Derechos de propiedad intelectual
Para el martes 13 de noviembre la comisión de Agricultura de
la Cámara de Diputados convocó a plenario de comisiones en busca de lograr
dictamen y avanzar al tratamiento de una nueva Ley de Semillas antes de fin de
año.
Una nueva Ley de Semillas cocinada a espalda de todxs
Desde hace meses las corporaciones del agronegocio vienen
negociando con el Poder Ejecutivo los lineamientos generales para una nueva ley
de semillas, que habrá de otorgarles a las semilleras, como Bayer-Monsanto,
Syngenta, Don Mario y otras, la posibilidad de terminar con el “derecho de uso
propio” de los agricultores, y cobrar regalías cada vez que un agricultor
utilice una semilla sujeta a derechos de obtentor. Transformando así un derecho
de todos en una excepción para algunos (inscriptos en registros ad-hoc).
Este no es el primer intento de modificación de la Ley de
Semillas Argentina, y es parte de una ofensiva que se da en todo el mundo.
Hasta ahora en nuestro país las contradicciones entre los actores y la
resistencia de las organizaciones los hizo fracasar, pero estamos ante un nuevo
embate que amenaza con dar un paso trascendental.
¿Qué es el “uso propio”?
El “uso propio” consiste en el derecho de replantar las
semillas obtenidas en las cosechas anteriores. Hasta ahora, cuando un
agricultor compra una bolsa de semillas paga dentro del precio los derechos de
propiedad intelectual (“derechos de obtentor”) que pudieran tener; no obstante
puede reservar una parte de las semillas obtenidas en la cosecha para resembrar
en el siguiente ciclo. Las corporaciones buscan cortar con este derecho, y
pretenden una nueva ley que les garantice cobrar regalías CADA VEZ que un
agricultor utilice “sus” semillas.
Si bien desde las organizaciones campesinas y de la sociedad
civil decimos que es una aberración que las semillas puedan estar sometidas a
alguna forma de propiedad intelectual (porque sostenemos que las mismas son
patrimonio de la humanidad y deben estar al servicio de los pueblos) esta
modificación busca avanzar en sentido opuesto profundizando aún más el control
corporativo sobre las semillas que son la base de toda cadena agroalimentaria y
agroindustrial.
La agricultura nace hace más de 10.000 años, cuando las
comunidades campesinas y los pueblos originarios del mundo “domestican”
semillas de plantas silvestres y las empiezan a transformar de distintas
maneras. En ese vínculo se creó la enorme biodiversidad que nos alimentó por
miles de años. Ninguna semilla agrícola sale de un tubo de laboratorio y
cualquier “mejora” sobre la que las empresas pretendan cobrar derechos de
propiedad intelectual se apoya en esos miles de años de mejoramiento
fitogenético que hicieron las comunidades alrededor del mundo. Es decir, que se
apoya en el trabajo de otros. Por eso cuando una empresa dice que una semilla
es “suya” oculta un robo al patrimonio de toda la humanidad.
La negociación y el circo
El Gobierno Nacional tomó la decisión política de avanzar
con una nueva Ley de Semillas; y en este tiempo se sucedieron una serie de
reuniones reservadas a un puñado de corporaciones (ASA, Aapresid, Aacrea,
Arpov, SRA, CRA y Coninagro, que hasta 2016 venían teniendo desacuerdos sobre
las características de la misma) junto con legisladores y funcionarios. Desde
ya, que las discusiones entre ellos son sobre los márgenes de rentabilidad que
cada sector busca mantener y no el derecho a la alimentación de nuestro pueblo.
De esta negociación fuimos excluídos la enorme mayoría de lxs argentinxs, las
organizaciones campesinas, las universidades nacionales, los pueblos
originarios, las asociaciones de consumidores, los organismos de ciencia y
técnica etc etc etc.
El contenido del “consenso” en este selecto grupo de actores
trascendió a cuenta gotas a través de los medios de comunicación que, en su
enorme mayoría, se dedicaron a instalar en la opinión pública los latiguillos
con que las corporaciones buscan fundamentar su posición; lisa y llanamente
“operando” para ellas.
En paralelo la Comisión de Agricultura de Diputados puso en
agenda el tema y retomó los proyectos presentados hasta el momento (4 proyectos
de distinta autoría, más el de Federación Agraria y el que presentó un conjunto
de organizaciones campesinas y cátedras universitarias), pero el proyecto
auspiciado por el Ejecutivo y que contiene los puntos de “consenso” entre las
corporaciones nunca estuvo sobre la mesa. “Como corresponde” la comisión
convocó a audiencias donde expusieron una serie de organizaciones,
legisladores, y personalidades ligadas al tema, fundamentando en distintos
sentidos, y una vez cumplido el trámite de “escuchar todas las voces” se
dispone a dictaminar.
La maniobra
El martes 13 de noviembre la Comisión de Agricultura convoca
a plenario de comisiones (agricultura, más la de presupuesto y la de
legislación) para emitir dictamen y así pasar al tratamiento en la cámara de
diputados, pero como el proyecto del ejecutivo y las empresas nunca se presentó
como tal (sino que circuló en off) la maniobra puede ser la siguiente:
Poner en tratamiento los proyectos en danza y decir “que se
unifican” aún cuando el texto resultante no tenga nada que ver con el de los
proyectos presentados formalmente: ahí es donde el “borrador” del ejecutivo
deja las sombras y aparece sobre la mesa, y su texto se transforma en la
“síntesis” sobre la que dictaminar. Con el poroteo a favor, las empresas y el
gobierno podrían lograr dictamen de mayoría en la comisión, y dejar las voces
disonantes en un testimonial dictamen de minoría. Digna del Cirque du Soleil,
una carambola que puede dejar la Ley de Semillas que pretenden las
corporaciones lista para su votación en la Cámara de Diputados antes de fin de
año.
¿Qué hacemos?
Lo que esta en juego es enorme. El los países donde las
corporaciones lograron imponer sus leyes de semillas pasan cosas tremendas:
persecución de agricultores, criminalización del intercambio, destrucción de
cosechas y mayor control corporativo sobre los alimentos y sus precios. Por
este camino la humanidad ya perdió el 75% de la agro-biodiversidad que nos
alimentó ancestralmente, es decir que tenemos 75% menos de tipos distintos de
comida disponibles lo que en el contexto de cambio climático puede llegar a ser
dramático. La propia FAO admite el aumento de la hambruna y la mala
alimentación de 1.500 millones de personas en el mundo; y hace pocas semanas
visitó nuestro país Hilal Elver, Relatora Especial sobre el Derecho a la
Alimentación de la ONU, y reconoció que el agronegocio no busca alimentar al
mundo como dicen sino hacer negocios; y que si de alimentación se trata hay que
apostar a la agroecología y a lo que ya hacen campesinxs e indígenas que
producen el 70% de lo que comemos.
Los “consensos” de los poderosos del agronegocio no nos
incluyen a la enorme mayoría de lxs agricultorxs y ciudadanxs de este país. Hay
que alertar sobre estas maniobras y movilizarnos para impedirlas. Desde
distintos espacios de articulación como la Multisectorial contra la Ley
Bayer-Monsanto de Semillas o el espacio de organizaciones campesinas y de la
sociedad civil que redactó el proyecto alternativo, sin dudas que nos
manifestaremos denunciando todo esto y convocando a lxs argentinxs a impedir
que este saqueo se consume. Depende de todxs nosotrxs.
Fuente:
Huerquen, Comunicación en Colectivo
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