Instituto Gestar
“Efectivamente llegaron las elecciones, y al principio de
las elecciones en todo lo que era La Rioja o Catamarca, por ahí, perdimos
nosotros… Entonces ya todos los de la Unión Democrática se largaron y dijeron
que eran las elecciones más libres que se habían producido en el país porque
creían que las ganaban, entonces ya se
largaron en elogios de las elecciones. Pero cuando empezó a llegar Santa Fe, Rosario,
empezaron a perder, Córdoba, ¡y bueno ya ahí claro perdieron las elecciones! Ya
no podían decir que eran malas…”. Esta anécdota sobre las elecciones del 24 de
febrero de 1946, contada por el General Perón desde su exilio en Puerta de
Hierro, es sin dudas una radiografía de lo que había ocurrido en la Argentina
durante la década anterior, caracterizada como “Infame” por la historiografía
argentina: tras la caída de Hipólito Yrigoyen en septiembre de 1930, una serie
de gobiernos militares y el denominado “fraude patriótico” de las elecciones de
1937 habían minado la credibilidad electoral, por lo que la desconfianza social
ante los nuevos comicios era inevitable.
La contienda era clara: por un lado la fórmula Juan Domingo
Perón – Hortensio Quijano en un Frente cuyos principales integrantes eran el
Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido
Independiente. Por el otro, la fórmula de la Unión Democrática José Tamborini –
Enrique Mosca (ambos de la UCR sector antipersonalista) no representaba la
diversidad que integraba la fórmula a la que enfrentaría el ex Secretario de
Trabajo y Previsión: el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido
Demócrata Progresista, y los conservadores del Partido Demócrata Nacional eran
parte de esta alianza que, en conjunto con la Unión Cívica Radical,
representaban el espanto ante la ascendente figura de Perón. Su armador
principal había sido el ex embajador estadounidense en Argentina hasta julio de
1945 y luego Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado,
Spruille Braden. Hechos como la organización y asistencia a la “Marcha de la
Constitución y la Libertad” en septiembre de 1945, que impulsó la rebelión de
sectores de las fuerzas armadas que derivaría en la salida de Perón del
Gobierno y su posterior detención en la Isla Martín García; o la edición del
“Libro Azul” (Blue Book on Argentina) doce días antes de las elecciones
presidenciales buscando vincular a Perón con el nazismo y los países del Eje
(Alemania-Japón-Italia) derrotados en la II Guerra Mundial, son sólo algunas de
las acciones que emprendió el funcionario norteamericano, tanto estando en
nuestras tierras, como ocupando un cargo en el Departamento de Estado.
La campaña electoral tuvo la particularidad de otorgarle
protagonismo al sistema ferroviario: mientras que El General y Evita realizaban
buena parte de la campaña en un tren impulsado por la locomotora apodada “La
Descamisada”, los candidatos de la Unión Democrática lo hacían en el denominado
“Tren de la Libertad”. Durante estas travesías el tren justicialista sufre dos
principales atentados. El primero se produce en enero de 1946 cuando, tras
actos de campaña en la región de cuyo, un obrero ferroviario descubre
explosivos instalados en las vías por la zona cordobesa de Río Cuarto debiéndose
detener el tren hasta normalizar las condiciones del trayecto. El segundo
incidente tiene lugar a principios de febrero del mismo año, cuando retornando
de actos en Rosario el tren que trasladaba a Perón y a la “Abanderada de los
Humildes” sufre un corte en un eje de un vagón producto de un sabotaje,
afortunadamente sin mayores perjuicios para los pasajeros. Es para destacar
también que el entonces candidato del laborismo también utilizó junto a Evita
una embarcación llamada “París” (y luego rebautizada Justicia Social) con la
que recorrieron el Litoral Argentino realizando actos en las ciudades de Goya,
Paraná, Corrientes, Rosario y Resistencia, entre otras.
Tras casi dos meses de campaña, finalmente el 24 de febrero
se realizan los comicios electorales. En un marco fuertemente controlado por el
Ejército, la fórmula Perón-Quijano obtiene el 52,84% de los votos (1.487.866)
contra el 42,87% que cosecha la Unión Democrática (1.207.080). El Colegio
Electoral (que rigió como sistema electoral en nuestro país hasta 1994)
quedó configurado en 304 electores para
la fórmula triunfante y 72 electores para la UD. Cabe destacar la alta
participación electoral, con un 83,3% de votantes sobre el total de electores
habilitados (3.405.173). El compromiso cívico de la ciudadanía en conjunto con
la protección por parte de las fuerzas de seguridad logró una jornada de
indiscutible transparencia electoral. Es para señalar también que esta sería la
última elección presidencial en que las mujeres no podrían votar, restricción
eliminada gracias a la firma de Perón y al fuerte impulso de Evita que
permitirían a casi cuatro millones de mujeres sufragar en 1951.
De esta manera, los trabajadores accedían al Gobierno de
manera democrática en lo que serían 10 años de justicia social, soberanía
política e independencia económica. Era la justa recompensa por la gesta del 17
de Octubre, en la cual los trabajadores y las organizaciones sindicales fueron
responsables absolutos de la liberación de Perón y su rápido regreso a la arena
política tras las fallidas pretensiones por parte de los agentes locales y
extranjeros de “borrarlo del mapa”. Es por ello que desde GESTAR queremos
recordar aquella jornada institucional
con la esperanza de que el Justicialismo volverá a ser protagonista triunfante
en los procesos electorales que el futuro le depare.
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