Gonzalo
Espinoza
El futuro
del mundo en este minuto parece incierto. Sin embargo, existe una certeza: los
sistemas de reconocimiento facial y vigilancia digital llegaron para quedarse a
raíz de la crisis del covid-19.
Hace algunos
años pocos imaginaban este escenario, no obstante, la serie de anime Psycho-Pass
anticipó de manera magistral cómo se organizaría la sociedad si todo estuviera
controlado por la tecnología.
La serie,
que fue estrenada en el año 2012 y que está disponible en Netflix, nos pone de
frente con un Japón de un futuro cercano donde las tasas de crímenes se han
reducido casi a 0 gracias a un sistema judicial llamado Sibyl. Éste es capaz de
determinar el Psycho-Pass (coeficiente de criminalidad) de las personas. De
esta manera, es posible medir de manera instantánea el estado mental de una
persona y la probabilidad de que esa persona vaya a cometer un delito.
Cuando el
Psycho-Pass de una persona se empieza a «oscurecer», un grupo de inspectores se
encarga de tomarla detenida para evitar que cometa un delito, sin embargo, si
su coeficiente de criminalidad ya es demasiado alto, ellos tienen la facultad
de ejecutarlos puesto que ya no son capaces de ser reinsertados en la
población.
Dentro de
esta sociedad no existen juicios ni abogados puesto que todo es determinado
bajo los parámetros de Sybil.
La
protagonista de la serie es la inspectora Tsunemori Akane, quien se ve
enfrentada a dilemas éticos con respecto a la justicia que la llevan a
cuestionar si Sybil es el sistema ideal para organizar a la sociedad. El
conflicto más grande se desata una vez que los inspectores se encuentran con el
antagonista de la serie que es capaz de matar personas sin que su color se
vuelva más oscuro.
La serie
plantea problemas filosóficos profundos e incluso llega a citar al filósofo
francés, Michel Foucault, quien en su libro Vigilar y castigar (1975) narra que
la sociedad funciona bajo un panóptico, estructura carcelaria que permite que
un guardián desde una torre central pueda controlar el movimiento de todos los
prisioneros sin que estos puedan saber si es que están siendo observados o no.
Sibyl sería
una metáfora del panóptico llevada al extremo debido a que las mismas personas
se preocupan de que su Psycho-Pass no se oscurezca, lo cual hace que se
necesiten cada vez menos guardianes que estén preocupados de controlar el
crimen. Esto nos lleva a la pregunta de hasta qué punto estamos dispuestos a
restringir nuestra libertad individual en pos de vivir en una sociedad con
menos delitos.
En estos
últimos meses hemos visto la efectividad con la que países como Corea del Sur
ha podido controlar el Covid-19 mediante mapas de movimiento creados a partir
de información de las operadoras de telecomunicaciones o aplicaciones que
avisan a los ciudadanos mediante una alarma en sus teléfonos móviles si están a
menos de cien metro de donde se ha geolocalizado un contagio.
Esto abre la
puerta a que este tipo de sistemas no sólo se ocupen para la contención de una
pandemia sino que también para otro tipo de problemas que existen en la
sociedad como la delincuencia. Los escenarios que nos han planteado series como
Psycho-Pass no parecen estar tan lejos como imaginábamos.
De todos
modos, aún queda mucho paño que cortar y también hay filósofos como Salvoj
Zizek que plantean que el mundo avanzará hacia sociedades más equitativas y
solidarias, luego de que superemos la pandemia. Sin embargo, todo depende de
hasta qué punto estamos dispuestos a que nos vigilen.
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