Hace 52 años, el 29 de julio de
1966, se quebró la más formidable
acumulación de conocimiento científico que la Argentina había logrado hasta
mediados del siglo XX. La Noche de los Bastones Largos provocó que miles de
científicos argentinos emigraran a Estados Unidos, Inglaterra , Francia , entre
otro países, lo que provocó un gran vacío en todas las ramas de la ciencia
A raíz de la intervención y la represión de La
Noche de los Bastones Largos, cientos de docentes.
e investigadores dejaron su
cargo y se exiliaron.
El nivel desarrollo científico que trajo
este hecho
Este hecho fue importante porque
significó una crisis profunda. Como el CONICET es de la época del frondizismo,
las universidades habían tenido una amplia difusión de la idea del
desarrollismo desde el 57-58 hasta 1966. Y se supone que a ese desarrollo la
ciencia debe acompañarlo, sobre todo porque era autónomo, no copiaba a los
países más avanzados. De este mismo proceso hay una sospecha sobre la
universidad y los científicos como personas que cuestionaban el orden. Había un
grupo de científicos en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, que debatían
sobre el tipo de desarrollo de ese entonces.
Ellos empezaron a cuestionar la
economía, la cultura, la educación y los que mandaban, no aceptaron esos
cuestionamientos internos. El gobierno de Onganía llegó a dialogar durante un
mes y durante ese tiempo el Estado no intervino. Por otra parte, la UBA estaba
dirigida por Risieri Frondizi, hermano de Arturo. Ellos perdieron la
Universidad, y ahí es donde empezó el humanismo cristiano a gobernar con
Hilario Fernández Long, ingeniero y educador. Las negociaciones continuaron
pero no se llegó a ningún acuerdo, sobre todo en el área de ciencias exactas,
el sector más afectado por la represión. Por eso decidieron irrumpir
violentamente en la UBA. Con Onganía llegaron la mayoría de las fábricas
automotrices extranjeras, que además se expandieron hacia Córdoba y el
Conurbano, son los mismos que tres años después hicieron el Cordobazo.Todo un
grupo de grandes intelectuales y científicos argentinos pensaron que no podían
seguir estando en el país, por eso emigraron a Estados Unidos, Inglaterra y
Francia. Allí es cuando empiezan a preguntarse al servicio de quién está la
ciencia, de los militares y grupos económicos. Rolando García, cientíco
argentino, decía que la ciencia tenía que acompañar el desarrollo, entendiendo
desarrollo como mejores condiciones de vida para todos los argentinos. A partir
de ahí, una fracción intelectual de científicos se fue, y otro grupo numeroso,
se quedó para negociar con los militares.
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