Durante los años '50, caminó por las calles de nuestra
ciudad, un "ciudadano", que con el tiempo se convertiría en un uno de
los seres más queridos de nuestra ciudad, durante aquella época, sentimiento
que persiste hasta el día de hoy, este particular ciudadano no provenía de una
provincia, ni mucho menos de un país extranjero, así como tampoco hablaba ni vestía
raro, todo lo contrario, era tan chaqueño y el único idioma que sabía expresar
era el de la solidaridad.
Todos lo conocieron y lo adoptaron, como a un hijo, desde el
mozo del Bar "La
Estrella", quien le servía su diaria comida, hasta el
Gerente del Banco "Nación", con quien desayunaba café con leche con
medialunas, no nos podemos de olvidar de aquellos vagabundos, con a quienes les
hacía compañía en esas largas noches invernales, tampoco de aquellos niños, hoy
en día ya personas grandes, que compartían, jugaban y se divertían con él, que
fue UN SIMPLE PERRO CALLEJERO, QUE NOS ENSEÑO LO QUE ES LA HUMILDAD, LA SOLIDARIDAD Y EL
COOPERATIVISMO.
Tenía por costumbre cumplir meticulosamente sus recorridos,
y nunca faltaba a la
Plaza Central,
donde cumplía una de sus grandes pasiones: perseguir gatos.
Una de sus rutinas diarias era ir a la sucursal local del
Banco de la Nación
Argentina, donde se hacía presente a las 6 de la mañana para
ingresar junto a los empleados y desayunar con el gerente. El perro tenía
acceso irrestricto a cines y espectáculos, y si la función no era de su agrado
se retiraba orgullosamente. Al día siguiente el comentario de la función
dependía de lo que había hecho el can.
En la mañana del 28 de Mayo de 1963 lo encontraron moribundo
frente al
Banco Español (hoy Banco Río).
Horas después Fernando entraba en la historia. Más de un
negocio cerró sus puertas, la Banda Municipal de Música interpretó marchas
fúnebres. Las casas cerraron las ventanas en muestra de respeto hacia un animalito
que había conquistado a toda una ciudad.
En la ciudad de Resistencia, existen dos esculturas
elaboradas con el corazón y con el mero fin de "NO OLVIDAR" a este
pequeño ser que caminó por nuestras calles. Una de esas esculturas se encuentra
en la esquina de la Avenida
25 de Mayo y la calle Bartolomé Mitre, la otra resguarda su eterna tumba, en el
umbral del Fogón de los Arrieros, sobre la calle Almirante Brown N° 350, bajo
la escultura hecha en su honor.
* Por Mempo
Giardinelli escritor y periodista, nacido en Resistencia, Chaco en 1947.
(De un reportaje a
Fernando Ortiz, su "descubridor" )
Conocí a Fernando, en 1951 en el bar “Los Bancos”, frente a
la plaza. Era un perrito blanco, chiquito, y cuando los mozos me preguntaron si
molestaba y respondí que no. Permaneció al lado mío, y cuando salí me siguió
hasta el hotel Colón, donde vivía. A la mañana siguiente, lo encontré bajo la
cama, lo bañé y me siguió. Así nació nuestra relación.
Yo cantaba en una orquesta, en los “Los Bancos” y el perro
dormía siempre atrás del piano. No se separaba nunca de mi. En una oportunidad,
hubo una reunión de artistas. El perro, que por entonces tendría un año, se
sentó junto a mi, en la punta de la mesa. Los músicos y mozos decidieron
ponerle mi nombre, por esa identificación con mi persona.
A Fernando le gustaba mucho los picantes y el azúcar. Creo
que es eso lo que aceleró su muerte. En la amistad, era como los humanos. Tenía
amigos por todos lados, pero los elegía. Dormía en la entrada del hotel Colón,
de allí se iba al Banco de la
Nación, donde había un gerente que lo quería muchísimo. A la
hora de la entrada, el perro iba directamente al despacho del gerente, y se
pedía un café con leche con medialunas para Fernando. En el horario atención
bancaria, dormía frente al Sorocabana. El movimiento de gente era intenso, pero
nadie lo molestaba mientras tomaba un poco de sol. Después iba a comer al
“Madrileño”, al lado del Sorocabana. La siesta la dormía en la casa del Dr.
