“La Argentina lanza muestras de desesperación
al mundo”
En una nota firmada
por Martín Dinatale el diario La Nación publica una nota en la que se afirma
que no habrá lluvias de dólares y que el gobierno entró en una etapa de
desesperación. La nota completa
El Gobierno ingresó
en la cuenta regresiva hacia el sueño dorado del segundo semestre con la lluvia
de capitales extranjeros que prometió Mauricio Macri para mejorar la alicaída
economía Argentina. Pero los resultados no son los esperados: hasta ahora no sólo
que no llegaron fuertes inversiones externas sino que la Casa Rosada empieza a
dar muestras de preocupación y de cierta desesperación en sus gestos al mundo.
El problema de Macri no es que las inversiones extranjeras
no vendrán a la Argentina ya que hay un marcado interés del mundo por el país.
El inconvenientes es que hubo un error de cálculo político en los tiempos
prometidos o en lo que la sociología moderna denomina una “excesiva generación
de expectativas sociales”. Al no poder cumplir en tiempo y forma con esas
expectativas fijadas para el segundo semestre, la Casa Rosada empieza a dar
gestos y señales de preocupación real.
Entre el pedido de perdón de Alfonso Prat Gay a los
empresarios españoles, el interminable raid por varios continentes de la canciller
Susana Malcorra en busca de socios estratégicos y la falta de coordinación de
planes de presencia en el mundo entre los ministerios hay una coincidencia
generalizada: la diplomacia argentina no logra unificar esfuerzos y empieza
exponer visibles desinteligencias.
Prat Gay lamentó en España los “abusos de todo tipo”
cometidos por el kirchnerismo. Entre ellos, recordó la expropiación del 51% de
YPF, que pertenecía a la petrolera española Repsol. Así, el ministro de
Hacienda prometió a los empresarios españoles que Macri les brindará confianza
y buscó convencerlos de invertir cuanto antes en la Argentina. La premura de
Prat Gay contrasta con la paciencia del embajador argentino en España, Ramón
Puerta, quien suele decir que las inversiones tardarán dos o tres años en
llegar al país.Malcorra se reunió ayer en París con los miembros del Medef, la
poderosa central de empresarios francesa, y mostró gestos de desesperación por
atraer inversores similares a los de Prat Gay: “Es necesario implementar metas y
plazos”, dijo la canciller. Luego insistió en el mismo foro empresarial francés
en que “el momento para invertir en el país es ahora.Todos entienden que si no
se animan ellos, hay otros, en otros países, que lo harán”, advirtió.
El Presidente decidió dar un giro copernicano en las
relaciones exteriores que supo tallar el kirchnerismo y ahora se abrazará a la
Alianza del Pacífico. Pidió ser “observador” de ese bloque e irá a la cumbre de
presidentes de Chile. Busca, así, distanciarse de Brasil y del eje bolivariano
que siempre fueron reacios a esa alianza. El viraje político es una fuerte
apuesta de la Argentina macrista. Pero los resultados sólo se verán en el largo
plazo.
Desde que llegó Macri al poder ya pasaron más de siete jefes
de Estado por Buenos Aires, el Presidente visitó al menos cuatro países, estuvo
en el Foro de Davos y hasta septiembre tiene una agenda mundial ajetreada que
lo llevará a un foro económico latinoamericano en Colombia, a la Unión Europea
en Bruselas, a la Alemania de Merkel, a la reunión de países de la Alianza del
Pacífico en Chile, a la ONU y a la cumbre del G20 en China.
Luego de ese largo listado de visitas y gestos
internacionales hubo y habrá promesas de multimillonarias inversiones
extranjeras en la Argentina. Pero nadie promete lluvia de dólares en el segundo
semestre de este año.
El Gobierno insistirá en la estrategia agresiva de mostrar
la nueva cara de la Argentina por el mundo. Se multiplicarán las visitas. En
septiembre habrá una misión multisectorial de empresarios argentinos a India
para explorar nuevas oportunidades de negocios y se está acordando con Italia
una comisión mixta de empresarios y funcionarios. Pero no hay coordinación de
tareas entre los ministerios. La agencia de promoción de inversiones que
depende de Cancillería y del Ministerio de Producción tiene un grave problema
de estrategia: desatendieron la promoción de exportaciones y se convirtió en
una suerte de consultora de datos.
El cortoplacismo argentino sumado a la excesiva generación de
expectativas y a la desesperación por ver resultados puede ser un cóctel
explosivo para un gobierno que prometió demasiado en tan corto plazo y un mundo
que aún mira con desconfianza a la Argentina.
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