julio 14, 2019
Tomado de: laguiadelvaron.com
Un tabloide alemán publicó una carta del abuelo de Donald
Trump, en la que le ruega a las autoridades de ese país que no lo deporten. La
carta, escrita a mano originalmente en alemán, fue traducida y publicada por
“Harper’s”.
Friedrich Trump |
El abuelo de Trump, Friedrich Trump, primero emigró a los
Estados Unidos desde el pueblo Bávaron de Kallstadt en el imperio alemán en
1885 a la edad de 16 años, ilegalmente evitando el servicio militar obligatorio
(lo mismo que hizo Trump para evitar ir a la guerra de Vietnam).
Eso causó que perdiera su ciudadanía, y luego se volviera
ciudadano estadounidense, donde amasó su fortuna adminitrando burdeles y bares
durante la fiebre del oro el Yukon. Trump abuelo, regresó a su país natal a
principios del siglo XX, pero fue fichado para deportación por su antecedente.
Autoridades alemanas le dieron ocho semanas para irse y le
denegaron la repatriación, porque no completó su servicio militar obligatorio y
registró su migración inicial a EstadosUnidos 20 años antes, reportó The
Independent.
La carta, traducida del alemán al inglés y publicada en
Harper’s Magazine, muestra cuán desesperado estaba el abuelo de Trump por
permanecer con su familia en Baviera.
En medio de las polémicas deportaciones de la administración
Trump, que separa familias deportando a padres y madres, la carta de su abuelo
muestra una preocupación similar. La carta es un ruego al príncipe Luitpold de
Bavaria, quien gobernaba Kallstadt en ese tiempo, para no ser deportado a los
Estados Unidos “¿Por qué debería ser deportado? Eso es muy, muy duro para la
familia”, escribe. “¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si las personas
honestas son tratadas así?”.
Al parecer, la carta no funcionó, pues la historia muestra a
Trump abuelo de vuelta en los EE. UU., procreando un linaje que llegaría hasta
la Casa Blanca. Esta es la carta:
“Los Emigrantes
“Por Friedrich Trump
“¡Su serenísimo, y
poderosísimo Príncipe Regente! ¡El más gracioso regente y señor!
“Nací en Kallstadt el 14 de marzo de 1869. Mis padres eran
trabajadores de los viñedos honestos y piadosos. Ellos me condujeron
estrictamente a todo lo que es bueno, con diligencia y piedad, a asistir
regularmente a la escuela y a la iglesia, a la completa obediencia de la
autoridad.
“Después de mi confirmación en 1882, aprendí el oficio de
barbero. Emigré en 1885, cuando cumplí 16 años. En América llevé mi negocio con
diligencia, discreción y prudencia. La bendición de Dios estaba conmigo, y me
volví rico. Obtuve la ciudadanía estadounidense en 1892. En 1902 conocía a mi
esposa. Tristemente, ella no podía tolerar el clima de Nueva York, por eso
regresé con mi adorada familia a Kallstadt.
“El pueblo me recibió con gusto como un ciudadano capaz y
productivo. Mi anciana madre estaba feliz de ver a su hijo, y a su nuera, así
como a su nieta; ella sabe que cuidaré de ella cuando sea mayor.
“Pero fuimos confrontados, como si cayera un rayo, con las
nuevas de que el ministerio del Estado Real, decidió que debemos dejar nuestra
residencia en el reino de Bavaria. Quedamos paralizados, nuestra familia sufrió
de terrible ansiedad, y mi amada hija se enfermó.
“¿Por qué deberíamos ser deportados? Esto es muy, muy
difícil para la familia. ¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si sujetos
honestos son tratados así? Sin mencionar las grandes pérdidas materiales que
sufriremos. Quisiera volver a ser un ciudadano bávaro de nuevo.
“En esta situación urgente, no tengo otro recurso que
voltear los ojos a nuestro adorado, noble, sabio, y justo señor, nuestro
gobernante, altísima excelencia, quien ha llorado muchas lágrimas, quién ha
gobernado tan benéfica y justamente, y dulcemente amado, con la petición más
humilde de que el señor tenga piedad y permita a su siervo quedarse en el más
gracioso reino de Bavaria.
“Su más humilde siervo,
“Friedrich Trump.”
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