La conspiración entre Cambiemos y el FMI para condicionar al
peronismo fue confirmada por un miembro del Banco Mundial
Bastante de las elecciones, la mesa
chica de Cambiemos anticipaban una derrota contundente. Por esta razón se tomó,
en complicidad con Lagarde, la decisión de endeudar al país en condiciones
nocivas. (Dibujo: NOVA)
La crisis que afronta la Argentina no tuvo nada de azaroso,
ni fue únicamente el producto de la voracidad del ex presidente Mauricio Macri
y sus amigos y allegados. Evidentemente esa voluntad de apropiarse del
patrimonio argentino existió -y de qué manera-, pero se concretó en el marco de
una conspiración articulada entre las autoridades del Gobierno de Cambiemos y
el FMI, bajo la conducción de Christine Lagarde. Y las sospechas sobre los
involucrados van mucho más lejos.
Esta semana, uno de los técnicos de la misión del FMI que
nos visita reconoció ante un funcionario del Gobierno argentino que la deuda
tomada por la gestión de Mauricio Macri jamás podría ser pagada por nuestro
país, según informa Eldestapeweb. Bastante antes de que se celebraran las elecciones
presidenciales, los datos que manejaba la mesa chica del Gobierno anterior
anticipaban una derrota contundente. Por esta razón se tomó, en complicidad con
Lagarde, la decisión de endeudar al país en condiciones que impedirían su
cumplimiento, para marcarle la cancha al peronismo que asumiría la próxima
gestión, y beneficiarse en términos personales con una fabulosa fuga de
divisas.
La fuga era un elemento esencial de esa conspiración, ya que
dejaría sin fondos a la actual gestión para afrontar vencimientos,
cancelaciones de capital y hasta las erogaciones más elementales para el
funcionamiento mínimo del Estado. Ni qué decir de la catastrófica situación
social, educativa, laboral y productiva que deliberadamente propició Cambiemos.
La comprobación de la complicidad del FMI durante la gestión
de Lagarde resulta más que evidente, ya que el organismo de crédito
internacional estaba perfectamente al tanto de que la Argentina no ameritaba
para recibir préstamos en los niveles acordados, ni mucho menos para pagar
posteriormente en los términos fijados. También hoy en día queda más que claro
que el FMI toleró el incumplimiento de metas, e hizo caso omiso de las públicas
denuncias sobre la utilización de los fondos girados para destinarlos a la fuga
de divisas, pese a lo dispuesto explícitamente por el Estatuto de la entidad.
El viernes pasado el economista jefe del Banco Mundial,
Pelelopi Goldberg, renunció a su cargo, en respuesta a la negativa de la
entidad de publicar un informe de su autoría que demuestra que cuando un Estado
recibe asistencia financiera externa, esas transferencias de divisas coinciden
con incrementos sustantivos en bancos Suizos. “Las fugas representan en
promedio un cinco por ciento de la ayuda entregada a ese país”, concluye
Goldberg. Pero hay más tela para cortar. Ya que una de las supervisoras de la
investigación fue nada menos que Kristalina Georgieva, actual presidenta del
FMI, durante su paso previo por el Banco Mundial.
La expectativa del Gobierno argentino está centrada en que el
informe que elaborará la misión el FMI que desarrolla tareas en Buenos Aires
reconozca la co-responsabilidad de la entidad y de la administración de
Cambiemos en la catástrofe financiera que actualmente se atraviesa. Pero no
sólo eso, sino que adicionalmente se pretende que la misión recomiende a los
acreedores privados la aceptación de la ampliación de los plazos de pago y una
quita significativa de sus acreencias.
No está claro aún cuál será la decisión de los funcionarios
del FMI al respecto, pero sí, en cambio, la del Gobierno nacional, tal como lo
anticiparon el ministro Martín Guzmán en su reciente visita al Congreso de la
Nación, y las denuncias de la vicepresidenta, Cristina Fernández, avaladas por
el presidente Alberto Fernández.
Para todos queda en claro que la Argentina no podrá pagar
los compromisos tomados por la administración de Cambiemos. Lo que resta
confirmar -y no es un dato menor- es si, finalmente, se llevará a cabo una
profunda y certera investigación sobre la deuda externa argentina, y si se
querellará judicialmente a los involucrados en esta fabulosa estafa que se
denuncia en los medios y en las intervenciones, mientras que la Justicia, por
ahora, juega su tradicional rol de convidado de piedra.
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