Reggiardo, que lo cuidó mucho. A veces optaba por el Club Progreso. Pero lo
fundamental para él era la noche. Recorría “Los Bancos”, el Sorocabana, el Club
Social, y si se oía música, fuera donde fuese, el perro se acercaba. A mí me
parecía un ser humano vestido de perro. La música le encantaba. Si no le
gustaba la actuación de un artista, se iba, y la gente lo seguía. De vez en
cuando, visitábamos en su atelier a un gran pintor y amigo, René Brusseau,
sobre el Cine Argentino. Fernando se hizo amigo de René y me acompañaba a
verlo. Otro de sus amigos, fue el escultor Víctor Marchese autor de la
escultura de Fernando. Con Juan de Dios Mena, iba al Fogón. Fernando tenía un
gran sentido de la amistad.
Algunas anécdotas
Tenía afición por lo artístico. En una oportunidad en que el
Coro Polifónico de Resistencia ofrecía un recital, entró a la sala por el
acceso de los artistas, precisamente en el momento en que la Directora Sra. de
Elizondo, marcaba el inicio de la actuación: El perro dio una vuelta por el
escenario, y se acurrucó a un costado para escuchar el coro. Otra vez irrumpió
en escena para lamer la cara de una actriz, Delma Ricci, en una escena en que
la amenazaba un hombre- lobo. Allí acabó la función. Fue grande.
Cuando lo invitaban a una mesa y le acercaban una silla, el
seguía la conversación mirando a una u otra de las personas que hablaban. Una
noche hacía mucho frío y se me ocurrió darle azúcar con grappa. Al principio no
le gustó mucho, pero al rato empezó a pedir más. Cuando terminó, no podía bajar
de la silla, y caminaba, borracho, de costado. Una vez, en el Bar Japonés, lo
hirieron con un cuchillo, y le tiraron agua caliente. Se le infectó la herida,
y tuvimos que llevarlo al Dr. Reggiardo, que lo intervino. Lo llevamos luego al
Club Progreso, allí le acondicionaron un lugarcito para su recuperación. Estuvo
bien atendido, y allí se vio cuánto lo quería la gente de Resistencia, ya que
el Club tuvo que poner dos teléfonos a disposición para atender la cantidad de
llamados de la gente que quería saber como seguía Fernando. Para esa
solidaridad con el perro, no había horarios, y el teléfono sonaba mañana, tarde
y noche.
En otra oportunidad, pese a tener chapa Nº1 de vacunación
antirrábica, fue llevado por la perrera, lo metieron medio dormido en el
camión. Tatalo Domínguez , boxeador chaqueño y titulo Argentino, recriminó,
junto a otras personas, a los perreros que lo apresaron. Discutieron, y
finalmente rescataron a Fernando junto a los restantes perros, que se metieron
todos en el Sorocabana.
Yo no me preocupaba por bañarlo, y a él mucho no le gustaba.
Por la mañana andaba sucio, pero por la tarde aparecía blanco. Hasta que se
despejó la incógnita, una mujer que nunca dio su nombre, lo atendía y lucía
bien, elegante y arrogante como un hombre de la noche. Era un bohemio blanco.
Yo no fui al sepelio, lo choferes de los taxis de la Plaza, vinieron a buscarme,
extrañados por mi ausencia. Muchas veces, esos choferes aproximaban a Fernando
a los lugares en los que yo actuaba, y a los que no podía llegar ó no me
encontraba. Pero no pude ir al sepelio.
Fernando dejó dos hijos, físicamente son iguales a él, pero
están domesticados y son distintos a lo esencial de Fernando.
Publicado:FM Universo 94.3 ,MHz. Corrientes Capital
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