El recorte se conoció dos días después de que el Gobierno de
Brasil anunciara la ampliación de los planes de ayuda alimentaria conocidos
como “Bolsa Familia” para combatir la crisis del coronavirus. ¿Cómo van a hacer
las familias para enfrentar la crisis que el Covid-19 está profundizando?
El recorte se conoció dos días después de que el Gobierno de
Brasil anunciara la ampliación de los planes de ayuda alimentaria conocidos
como “Bolsa Familia” para combatir la crisis del Covid-19. Sin embargo, según
informó el sitio UOL, el gobierno empezó a pagar los planes del mes de marzo y
eliminó 158.452 bolsas, dejando a las familias beneficiarias sin asistencia.
Analizando los datos, 96.861 bolsas le fueron quitadas a
pobladores de la región Noreste, lo que corresponde al 61,1% del total. Es
decir, más de la mitad del recorte planificado por Bolsonaro afecta
principalmente la región que más necesita el auxilio y que compone actualmente
a más de la mitad de los beneficios totales del plan Bolsa Familia en Brasil.
Con este recorte, el Gobierno alcanza la menor cifra de beneficiarios desde el
comienzo de su Gobierno y desde 2017, cuando fueron cortadas otras 543.000
bolsas.
El Gobierno justificó la medida argumentando la
“emancipación” de 330.000 familias. Esa “emancipación” significa que las
familias “superaron las condiciones necesarias para el mantenimiento del
beneficio”. Cabe agregar acá que el plan Bolsa Familia hoy alcanza a familias
con ingresos per capita de hasta 178 reales mensuales, algo más de 35 dólares.
Las tasas de desempleo en Brasil solo han aumentado, afectando ya a 11,9
millones de trabajadores. El trabajo informal actualmente supera el 40 % de la
población. ¿Qué posibilidades hay, en este escenario de crisis que se
profundiza con la pandemia de coronavirus, que 330.000 familias se hayan “emancipado”
al punto de no necesitar más el beneficio?
La crisis del coronavirus afectó brutalmente la vida de la
población pobre, que está expuesta al virus en las condiciones insalubres de
sus lugares de trabajo o está siendo despedida con la justificación de “no
aglomerar gente”, dejando al desnudo que la lógica de las empresas privadas se
basan en la ganancia y no en la vida de los trabajadores. Además está la
situación de las y los trabajadores informales, que se ven sin ningún amparo de
garantía de salario. En medio de estos datos y la pandemia, Bolsonaro cortó más
de 150.000 planes de asistencia alimentaria, a contramano de la necesidad de
aumentar la renta de la población más afectada para que puedan sobrevivir
mientras persista la pandemia.
Esta medida del Gobierno pone de manifiesto también la
política anticientífica de Bolsonaro, demostrando la incapacidad que tienen los
capitalistas para solucionar las crisis. En este momento de pandemia, en
Gobierno no debería estar sacándole a los más pobres, sino poniendo impuestos
progresivos sobre las grandes fortunas, ampliando la contratación de
trabajadores en el área de salud, ampliando la capacidad de las áreas de
emergencia y tratamiento intensivo, realizando análisis de detección masivos en
toda la población.
Para que esto pueda hacerse, hay que eliminar la ley que
impide aumentar los gastos en salud y no pagar la deuda pública, para que todo
esos recursos se puedan volcar a la salud pública. De esta forma, hacer que la
crisis la paguen los capitalistas y no la clase trabajadora.
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