Artículo publicado en el suplemento especial de Página/12 el 19 de diciembre de 2011.
Hace 10 años, un día antes de la masacre y represión vivida el 19 y 20 de diciembre de 2001, le enviaba una carta pública al entonces Presidente Fernando de la Rúa titulada “Escucha el clamor de tu pueblo”.
En aquel momento en el país morían alrededor de 100 niños de hambre y de enfermedades evitables por día, más de 14 millones de compatriotas vivían en la pobreza y muchos de ellos en la miseria absoluta.
El terrorismo económico había lanzado la bomba silenciosa del hambre en un gran país productor de alimentos como es la Argentina. Cada año que pasaba nos retrocedía dos o tres en los logros y derechos conquistados.
El terrorismo económico había lanzado la bomba silenciosa del hambre en un gran país productor de alimentos como es la Argentina. Cada año que pasaba nos retrocedía dos o tres en los logros y derechos conquistados.
En la carta que le enviaba, destacaba una vez más el estado crítico que vivíamos y las casi 3 millones de voluntades que había logrado la Consulta Popular del Frente Nacional Contra la Pobreza para detener las políticas de hambre del Gobierno Nacional de ese entonces. Y le preguntaba qué tenía pensado hacer: ¿Reprimir a un pueblo hambreado y dolorido? ¿Esconder la cabeza como el avestruz, para no ver ni oír? ¿Continuar con la política que le imponían desde Washington? Le pregunté qué privilegiaba. Lamentablemente al día siguiente, él y los suyos nos contestaron lo que ya sabíamos y de la peor forma.
¿Cómo se llegó a esa situación? Se pueden hacer muchos análisis al respecto, pero lo fundamental es que: nadie entra en la casa de uno si no se le abre la puerta; salvo que sean asaltantes que entran ejerciendo la violencia.
En el país hemos tenido muchas complicidades y corrupción interna que abrieron las puertas a los delincuentes, y otros que entraron forzando las puertas y ventanas para aplicar el plan de exterminio a través del terrorismo de Estado, impuesto durante la dictadura militar, y del terrorismo económico que vivimos.
Es por esta razón que no debemos olvidar que la soberanía no existe cuando el pueblo y su patrimonio son entregados a la voracidad de los mercados y la especulación financiera. Que no hay Patria sin pueblo.
En los últimos años hemos venido dando nuevos e importantes pasos hacia adelante en ciertas áreas, en otros aspectos aún resta camino por recorrer y en otros simplemente no se perciben mejoras.
Como pueblo sabemos que nuestra memoria no se limita sólo a las reivindicaciones sobre la época de la dictadura militar y los horrores que vivimos en el país. La lucha por los derechos humanos debemos asumirla de manera integral. Esto significa analizar tanto el pasado como el presente de nuestro país y luchar no sólo contra los efectos sino contra las causas de las desigualdades, las injusticias, el hambre y sus cómplices.
A 10 años de las jornadas de lucha vividas el 19 y 20 de diciembre debemos recordar, muy en especial las jóvenes generaciones marcadas por esos hechos, que los Derechos Humanos no son simples paliativos de dolor, que a través de las luchas sociales se han logrado gobiernos constitucionales, se han revertido políticas de exclusión y se han conquistado nuevos derechos.
Les acerco entonces la mencionada carta que le envíe al Presidente Fernando de la Rúa aquel 18 de diciembre, en un país que no pareciera ser el nuestro pero que sin dudas lo fue:
18 de diciembre de 2001
Dr. Fernando de la Rúa
Sr. Presidente de la Nación
Buenos Aires, Argentina
Sr. Presidente de la Nación
Buenos Aires, Argentina
“ESCUCHA EL CLAMOR DE TU PUEBLO”
Estamos llegando a un punto crítico en la vida del pueblo. En reiteradas oportunidades le he escrito enviando algunas reflexiones sobre la situación que viven los más pobres y excluidos que aumentan constantemente en todo el país, víctimas de las políticas de exclusión del gobierno que usted preside.
En otra oportunidad, he señalado que el Ministro de Economía Domingo Cavallo implementó en el Ecuador la misma política que está aplicando en la Argentina con un total fracaso, basta ver los resultados. Las consecuencias fueron la dolarización y la entrega de ese país hermano a la voracidad y el saqueo sin piedad de los grandes intereses internacionales, como la instalación de bases militares norteamericanas.
Usted está llevando al país a un mismo punto sin retorno, la entrega total de nuestros recursos y la colonización a manos de los Estados Unidos. Quiero aclararle que no soy un antinorteamericano ni un trasnochado que ve todo blanco o negro. Sí veo, “los riesgos del país”, que no es el llamado “riesgo país” por la bolsa de valores, que a todo le ponen precio, y valor a nada.
El verdadero “riesgo país” que veo y siento, es el aumento de la pobreza; los niños que mueren de hambre, esa bomba silenciosa que mata más que las guerras. Los desocupados; los jóvenes a quienes les está matando la esperanza; el achique del país y la falta de producción, exclusión que somete a los pequeños y medianos productores rurales e industriales, quienes como consecuencia de la situación actual se ven privados de sus fuentes de trabajo.
Los jubilados a quienes la política del gobierno ha transformado en mendigos del Estado. Mientras, el Estado privilegia el pago de la deuda externa sobre las necesidades y responsabilidades que debe tener con el pueblo. La respuesta del gobierno es la
Represión y no la solución de los problemas.
Represión y no la solución de los problemas.
Sr. Presidente, ¿Qué piensa hacer? ¿Reprimir a un pueblo hambreado y dolorido? ¿Cerrar los ojos a las necesidades del pueblo?- ¿Esconder la cabeza como el avestruz, para no ver ni oír? ¿Continuar con la política que le imponen desde Washington?-
¿Qué privilegia?
¿Qué privilegia?
Los resultados están a la vista. La experiencia del modelo aplicado por su mismo Ministro en Ecuador habla de la irresponsabilidad total del modelo aplicado.
Estamos llegando a un punto de inflexión, por eso quiero decirle:
“ESCUCHA EL CLAMOR DE TU PUEBLO”
“ESCUCHA EL CLAMOR DE TU PUEBLO”
Sr. Presidente, no olvide que usted fue elegido para gobernar al pueblo, no para oprimirlo, marginarlo y hambrearlo.
Aún tiene tiempo de corregir sus errores y horrores. Preste atención a la Consulta Popular del Frente Nacional Contra la Pobreza. No es que no haya salidas, las hay. Sólo debe saber escuchar al pueblo.
La única concertación posible es con el pueblo y no con aquellos que han entregado el país a la voracidad financiera y la corrupción.
Estamos en vísperas de Navidad y del Año nuevo, es tiempo de renovación y de esperanza. Le envío el fraterno saludo de Paz y Bien que tanto necesita el pueblo y su gobierno.
Atentamente,
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
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