Cuando el dramaturgo y periodista uruguayo Florencio Sánchez
presentó la obra teatral "Canillita" en 1902 no imaginó que cada 7 de
noviembre los vendedores de diarios recordarían su obra y su legado
En 1947 se celebró el primer Día del Canillita en la
Argentina. Es uno de los pocos días de descanso en el año de los diarieros
En 1947 se celebró el primer Día del Canillita en la
Argentina. Es uno de los pocos días de descanso en el año de los diarieros
La música suena después de que diga "buenos días".
Le da paso al canto criollo de un pícaro: "Soy Canillita, gran personaje,
con poca guita y muy mal traje; sigo travieso, desfachatado, chusco y travieso,
gran descarado; soy embustero, soy vivaracho, y aunque cuentero no mal
muchacho. Muy mal considerado por mucha gente, soy bueno, soy honrado. No soy
pillete, y para un diario soy un elemento muy necesario". Es la segunda
escena de la obra teatral Canillita (un sainete de tres cuadros), escrita por
el escritor y periodista uruguayo Florencio Sánchez, que definía la
personalidad desfachatada de un personaje singular de la vía pública: el
carismático y extrovertido niño que "voceaba" diarios en las
esquinas.
La pieza fue estrenada el 1º de octubre de 1902 por la
compañía de zarzuelas de Enrique Llovet en el Teatro Nuevo Politeama de
Rosario. El protagonista, interpretado por una mujer adulta de voz aguda, tenía
quince años, había sido criado en hogar humilde y trabajaba vendiendo diarios
en las esquinas, tal como se había consignado en la época: los niños encarnaban
un nuevo método comercial. Por entonces los periódicos se conseguían en las
imprentas o mediante una inscripción. La idea, importada de Nueva York,
acercaba el ejemplar a la mano del comprador. El personaje de la obra estaba
inspirado en un niño real y caracterizado como tal. De pantalón corto, piernas
largas y delgadas, dio bautismo a un oficio mítico: el canillita.
La contextura de las piernas de un niño que vendía diarios
en una esquina de Rosario fue la musa para el nombre de la obra de teatro de
Florencio Sánchez
La contextura de las piernas de un niño que vendía diarios
en una esquina de Rosario fue la musa para el nombre de la obra de teatro de
Florencio Sánchez
La asociación del término nace en el lunfardo.
"Canillita" proviene de la denominación latín de caña. En la jerga
rioplatense, fue acuñada para referenciar a la tibia, el extenso hueso que
conecta las articulaciones del tobillo y la rodilla, esa parte de las piernas
que quedaban expuestas en los vendedores de diarios. Del mismo modo que las
canilleras se convirtieron en los instrumentos deportivos de protección de la
tibia (la canilla), los "canillitas" asimilaron la nomenclatura
popular del oficio.
Canillita se convirtió en un éxito rotundo. Llegó al teatro
porteño por encargo del actor y empresario Gerónimo Podestá. La popular actriz
de la época Blanca Podestá haría del travieso niño que promocionaba en las
esquinas la venta de periódicos. La repercusión fue inmediata y las críticas,
elogiosas.
Tal fue el suceso que entre los artistas y los vendedores de
diarios organizaron una función gratuita y exclusiva para los canillitas. La
cita fue en el Teatro Comedia de la calle Carlos Pellegrini un domingo a las
dos y media de la tarde. Según destacan los documentos de época, la sala
colapsó, los espectadores celebraban los versos cantados y la policía debió
intervenir para serenar al público.
Aquella función fue la coronación del sentimiento popular.
Canillita había representado con solvencia y frescura la naturaleza del oficio.
El término se perpetuó. El 7 de noviembre de 1947, a 45 años de la primera
referencia del canillita con los diarios, se decretó el Día del Canillita en
honor al fallecimiento de Sánchez, el hombre que concibió la definición.
Las páginas históricas despliegan construcciones literarias
para adjetivizarlo. Florencio Sánchez fue, según escribió el historiador y
periodista Alejandro Jasinski en El historiador, "un genial escritor de
obras de teatro, periodista, nacionalista anti-liberal, luego liberal
anticlerical y, posteriormente, militante anarquista, que dejó una huella
apreciable en la historia de la literatura latinoamericana".
Niños vendedores de periódicos en New Jersey, Estados
Unidos, a comienzos de siglo XX. El método de venta fue exportado a varias
ciudades del mundo
Niños vendedores de periódicos en New Jersey, Estados
Unidos, a comienzos de siglo XX. El método de venta fue exportado a varias
ciudades del mundo
Sánchez nació el 17 de enero de 1875 en Montevideo, Uruguay.
Murió en Milán, Italia, a los 35 años enfermo de tuberculosis. Atravesó su vida
con una activa participación en el acontecer de su tiempo. Lo crió una familia
afiliada al Partido Blanco de ideología conservadora. Tuvo once hermanos y un
tío al que acompañó, con sus quince años, a inscribirse a la Junta Económica Administrativa
de la ciudad de Minas donde advirtió que una de sus pasiones podía ser el
periodismo. Dos años después viajó a La Plata para penetrar en circuitos
literarios. De regreso en su ciudad natal, inició su militancia anarquista. De
vuelta en Buenos Aires, conoció el amor y las mieles del oficio periodístico.
El escritor se asentó en Rosario donde, como secretario de
redacción del diario La República, respaldó la huelga general de Santa Fe en
1901, condenó la represión policial desde las líneas del periódico y se
involucró en la lucha junto a los redactores.
A la par, escribía obras de teatro con potencial y
entusiasmo. El historiador Osvaldo Pellettieri lo describió en el libro Cien
años de teatro argentino: "En Sánchez luchan los dos principios constructivos,
el del realismo del fin de siglo (lo melodramático, lo
sentimental-costumbrista) y los modelos típicos del naturalismo; y a nivel
semántico las ideas propias del liberalismo oficial y su anarquismo, más de una
vez puesto en tela de juicio".
Canillita significó una revelación de su propuesta: valorar
la humanidad de los personajes humildes en lucha constante con la vida y el
desequilibrio social. El escritor fue calificado como "el" autor de
Buenos Aires por antonomasia, reivindicado por el teatro argentino y uruguayo.
Su historia resurge cada 7 de noviembre, el día de su muerte, cuando la
sociedad se pregunta por qué hoy no hay diarios de papel.
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