gobierno perverso, hipócrita y desgraciado incrementa su dolor
con saña y decisión. Un policía se siente autorizado, está habilitado a hacerle
esto a Lucas. Y a muchos otros. Quien sabe a cuántos otros.
Quién sabe hasta cuándo.
Yo conozco a este jovencito y lo
quiero mucho. Se llama Lucas. Lo quiero abrazar.
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