“Queremos borrar el apellido Pujadas de la faz de la
tierra”, fueron las palabras de un integrante del Comando Libertadores de
América, la versión cordobesa de la Triple A.
El 14 de agosto de 1975 a la
madrugada, un grupo armado irrumpió en la granja donde vivía y trabajaba la
familia Pujadas. A esa hora, se encontraban durmiendo José María y Josefa, los
padres; sus hijos María José, José María y Víctor; Mirta, la esposa de José y
la beba de ambos, María Eugenia. “Nos matan”, se dijeron los más jóvenes apenas
los obligaron a subir a un auto y los secuestraron. A Víctor, de 11 años y
María Eugenia, de 3 meses, los dejaron en la casa. A Josefa la golpearon y la
subieron muerta al coche.
Los llevaron camino a Alta Gracia, los acostaron
frente a un pozo, los fusilaron y de a uno los arrojaron al hueco. Mirta, fue
la primera. Por ese motivo, los demás cuerpos que tiraron encima de ella no
permitieron que la dinamita le hiciera daño y fue rescatada con vida. Falleció
tiempo después a causa de las secuelas de aquella noche. José María padre murió
último y vio cómo vejaban a su familia. Los padres y hermanos de Mariano
Pujadas, uno de los presos fusilados en Trelew en 1972, eran una familia
catalana que llegó a la Argentina en 1953, por la represión que imponía el franquismo,
Los sobrevivientes volvieron a exiliarse a Catalunya con lo puesto. Este caso
se encuentra enmarcado en la Megacausa La Perla.
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