Parte de una investigación
realizada por el periodista Fernando Pittaro para el diario Tiempo Argentino.
Es casi el 20% del área productiva del país. Los principales inversores son de
los EE UU, Italia, Malasia y Chile. En algunos casos, llegaron a pagar la
hectárea al precio de un chocolate, con ríos, rutas y hasta pueblos incluidos.
Una vergüenza.
Y si de incluso adquirir recursos
naturales estratégicos se trata, también están a la venta selvas, bosques
nativos y reservas de agua de todo tipo. De las 170 millones de hectáreas
productivas que existen en el país, el 20% ya están en manos de capitales
extranjeros, entre las tierras vendidas y las ofrecidas.
Son 34 millones de hectáreas, la
misma superficie que ocupa Italia entera, o las provincias de Tucumán, Córdoba,
Catamarca y Jujuy sumadas.
Hoy las guerras a nivel mundial
son por el petróleo, pero dentro de 30 o 40 años los conflictos geopolíticos
serán por el agua. Desde la mitad de la provincia de Santa Fe hacia el Norte ,
que abarca la región mesopotámica, se encuentra el Acuífero Guaraní que es el
reservorio de agua dulce más importante del planeta. Entonces no es casual que
grandes potencias mundiales busquen asentarse en nuestro país donde pueden
acceder libremente a zonas estratégicas para el manejo de los recursos
naturales. Además, te encontrás que en los suplementos destinados a la
comercialización de propiedades de grandes diarios extranjeros se ofrecen
tierras en la Argentina, de diferentes estancias en la Patagonia.
Hay algunos casos emblemáticos
que configuran el actual mapa de empresarios millonarios de diferentes partes
del mundo que se adueñaron de miles de hectáreas argentinas. El heredero del
emporio de los snacks Lays y de la gaseosa Pepsi, Ward Lay, les compró por 4,5
millones de dólares, unas 80 mil hectáreas a los hermanos Benetton en Neuquén.
Allí funciona la Estancia Alicurá, donde el magnate oriundo de Texas lleva
adelante un proyecto turístico con alojamiento cinco estrellas, coto de caza y
lodges de pesca. Para quien quiera ir allí, la habitación ronda los 1200
dólares la noche e incluye un guía especializado por cada cazador.
Por otra parte, el grupo de
seguros estadounidense AIG posee junto a la finca Jasimaná en Salta, 1,5 millón
de hectáreas: esto es, casi el 7% del territorio provincial.
Mientras tanto, en el sur de la
Argentina, los hermanos Benetton son los reyes de la Patagonia: concentran un
millón (1.000.000) de hectáreas en las provincias de Santa Cruz, Neuquén y Río
Negro. El grupo tiene, además, 8000 hectáreas en la localidad bonaerense de
Balcarce, donde produce 35 mil toneladas anuales de trigo, maíz y soja.
El inglés Joseph Lewis
(propietario de la marca de calzados Puma y Vans, o la cadena de heladerías
Freddo y Aroma, entre muchos otros negocios) adquirió 18 mil hectáreas en la
provincia de Río Negro; se adueñó incluso del Lago Escondido y hasta instaló
una pista de aterrizaje. La justicia rionegrina obligó al polémico empresario a
abrir una calle para permitir el libre acceso al lago, ante los insistentes
pedidos de los pobladores.
La firma italiana Nettis
Impianti, dueña de empresas mineras, petrolíferas y gasíferas compró en La
Rioja 418 mil hectáreas en la localidad de Jagué. La intención es utilizar
estas tierras como atracción turística para hacer safaris exóticos en la Laguna
Brava, un verdadero paraíso ecológico donde pueden apreciarse la belleza de los
flamencos rosados.
En Catamarca, un empresario
estadounidense dedicado a la fabricación de helicópteros, Peter Lee MacBride,
adquirió la hectárea al precio de un chocolate: U$S 3,50. Se trata de una
superficie de 117 mil hectáreas, con un pequeño detalle: en esa extensión
vivían unos 800 pequeños productores agropecuarios, los cuales permanecen en
una disputa judicial por la tenencia de la tierra.
La lista es mucho más extensa,
pero la falta de datos oficiales impide tener un registro completo y agiganta
las especulaciones. Sólo por citar un caso, para este informe se solicitó
información a la Dirección de Asuntos Técnicos de Fronteras, del Ministerio del
Interior, encargada de autorizar la venta en las llamadas zonas de seguridad, y
la respuesta fue lacónica: “Esa información es confidencial. No la podemos
dar.” Lo cierto es que la zona de costas y fronteras es uno de los puntos más
críticos. Estas áreas cubren 150 kilómetros desde la Cordillera hacia el centro
del país y 50 kilómetros desde las costas en esa misma dirección.
Entre el 2002 y el 2006, en la
Secretaría de Seguridad Interior ingresaron 2400 pedidos de inversión, lo que
demuestra el alto nivel de interés por estas tierras.
Pero hay un dato aun más grave.
En marzo del año pasado, a través de la resolución 166, el Ministerio del
Interior liberó a 89 localidades (de 14 provincias) del régimen de previa
conformidad que se exige a los extranjeros que desean comprar en el área
adyacente a las fronteras argentinas. De este modo, La Quebrada de Humahuaca,
las islas del Ibicuy, las zonas vitivinícolas de Tupungato y Tunuyán,
Calingasta al norte y Gaiman al sur son algunos de los lugares en los que los
extranjeros ahora cuentan con más facilidades para extender sus intereses
comerciales.
La zona más crítica está en la
región andina, allí existen áreas ricas en lagos y fuentes de agua que están
siendo apropiadas, con restricciones severas a la propia comunidad local.
Además, están planificando cómo comercializar esos recursos (agua de vertiente
o de glaciar) en el mediano plazo. Esto se debe a la clara falta de una
política pública que ordene el territorio en beneficio de los ciudadanos
actuales y futuros. No debería haber conflictos, si se manejase el tema con
ordenamiento ambiental y territorial participativo. Esto es lo que hay que
hacer, y no dejar que cuatro vivos planteen un ordenamiento del territorio en
beneficio de unos pocos, escuchando solo a algunos pseudo científicos.
Mientras tanto, hay más de 30
proyectos legislativos que esperan ser tratados en el Congreso de la Nación. El
espíritu de las propuestas más consensuadas por diferentes legisladores de
todos los partidos, no es prohibir la venta de tierras, sino que contempla
restricciones y límites, sobre todo, a la adquisición de inmuebles rurales por
parte de extranjeros. Además prevé la creación de un registro obligatorio para
las propiedades.
En 2002 había 7 millones de
hectáreas en manos de extranjeros. Hoy, esa cifra ascendió de manera alarmante
–insiste Orsolini–. Entre las tierras vendidas y la que se ofrecen, ya supera
las 30 millones de hectáreas.
Elsa Bruzzone, especialista en
geopolítica y autora del libro Las guerras del agua, advierte del peligro que
implica para la soberanía de un país que no se regule la tenencia de la tierra.
No hay país en el mundo con una
legislación tan flexible como la nuestra. En Japón, algunos estados de los
Estados Unidos o Canadá, los extranjeros no pueden comprar tierras y menos si
cuentan con recursos naturales. El 20% de la Argentina tiene dueños
extranjeros, especialmente en la Patagonia y la Cordillera.
Sólo en la Patagonia, ya hay en
manos extranjeras 1.276.316 hectáreas, equivale a 64 veces la Ciudad de Buenos
Aires.
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