Por su parte, la Asociación de Psicólogos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
manifestó “su más enérgico repudio y desagrado frente al uso, por parte de
periodistas o comunicadores, de diagnósticos psicopatológicos y terminología
técnica perteneciente al área de salud mental para aseverar, suponer o
conjeturar sobre posibles trastornos que padecerían ciertas personas”. La
entidad también lamentó que para estas maniobras se haga uso “sin ningún fundamento
científico para hacerlo”, de “los medios masivos de comunicación, y menos
cuando esos trastornos no son reconocidos por la comunidad profesional experta
en la materia”.
Según Donato Spaccavento, médico sanitarista y ex ministro
de Salud porteño, el Síndrome de Hubris "no figura en los manuales de
Psiquiatría. Este tipo de opinión diagnóstica no tiene entidad
neuropsiquiátrica. Se trata sólo de una definición política, utilizando ciertos
rasgos que no son probos y que no sólo buscan desprestigiar a la presidenta los
argentinos".
"Todos los ejemplos que dio Castro sobre personajes
políticos que padecieron este supuesto síndrome siempre coinciden en algo: se
trataron de personalidades que se enfrentaron al imperialismo. Esta burda
operación política se cuadra en este contexto, en el que se se trae a colación
una enfermedad que no existe y que está descripta por un conjunto de síntomas
que puede tener cualquier persona", enfatizó Spaccavento.
"Es falso pensar que las personas, por el simple hecho
de estar relacionadas con situaciones de poder, tengan que sufrir un síndrome
como este", opinó Federico Aberastury, médico psicoanalista y ex
vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Y añadió:
"Yo no analizaría ni diagnosticaría a un paciente que no trato. A Castro,
quien me merece una opinión positiva, habría que preguntarle de dónde sacó la
información y por qué realizó esa opinión diagnóstica, a menos que esté
comprometido políticamente y opine desde esa intencionalidad."
Para Harry Campos Cervera, médico psicoanalista,
"cualquier persona que tiene poder puede padecer este síndrome, ya sea el
director de un diario, el CEO (gerente general) de una empresa o un ídolo de
rock, no necesariamente debe tratarse de mandatarios". Tras distinguir
entre diagnóstico y opinión diagnóstica, consideró "legítimo" que
Castro pueda opinar, como hizo. Pero advirtió que la "confirmación
efectiva" requiere de "acciones adicionales que se consiguen más en
ámbitos privados que públicos".
Nota de Tiempo Argentino
No hay comentarios:
Publicar un comentario