El entierro mítico del muñeco,
que bailó durante 9 días en todos los pueblos de la Quebrada de Humahuaca, se
consagró ayer en cada uno de los mojones de las agrupaciones carnestolendas,
donde participaron miles de carnavaleros.
Carnaval Norte
Durante la mañana y tarde del
Domingo de Tentación, los diablos recorrieron las calles del pueblo pidiendo a
comerciantes, casas de familias e instituciones, alimentos, bebidas, además de
hojas de coca y floresUno de los epicentros de la finalización de la
manifestación cultural más importante de Jujuy fue la ciudad histórica de
Humahuaca, 120 kilómetros al norte de San Salvador, donde desde las primeras horas
cientos hombres y mujeres que le dan vida a los disfraces se aprestaron a
despedir al carnaval.
Este último día de carnaval
demuestra la otra cara del diablo, ya que toda la alegría que supo expresar
durante los ocho días de festejo anteriores se transforma en tristeza, porque
se va del pueblo y, con él, el carnaval.
Durante la mañana y tarde del
Domingo de Tentación, los diablos recorrieron las calles del pueblo pidiendo a
comerciantes, casas de familias e instituciones, alimentos, bebidas, además de
hojas de coca y flores, acumulados en sartas que luego entregaron al
mojón-apacheta donde se desentierra el carnaval-, para ofrendar a la Pachamama
y al Pujllay.
La despedida del carnaval es
despedir al diablo con mucho sentimiento, expresado en el llanto de la voz de
los disfrazados, luego de haber vivido una fiesta que es común a todos y única
en el año.
En tanto las comparsas colmadas
de simpatizantes se enfilaron hacia las últimas invitaciones de la festividad
carnestolenda y compartieron bebidas típicas de la zona, como chicha y
saratoga.
Todos tenían sus caras blancas
por el talco, que por tradición indica la igualdad entre las personas que
participan activamente de la fiesta popular, que debieron llegar antes de las 0
a su mojón.
“Qué les parece, señores/ ya se
pasa el carnaval/ ya lo llevan a enterrar/ échenle poquita tierra/ que se
vuelva a levantar”, eran algunos de los versos que se oían de las filas de
cantoras de las agrupaciones tradicionalistas.
Liliana Liquez, presidenta d la
comparsa La Juventud Alegre de Humahuaca, que en 2017 celebrará 100 años y
cuenta con casi medio millar de disfrazados, dijo a Télam que “se vivió un
carnaval con mucha alegría donde se compartió con los simpatizantes de la
comparsa y visitantes de las invitaciones y los bailes programados con un
profundo respeto de nuestra cultura”.
La presidenta de la Cuadrilla de
Cajas del 1800, María Ramos, valoró que este carnaval “hubo una gran
concurrencia” en la agrupación, que se caracteriza por reivindicar el canto con
caja a través de la entonación de variadas coplas.
Allí se agruparon cantores
populares que llegan desde parajes como Rodero, Coctaca, Palca de Aparzo y de
otras comunidades que se sumaron a “las chayadas y rondas de coplas”, en la
zona conocida como la banda en Humahuaca.
Según la tradición el diablo que
desentierra el carnaval, sí o sí debe volver para el entierro y, si por alguna
razón ese disfrazado no puede estar el Domingo de Tentación en el mojón, el
lunes deberá ir a realizar la ceremonia de entierro, so riesgo de -según la
creencia popular- no tener un buen pasar durante el año.
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